Rotundamente perfecta.
Pero algo
único como esta novela no sería posible sin un autor tan singular como Maurice
Dekobra. Si el autor no hubiera sido quien fue ni vivido como vivió, esta
historia no hubiera existido: francés bon vivant, reportero aguerrido,
escritor, aventurero, amigo de Chaplin, amante de Rita Hayworth y, por encima
de todo, viajero al viejo modo europeo de tal forma que se dice que su figura
inspiró al Tintin de Hergé (despojándole del toque erótico que emanaba, claro).
La trama, con
apariencia de vodevil, encierra una curiosa historia de espías y una dura
crítica contra el recién nacido bolchevismo que la hace aún más deliciosa: Lady
Diana Wynham es una noble viuda escocesa de rancio abolengo, excéntrica y osada
sin perder un ápice de su glamour. Es conocida en la sociedad londinense por
sus romances indiscretos y por sus lujosos viajes que le han valido el
sobrenombre de Madonna de los coches-cama. Servida por devoción que no por
dinero por su fiel valet Gèrard Séliman, conde y perfecto gentleman que jamás traspasa el biombo chino de la
relación señora-sirviente, se ve abocada a la ruina por el continuo derroche.
Lo único que puede
salvarla de la ordinariez de la pobreza son unos terrenos petrolíferos en el
Mar Negro, herencia de su último marido, que ahora están bajo control soviético,
con lo que ya está servida la aventura para el impecable Séliman contra la
vulgaridad, la violencia gratuita y el mal gusto de los arribistas
bolcheviques. El despiporre: espías, comisarios políticos degenerados, el
mítico Orient Express, yates de lujo en el Mar Negro, apasionadas aventuras
amorosas con el enemigo, caviar en lóbregas prisiones…¡¡EXTRAORDINARIA!!
Estupendamente
escrita, he disfrutado enormemente de la
ironía británica, de la acción trepidante, de la candela que larga contra los
soviéticos y del Buen Gusto, algo harto difícil de hallar en la novela actual. Vamos,
que acabo de terminarla y ya estoy deseando de releerla.
Recomendación con
mayúsculas para pasar un rato delicioso y viajar en el tiempo, cuando Europa
aún era “chic” y divertida.
Sybilalibros@YoLibro