Chocante. Es la
única palabra que se me ocurre para definir este extraño engendro, porque
tampoco lo calificaría de novela. ¿Teatro novelado? ¿Película en prosa?
Partiendo de una
premisa tan surrealista como una cena formal de parejas organizada por la
amante de uno de ellos, con ese anhelado deseo de toda querida que se precie de
ser visible, de mostrarse como la verdadera compañera en lugar de la legítima
ante los amigos de él, Bainbridge escenifica una farsa cáustica sobre la
infidelidad y la hipocresía de la burguesía británica, plagada de situaciones
absurdas y conversaciones ridículas.
Pero lo que
empieza como una ácida comedia se convierte en rocambolesca tragedia por un
giro inesperado en la sinuosa noche, dando lugar a un final tan extravagante
como la propia obra.
Tenía mucha
curiosidad por leer a esta autora, grandes expectativas por las excelentes
críticas y el lugar de honor del que gozaba en las letras británicas hasta el
punto de conseguir el título de “Dame”, pero me ha dejado un sabor agridulce.
Quizás porque lo que es catalogado como humor negro, para mí ha rayado en lo
escabroso en determinadas situaciones. No soy tan sádica.
Es Bainbridge
despiadada con sus personajes, maquiavélica, genial en la invención y manejo de
situaciones descabelladas. Busca el humor en el antagonismo de personalidades:
la acostumbrada flema de la clase media-alta frente a la insensatez de los
suburbios. Y tiene un punto de absurdo perverso inspirado (estoy convencida) en
Muriel Spark, la otra reina británica del humor siniestro y personajes
irracionales.
Obra
desconcertante, retorcida, ilógica, tremenda, magnífica, desagradable e
incómoda, en la que no cesan las sorpresas: cada movimiento de los congregados
en esa casa de las afueras de Londres es imprevisible. Extraordinaria en el
sentido más literal.
Les diría que
prueben, lean y opinen. Es una “rara avis”, no deja indiferente y seguro que
tendrán una suculenta discusión “afternight”.
Sybilalibros@YoLibro