lunes, 13 de mayo de 2019

TRES NOCHES. Austin Wright


Bienvenidos a un ensayo literario revestido con ropajes de thriller psicológico o cómo un autor puede vampirizar a un lector a través de la escritura.

Edward y Susan se conocen desde la infancia pero no congenian. Llegada la universidad, se reencuentran y se redescubren sexualmente; se casan y se divorcian pronto, aparentemente porque Edward abandona estudios y trabajo para ser escritor, aunque está tan bloqueado que apenas emborrona lamentos autobiográficos.
15 años después, Susan, nueva y felizmente casada, madre de tres hijos, recibe el manuscrito de una novela de Edward, “Animales Nocturnos”. Durante tres noches en las que su marido está ausente, se entrega con voracidad adúltera a la lectura del relato escalofriante sobre el mal encuentro en un viaje nocturno por carretera del pacífico y medroso profesor de matemáticas Tony Hastings y familia. Mientras lee, la crítica Susan acecha al estilo literario de Edward en busca de antiguas limitaciones a la par que se siente asaltada por constantes alusiones a la breve convivencia con Edward que la empujan a cuestionarse el pasado y su vida actual.

 “Tres noches” es un ejercicio de metaliteratura, alabado por autores de la talla de Saul Bellow o McEwan, en el que el terror psicológico es una lupa bajo la que analizar el matrimonio, los celos, la venganza o el fracaso vital amén de una reflexión sobre la extraña conexión entre escritor y lector.

Sin embargo, debo confesar que me ha costado conectar con los protagonistas, Tony y Susan (que así es como se llama la novela en inglés, en un juego retorcido que pone en el mismo plano real al personaje de ficción y a la lectora). Sus personalidades carentes de atractivos, sus mediocres existencias en el ya trillado “american way of live” no han ayudado. Menos mal que en el último tercio del libro despiertan del letargo y hacen que la lectura de este libro haya merecido la pena.

Siendo una buena novela, con un inicio potente y violento y un desarrollo apagado como el ánimo del protagonista, creo que es la última parte, en la que un agobiante final, auténtico “tour de force” narrativo, construido casi exclusivamente a base de diálogos, desconcertantes y absurdos a veces que por momentos me recordaban al encierro de “Cayo Largo”, la que la hace interesante.

A pesar de mi falta de conexión y emoción (quizás no era el momento de su lectura), la recomiendo vivamente por el buen hacer literario y por el relato de un suplicio por el que cualquiera es susceptible de pasar.

Sybila @YoLibro


miércoles, 8 de mayo de 2019

LIBRO DE BUEN AMOR. Juan Ruiz, Arcipreste de Hita.

Juan Ruiz, de Alcalá de Henares, vive entre 1283 y 1350. Un arcipreste es un sacerdote que tiene a su cargo varias parroquias por delegación del obispo. Nos lo imaginamos, en el siglo XIV, con un buen pasar, sin los apuros que sufría a menudo el clero bajo.
Hita es un municipio de La Alcarria, nunca muy poblado, pero de situación estratégica durante la Reconquista. Se apodera de él Alfonso VI en 1085, el año de la recuperación de Toledo. Para entender el entorno de Buen Amor y sus influencias, sabemos que en el siglo XIV Hita tenía barrios judíos y moros y que producía vino en abundancia.
Escrito en torno a 1340, reinando Alfonso XI, es un texto clave de nuestro idioma. Si en Mío Cid la lengua tiene la belleza espontánea de la niñez, en Buen amor tiene algo de adolescente desgarbado, mas entrañable y llena de promesas; caminando hacia la plenitud de Jorge Manrique.

Como gran clásico de la literatura que es, Libro de Buen Amor –nombre recomendado por Menéndez Pidal en 1898, pues los manuscritos conservados de la obra de Juan Ruiz carecen de título- nos da lecciones. Una, que en la Edad Media se escribía con humor, sátira, crítica, lo que contradice el tópico oscurantista. Otra, que la verdadera seguridad en uno mismo lleva a la modestia. El arcipreste cree poder, nada menos: “Dar leçión e muestra de metrificar e rrimar e de trobar”, mas al final del libro da permiso para que cualquiera amplíe o corrija su texto, con la sola condición de que lo haga bien. Eterna lección de humildad para los junta palabras.
La Celestina y don Quijote asoman en estos versos, como fantasmas que serán realidad gozosa en el futuro.
Compré barata esta edición de 1977. Tengo el número 720 de la tirada de 2000. Son tres volúmenes. El primero con un estudio sobre la época de Manuel Criado Val e ilustraciones de Eduardo Vicente, hombre este cuya biografía marcada por la guerra conviene leer. El segundo con el poema, ilustrado con iluminaciones hermosas del libro de la montería, del siglo XIV. El tercero un facsímil del códice de Toledo; una edición fotografiada, mejor dicho, del manuscrito de finales del XIV. 

Termino este comentario, porque, copiando a Juan Ruiz:
Quiero abreviar la predicación,
Que siempre me pagué de pequeño sermón.

Comentario de Luis Miguel Sotillo Castro.

lunes, 6 de mayo de 2019

MÁSCARAS. Leonardo Padura

Policial, el tercero tras "Pasado perfecto” y “Vientos de Cuaresma”, con el detective Mario Conde; habanero de 1955, como el autor. Es un policía típico del género: bebedor, con problemas amorosos, tiene relaciones tensas con la superioridad, comprende y se deprime con el mundo que lo rodea, compadece a algunos delincuentes siendo implacable con otros, básicamente honrado. ¿Dónde está la originalidad que hace atractivo al libro? En el lenguaje y el entorno. El español de Cuba es muy rico, refrescante para el lector peninsular. La acción transcurre en La Habana del 89, el año del derrumbe soviético.
No leemos discursos contra el régimen, pero vemos cómo es. Una Habana hermosa en descomposición moral y arquitectónica, los privilegios de los buenos servidores del partido único, la busca generalizada para ganar el sustento, la vida culpable, oculta y denigrada de los homosexuales. Cómo se las apañan los defensores, o al menos disculpadores españoles del castrismo, para a la vez declararse defensores de los gays es algo para comentar en otro sitio, pero que llama la atención al leer esta novela.

Para mí, que estuve en La Habana, es un aliciente añadido conocer algo del callejero citado. El Malecón, las calles que desembocan en él como ríos lentos y sofocantes, el cementerio de Colón, etc.
Novela corta, 233 páginas, amena, recomendable. Edita bien y barato Tusquets. Escrita en 1995, leo la 9ª edición de febrero de 2017.

Comentario de Luis Miguel Sotillo Castro.

viernes, 3 de mayo de 2019

LA EXTRAÑA DESAPARICIÓN DE ESME LENNOX. Maggie O´Farrell


Me gusta Maggie O´Farrell. Mucho. Es una narradora de casta y eso se percibe en la fuerza de su prosa así como en la construcción de personajes, caracteres que nunca están a gusto consigo mismos, lo cual es garantía de que va a haber un impulso constante en sus tramas.
Esta novela, de las primeras suyas, es una estupenda muestra de ello.

“La extraña desaparición de Esme Lennox” es  una historia muy hermosa y, a la vez, desgarradora, contada en dos tiempos: por un lado, el final de la era colonial británica reflejada en una clase social que se resiste a renunciar a los privilegios y valores aristocráticos que ya poco tenían que decir; y por otro, los desconcertantes 90s. El punto de encuentro entre ambos e inicio de la historia es un desahuciado hospital psiquiátrico de Edimburgo a punto de echar el cierre donde reside desde hace 40 años una amable anciana, hasta ese momento desconocida pariente de la protagonista, Iris.
Obligada a hacerse cargo de ella, Iris, cuya vida es un tobogán de inseguridades, irá reconstruyendo la historia de ese largo e ignorado encierro a través de los escasos y fragmentarios momentos de lucidez de su abuela Kitty, que vive en la nebulosa del Alzheimer. Así llegará a un secreto sobrecogedor e insospechado del que forma parte.
O´Farrell se desenvuelve como pez en el agua por las siempre turbulentas relaciones familiares y, como si sus personajes reposaran sobre el diván del psicoanalista, es experta en extraer sus debilidades más escondidas abocándolos constantemente al borde del precipicio. Esa humanidad desvestida en las páginas de sus libros hace que penetren como un ciclón en el corazón del lector, que devora sus novelas en un éxtasis empático. Al menos a mí me ocurre así.


Por supuesto que recomiendo esta novela, pero aún más, os invito/incito a que leáis a Maggie O’Farrell en cualquiera de sus obras porque es una escritora extraordinaria, con un estilo potente, una frase contundente, a veces cortante, que te deja sin palabras, y una gran capacidad para adentrarse en los recovecos de nuestro espíritu. Quizá su procedencia norirlandesa, crecer en Inglaterra y ser blanco de continuas bromas por ello y tener que defender su origen la han hecho una leona de las letras. Algo que agradecemos infinitamente sus lectores.

Sybila @YoLibro


miércoles, 1 de mayo de 2019

EL PODER DEL PERRO. Don Winslow.


Bienvenidos al infierno donde se trafica con amor, honor, familia, patria, ideales, religión y amistad. Monedas de curso legal: coca, sexo, plata y venganza.

He conseguido salir casi indemne de la tremenda balasera de El Poder del Perro, sólo me ha costado un par de antiácidos tras algún pinche pasaje y más de una noche de insomnio, a repartir entre imágenes de pesadilla marcadas a fuego en mi memoria y esa vieja conocida de los lectores “una página más y lo dejo”, porque el libro engancha más que una raya de coca.

No sé en qué género clasificar esta novela-documental, porque no termina de encajar en los cánones de la novela negra actual, ni es un thriller al uso. Creo que narco-novela sería lo adecuado para una abigarrada trama que deambula en opresivos círculos, como si del calendario de la Piedra del Sol azteca se tratase, por la agónica, sangrienta, asfixiante e interesada lucha de los EEUU contra los señores del narcotráfico, desde los años setenta hasta nuestros días, en ese país mágico donde todo puede suceder y nada es lo que parece: México.
El desfile de personajes es abrumador (muchos reales, otros simplemente enmascarados tras nombres falsos pero identificables) de forma que es difícil no perderse entre tal maraña de gente a ambos lados de la Frontera, esa diosa caprichosa que entrega sus favores según de dónde sople el dinero; pero Winslow ya se encarga de llevarnos de la mano del grupo protagonista: un joven mestizo agente de la DEA como el héroe-cowboy, una prostituta de alto standing como la chica, la familia de narcos Barrera como los malos, el asesino a sueldo irlandés Callan como el outsider y el padre Parada como el cura marxista redentor de indígenas. Identidades que se diluirán, entremezclarán y evaporarán como en una cucharada de “crack” al calor de la corrupción.

Novela de actos y personajes brutales, convulsa, inquietante pero tremendamente adictiva, conjuga la tradición de las historias de espías de le Carré con la violencia descarnada de James Ellroy.
Cuenta también con excelente prólogo de Rodrigo Fresán, director de la colección.

Aunque no apta para estómagos delicados, la recomiendo para aquellos interesados en el eje del narcotráfico Colombia-México, mafia italiana, CIA, paramilitares y teología de la liberación, pues está muy bien documentada. Mucho mejor que cualquier serie de TV: apaguen la tele y lean El poder del perro.

P.D: he leído traducción revisada “made in Mexico” lo cual se agradece: no es lo mismo leer a unos narcos maldiciendo con un “gilipollas” que no te los crees, que oírles un suculento repertorio de pinches, pendejos o chingadas.

Sybila @YoLibro




  

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