viernes, 31 de mayo de 2019

EL BELLO VERANO. CESARE PAVESE


Intentando saldar la deuda que tengo con autores italianos consagrados, he catado por primera vez al turinés más americano, al escritor más desencantado del grupo de autores más perseguido por el fascismo, Cesare Pavese.

Novelita sobre el duro paso de la adolescencia a la edad adulta de una chica en los barrios marginales del Turín industrial, donde se mezcla la canalla bohemia con el obrero conformista.

Narrada en forma de escenas que se suceden guiadas por las dudas de su inestable protagonista, Ginia, he de confesar que a pesar de su brevedad, me ha costado: tanto por los personajes, que me han producido rechazo sin conectar con ninguno; como por el formato elegido por el autor para contar la historia, así como por la traducción, anquilosada en muchos párrafos (leía una edición de cátedra antigua).

A pesar de todo, me ha gustado la escritura de Pavese, el lirismo que impregna sus páginas, la melancolía que desprenden, cómo plasma los sentimientos. Repetiré a ver si consigo conectar con otra historia.

Sybila@siyofueralibro


miércoles, 29 de mayo de 2019

MI PRIMA RACHEL. Daphne du Maurier

Novela extraordinaria. Encierra un misterio, pero uno no puede resolverlo al terminar la lectura y pasar a otra cosa, otro libro. Se queda atrapado, braceando sin poder salir de la estela que la nave Daphne deja; las aguas tardan en calmarse.

No sabía de qué iba el libro, en absoluto. Como hago siempre tratándose de novelas, no se me ocurrió leer la contraportada ni ningún comentario por ahí. Elegí esta lectura por las horas de disfrute y asombro pasadas con “La posada de Jamaica” y “Rebecca”, de la misma autora.

Londinense de 1907, vivió casi 82 años, me parece que felices. Vivió bien, con éxito, familia, amigos y residió en Cornualles, lugar que amaba, la mayor parte de su vida. Sin embargo, muerta padeció buitres. Se escribió sobre su sexualidad, sus amoríos, aunque fue acusada al tiempo de solitaria. Como si la fama quisiera hacerla ambivalente y misteriosa, convertirla en uno de sus personajes inquietantes.

Algo admirable del Reino Unido es que aprovechaba la diferencia
de clases, cuando la había, para escribir novelas; aquí preferimos
ponernos guerracivilistas. En un relato inglés podemos sentir
simpatía por el terrateniente, no sólo por el mozo de su cuadra.
Claro que hay malvados, pero lo son por su condición humana, no
social. Creo que entre nosotros se podría cultivar más esa
novelística de “Arriba y abajo”, Historia nos sobra.

Valga la digresión anterior, que no lo es tanto, para dejar claro que
no pienso contar nada de esta prima Rachel. Les deseo que
disfruten de su lectura como yo, sin apriorismos. Vale mucho la
pena.

Estupenda y sobria edición de ALBA rara avis, 454 páginas escritas
con riqueza y eficacia. Leo la segunda, abril de 2017. La original se
publicó en 1951.

Luis Miguel Sotillo Castro

viernes, 24 de mayo de 2019

POR EL PASADO, LLORARÁS. Chester Himes


Himes nace en Jefferson City, Missouri, en 1909. Vive en París a partir de 1956, hasta que se instala en Moraira, Alicante, en 1969. En nuestro levante muere en 1984, quedando aquí enterrado. Es curioso que un negro estadounidense, harto de la segregación racial, tras pasar por la cosmopolita París, se instale en la España de finales del franquismo. En unos años en los que mis amiguitos y yo, si veíamos un negro por la calle corríamos a casa a contarlo, de inusual que era.

Alcanza el éxito gracias al editor francés Marcel Duhamel, quien le contrata para idear novelas policíacas de al menos 220 páginas. Las escribirá entre 1957 y 1969. Dos detectives negros de Harlem protagonizan lo que Himes llama “historias de acción”, con gente atrapada en sus circunstancias sociales; el color de la piel, notoriamente. Recuerdo especialmente “Por amor a Imabelle” y “Un ciego con una pistola”, título significativo, desde luego.

“Por el pasado, llorarás” tiene una peripecia curiosa, triste. Himes la escribe en 1937, poco después de pasar siete años en prisión. Hasta 1953 no puede publicarla, con el título de “Tirar la primera piedra”, debiendo tragar con cambios y reducciones importantes. Hay que esperar hasta 1998, nada menos, para su publicación integra con su título original: “Yesterday will make you cry”.
Se trata de la vida carcelaria, seis años, de Jimmy, un muchacho de diecinueve. No voy a describir la complejidad del personaje, pues para conocerla leemos la novela; diré que me parece una gran creación, convincente. Sin duda, contiene experiencias del presidio vividas por Himes, pero tiene el inmenso acierto de distanciarse, creando un joven de raza blanca. Corrupción moral y material, de presos y funcionarios; palizas, tiros, incendios, violaciones, prostitución, juego, drogas. Con todo ello y pese al miedo, lo peor del presidio es el hastío, los grilletes que el paso lento del tiempo pone en el alma; otro acierto relevante del libro.

Por si fuera poco lo dicho, hay una historia de amor entre varones, loca, peligrosa, feliz, desgraciada, improbable pero cierta, irracional. Tiene detalles enormes: Los presos ilusionándose como niños ante el descubrimiento del cine sonoro, en 1935 la mayoría no lo conocía aún; lo que más les impacta es oír voces… femeninas. El bueno, o no, del leído Jimmy, creyéndose Aquiles, pero confundiendo a Paris con Héctor. La vida es cometer errores y pagarlos.
De esta novela, superior a la media de su género, Leo la edición de Muchnik, septiembre de 1999, la primera. 438 páginas sin una errata. Siete euros en una librería de viejo; visiten alguna, si la encuentran.

Comentario de Luis Miguel Sotillo Castro.

miércoles, 22 de mayo de 2019

TODO CUANTO AMÉ. Siri Hustvedt


No me ha convencido mi primer contacto con Hustvedt, una autora que me venía recomendada con un aura de brillante intelecto (que sin duda posee) y complejidad reflexiva. Pero tales dones no hacen una novela, sobre todo si se escribe marcando distancias con el lector, de una manera fría y tan intelectualizada que los muchos sucesos emocionales que padecen los personajes rara vez conmueven, a pesar de los apasionantes temas que se tocan en la narración: el dramático proceso de creación artística, el frívolo y voluble mercado del arte neoyorkino donde críticos caprichosos marcan las tendencias internacionales o los trastornos de personalidad.  Estos circulan entre otros más convencionales como las dificultades en las relaciones de pareja y el complicado mundo adolescente.

Pero vayamos al argumento: Leo Hertzberg, profesor, crítico de arte y narrador de la historia, traba amistad con un pintor desconocido, Bill Wechsler, al que decide ayudar a darse a conocer, conmovido por la fuerza de sus imágenes y lo que cuentan, a pesar de que su estilo figurativo no está en boga en el mundillo artístico. El relato de sus vidas, sus amores, hijos, inquietudes filosóficas y existenciales,  se entrecruza con el de las sucesivas exposiciones, auténticos marcadores temporales de la novela, estableciendo ciertos paralelismos entre las vicisitudes familiares de los dos amigos con los temas que definen cada colección pictórica.

Estructurada en tres partes, las dos primeras están enfocadas al  análisis del proceso creativo a la par que cuentan la fundación de sendas familias por parte de los dos protagonistas,  tan conectadas entre sí que incluso vive una encima de la otra, y los inesperados caminos que la vida tiende a los dos amigos. A raíz de un suceso trágico, el último tercio de la novela vira hacia el estudio psicológico de los trastornos adolescentes puestos en paralelo a la moda de la violencia como Arte.

El libro se hace pesado. La acción se demora a ritmo de exposición en galería: parada ante cuadro, análisis relacionado con las existencias de los protagonistas, comentario, siguiente cuadro; hasta llegar a la última parte en la que se desparrama en excesos argumentales mientras los personajes adultos asisten resignados a su puesta en escena.

Honestamente me parece un libro desmesurado, en el sentido griego clásico del término, tanto por el número de páginas como por la introducción de tantos temas de discusión que pierde la noción de novela para convertirse en un híbrido entre la filosofía y la psicología del Arte y una crítica a la farándula que puebla el arbitrario mundo de las tendencias artísticas a modo de erudita charla en ático de liberales pero acaudalados judíos neoyorkinos.

Hustvedt derrocha conocimientos, sabiduría a la hora de divulgarlos y buen manejo de la discusión, pero carece (en esta novela) de la sustancia que alienta a los relatos y no trasmite emociones.

Para mí ha sido una pérdida de tiempo la lectura de este libro, no me ha aportado nada, ni siquiera en el ámbito de la filosofía-psicología del Arte (de las que ya sé bastante gracias a mi carrera). Puede que a un lector interesado en estos temas le atraiga. A mí se me han quitado las ganas de leer el resto de su obra, por más premio Princesa de Asturias de las Letras que le den.

Sybilalibros @siyofueralibro

EN LUGAR SEGURO. Wallace Stegner.


Es la segunda vez que comento a Stegner y vuelve a abrirse el abismo a mis pies, porque reseñar a Stegner es reseñar la vida, y eso es inabarcable. Pero lo voy a intentar, como ya hice con la fantástica Angulo de reposo.

Wallace Stegner es un peso pesado de la literatura norteamericana del s. XX, aunque poco conocido en España hasta que Asteroide nos lo ha puesto en primera fila.
Profesor de Literatura en varias universidades, incluida la de Madison, Wisconsin, donde ejercen los protagonistas de esta novela; maestro de escritores en la escuela de escritura creativa que fundó en la Universidad de Stanford, entre ellos nada menos que Raymond Carver o Ken Kesey; es, por encima de todo escritor. Un escritor que puso en valor el Oeste, su hogar, como referente literario frente al dominio tradicional del Este y de los primeros en poner su pluma al servicio de la defensa del Medio Ambiente.

¿Por qué hago esta introducción? Porque “En lugar seguro” fue la última novela que escribió Stegner y tiene mucho de autobiografía escondida, de reflexión sobre su carrera y la Literatura. Es casi un testamento donde se recogen todas sus pulsiones como escritor comprometido con el oficio y la Naturaleza, un máster de escritura infiltrado entre los personajes, una última llamada al espíritu pionero que no se rinde.

También es un gran canto a la Amistad, que encarnan los dos matrimonios protagonistas: Larry y Sally Morgan, Sid y Charity Lang, tan diferentes en nivel económico, educación y procedencia, que, quizás por ello, sufren un auténtico flechazo mancomunado desde su primer encuentro en la universidad de Madison, Medio Oeste, metáfora de “Punto X” norteamericano donde todo es posible.
La novela está narrada en forma de “flashback” y arranca cuando los cuatro protagonistas, ya mayores y curtidos en las batallas de la vida, se reúnen en la gran casa veraniega de los Lang en el Este para dar el último adiós a uno de ellos. Larry, alter ego de Stegner, rememora entonces cómo empezó todo, allá por los años de la Depresión, cuando Sid y él no eran más que unos bisoños profesores de Literatura de incierto porvenir y todo el talento por demostrar, mientras sus esposas se lanzaban a la par a la aventura de la maternidad.

Los primeros reconocimientos profesionales, los hijos, la enfermedad traicionera, los fracasos, la pobreza, la riqueza, la aventura alocada, los bosques de Vermont, los concienzudos planes de Charity, el verano, Florencia, los sueños que se quedaron en el camino, cansados de que los persiguieran, los libros leídos a una sola voz por un coro ebrio de juventud o Beethoven en un sorbo silencioso de brandy tras la celebración de la Amistad. Estas piedrecitas en el sendero que nos va dejando Larry/Stegner, tan humanas que reclamamos como nuestras mientras leemos, nos conducen al paraíso construido por Charity en Vermont, “el lugar seguro” que al final no lo fue porque la Vida hizo trampas.

Novela absolutamente de personajes, la sustentan la personalidad débil y aventurera de Sid, la crítica y emprendedora de Larry y la comprensiva e inteligente de Sally. Todas encajan a la perfección en el idílico puzzle ideado por la vital, generosa y compulsivamente controladora Charity y, sorprendentemente, seguirán haciéndolo hasta el final, a pesar de las salidas de guion, las desavenencias, o las ausencias, pues lo que el autor quiere demostrar es que no hay amor más verdadero y constante que la amistad.
Nos da esta lección sin sensiblerías, sin adornos estéticos más que los que aportan los altos arces o el viento sobre el lago, en un estilo sencillo y honesto cuya fuerza reside en la palabra y en el carácter de los personajes.
Hay que leer a Stegner, respirar a Stegner, escuchar a Stegner. Recomendable con triple signo de admiración.

ADENDA: Elogio a Asteroide por dar a conocer este autor al público español, y a la par, tirón de orejas para el traductor por no haber tenido la profesionalidad de ofrecer notas a pie de página de las muchas referencias literarias que aparecen en la novela, interesantísimas, para aclarar autor y obra.

Sybilalibros@YoLibro 


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