Estados
Unidos, 1938 y 39, una pequeña ciudad del sur; es posible recorrerla caminando,
de la calle principal con sus comercios a los arrabales con sus fábricas. Ser
pobre parece tan inevitable como ser negro, así de triste y difícil es esta
sociedad. La segregación cierta y la amenaza permanente de la miseria. Sin embargo,
entre sudores y lágrimas, hay personas con ilusiones. McCullers nos habla, con
comprensión honda y sin paños calientes, de esta gente; corriente,
extravagante, blanca, negra, niña, adulta, religiosa, descreída, rendida,
idealista, muda, charlatana impenitente, familiar, solitaria.
Antonopulos y Singer abren la novela. Mudos e
inseparables, son como el Gordo y el Flaco. Stan y Oli si sus guiones los
hubiese escrito Samuel Beckett. Biff Branon tiene un restaurante; es un
observador benevolente tras su caja registradora, sentado como en observatorio
astronómico, cada cliente es un planeta errante. Mick ronda los trece años, muchacha
tensa entre su colorida vida interior y la vida exterior de plomo. Jack Blount
es alcohólico, charlatán y revolucionario. Portia y su padre, el doctor
Copeland, son negros que afrontan el problema de serlo distintamente...
Tenemos
no menos de siete personajes tratados con profundidad, realismo, veracidad; los
que rodean a estos son imprescindibles en el relato también. Novela sin
comparsas, sin rellenos. Libro en el que todo es real, carece de atrezo, todo
late, está vivo.
Que un mudo tenga fama de sabio y omnicomprensivo
por el hecho de que no habla, da un tono de humor irónico a la novela. Que los
niños sean tozudos como la ley de la gravedad, en su busca de la felicidad, da
esperanza. Que los adultos vivan apretando los dientes, contra la injusticia
pertinaz, conmueve.
Novela
escrita en1940. Pese a la cantidad de personajes relevantes, no nos confundimos
ni nos desinteresamos nunca durante la lectura. La autora sabe llevarnos de las
peripecias de unos a las de otros, relacionándolas con maestría. Leo una
edición de Planeta de 1998; siete euros en librería de viejo, 353
páginas.También recomiendo de la autora estadounidense, vivió entre 1917 y
1967, La balada del café triste, admirable colección de relatos.
Luis Miguel Sotillo Castro
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