Paseo en Berlín, por la agradable, ancha, Avenida de los tilos. Un tipo en patinete, circulando fuera del carril que le corresponde, atropella a una señora. Un español que vive allí me asegura que al sujeto se le va a caer el pelo. En Alemania la ley es rigurosa y se aplica. Esa creencia, supersticiosa, en la eficacia alemana. Alemania se recuperó de la Segunda Guerra Mundial por las ingentes ayudas que recibió. Ni terminó de pagar su deuda por provocar la Gran guerra, ni fue penalizada por empezar la segunda. Creo que los vagos y los subvencionados somos los europeos del sur.
En
Alemania te pueden nombrar escabino por cinco años. Significa que te pueden
llamar a participar en juicios penales como “juez” asesor. Me parece una
locura, como la institución del jurado. Cosas que se hacen para dar la
impresión de una Justicia del pueblo, democrática. En el primero de estos
relatos vemos lo funesta que puede ser esta idea, bienintencionada, claro.
Edición
correcta de Salamandra de 2019, de un año antes es el original en alemán. 167 páginas
de grano sin paja.
Luis
Miguel Sotillo Castro.
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