miércoles, 9 de junio de 2021

LA ESTRATAGEMA. Léa Cohen

¡Qué pena, qué coraje, qué decepción, qué todooooo!! 

Saco este libro de la biblioteca atraída por un país y una literatura desconocidos como es Bulgaria, por el gancho de la sinopsis y de las ciber-opiniones acerca de una trama de espionaje tras el Telón de acero, persecución de judíos tras la II G. M y con el comunismo, fortunas escondidas. Vamos, un caramelo. ¿Y qué me encuentro? 

Un material de primera desperdiciado por una autora con poco talento narrativo (lo derrochará todo en la música puesto que es directora de orquesta): los personajes planos salvo el espabilado Víctor; las descripciones sosas y sin fuerza y lo peor, el intento, fracasado, de presentar la narración en forma de puzzle contado a varias voces con el objeto de crear una intriga que a la postre lo único que consigue son saltos innecesarios en el tiempo y repetición de cosas ya dichas. 

Da la impresión que la editorial publicó el manuscrito tal cual, sin pasar por corrector, porque si no, no se explica tal desbarajuste, a menos que fuera la intención de la autora. 

Mención aparte merece la traducción: terrible, algo muy extraño en Asteroide, que solía cuidar este aspecto. 

En fin, ni porque la familia protagonista lleve el honroso y muy español apellido Calderón, signo de sefardíes en Bulgaria, se salva la novela.

Sybilalibros


martes, 8 de junio de 2021

TRANSBORDO EN MOSCÚ. Eduardo Mendoza

Para felicidad de los lectores, Mendoza empieza a ser inabarcable. Es muy popular por sus libros humorísticos, Sin noticias de Gurb y los cinco con el detective loco; pero sus novelas serias, La verdad sobre el caso Savolta, La ciudad de los prodigios,  son extraordinarias. De entre las demás, quiero entresacar  Riña de gatos, poco apreciada por dos razones. Una que la presentó al premio Planeta, con lo que rompió la hipocresía de desvincular arte y dinero; otra, que trata a José Antonio Primo de Rivera como ser humano, agradable, incluso.

 Cervantes no sabía que era cervantino. Se consideraba un poeta a la espera de las musas esquivas. Mientras llegaban, escribió el Persiles fascinado por la magia del idioma de Jorge Manrique y Garcilaso, vistiéndolo él a su manera.  Esperando escribió las novelas ejemplares, porque la gente es variada, interesante y poco ejemplar. Aguardando, escribió el Quijote, porque la vida es una broma ácida que se ríe de nuestras aspiraciones.

Mendoza sabe, como don Miguel, que las personas son dignas de lástima, temor y amor. Las novelas mendocinas hablan de nosotros desde puntos de vista distintos: realistas, disparatados; yendo al detalle minucioso o a la brocha gorda. Porque nuestra vida paródica no carece de complejidad. Mendoza sabe escribir muy buen español en distintos tonos, como el maestro. La penetración psicológica de ambos los hace imperecederos.

 Mendoza escribe tres novelas con Rufo Batalla de protagonista, barcelonés de 1946; un tipo que quiere ser tranquilo, al tiempo que se deja llevar por personas con planes que él no tiene, aventurero a su pesar… o no.

 En el arranque de la primera, El rey recibe, este es un joven reportero en 1968. Le acompañamos por la España y el Nueva York de los setenta, con sus contrastes y revoluciones, reales y rebajadas, café y achicoria. Esos izquierdistas que callaban las atrocidades soviéticas, “por no hacer el juego al capitalismo”, frase justificante de la tiranía, tan olvidada a conciencia, a falta de ella. Al tiempo, estos jóvenes querían la libertad sexual, musical, artística que con Breznev no era posible. Españoles diletantes, acomplejados, antifranquistas con tantas razones para serlo como contradicciones vitales.

La segunda es El negociado del yin y el yang. Estamos en 1975, año incierto, el de la muerte de Franco. Rufo se plantea volver de Nueva York a Barcelona. Lo hará pasando antes por Japón y Tailandia, no está mal el rodeo.

La tercera es este Transbordo en Moscú. Desde los ochenta hasta fin de siglo, con la conmoción de la caída de la URSS. Rufo y España han alcanzado el bienestar económico pero, a estas alturas, está claro que nada es para siempre, salvo la nostalgia. A la lista de personajes presentes en las tres novelas, la familia y el príncipe Tukuulo, experto en castillos en el aire, se unen otros nuevos.  Rufo se casa y esta no es la menor de sus aventuras, en España y el extranjero. Si las hazañas de Gurb parecían emparentadas con Mortadelo, las peripecias de espionaje e intrigas de Transbordo en Moscú nos recuerdan por momentos a Anacleto, agente secreto. Dicho con la mayor admiración, que ustedes se lían con las cosas del telón de acero y postrimerías.

 

Tiene cada una entidad propia, pero recomiendo leer las tres novelas por orden: El rey recibe, 2018; El negociado del yin y el yang, 2019; Transbordo en Moscú, 2021; las tres en Seix Barral. Los lectores veteranos se reconocerán en la línea temporal, desde el 68 hasta finales de siglo, rememorando los hitos históricos, podemos decir ya, que han compartido con Rufo. Los jóvenes encontrarán materia para divertirse y reflexionar.

 Mendoza saca del retrato social que nos ofrece, tan realista por lo demás,  el asunto del nacionalismo catalán, aunque el protagonista sea barcelonés. Tendrá sus razones, todo el mundo las tiene, salvo Rufo Batalla, que lidia batallas prestadas.

 

Luis Miguel Sotillo Castro.

 

 

   

 

 

 

 

 

 

miércoles, 2 de junio de 2021

EL DESORDEN QUE DEJAS. Carlos Montero

Con un título atractivo, una sinopsis de contraportada sugestiva y el aval del premio Primavera de Espasa podría haber sido una gran novela si el autor no se hubiera dejado arrastrar por el consumo fácil y rápido, dirigiéndose a un público de masas fundamentalmente joven y tocando temas de tremenda actualidad pero de manera superficial: gran impacto pero poco fundamento.

La premisa del argumento es buena: una joven profesora de Literatura, atrapada en un matrimonio tan inestable como ella, tiene que cubrir una baja en un instituto de un puebluco de Orense. Cuando llega a su destino descubre que la profesora anterior, una superwoman física e intelectual, se ha suicidado y algunos apuntan a que varios de sus alumnos la incitaron a ello. Sin mediar motivo, empieza a ser acosada y amenazada por esos alumnos y su reacción será lanzarse de cabeza a investigar sola la muerte de su antecesora, con lo que se precipita el caos novelero, que no novelístico. Así, lo que apuntaba a un interesante thriller psicológico se queda en telefilme de sobremesa.

A montar este folletín contribuyen, y no poco, unos personajes tan arquetípicos que, a su lado, Bob Esponja es Kafka: Raquel, la protagonista, es una profe modelo de la nueva hornada del buen rollo escolar que arrastra todos los traumas típicos del susodicho telefilme; el “trío calavera” de acosadores: Iago, Roi y Nerea, prototipos de adolescentes de serie juvenil de TV; el señorito golfo del pueblo, empresario y explotador, culpable de la ruina económica del lugar, un Jesús Gil a la gallega pero sin “pimentón” de gracia; el marido mediocre de Raquel y su tradicional familia que no acepta a la chica…Un conjunto curradísimo, vamos.

Acorde con el  veloz impulso juvenil que alienta el libro, su lectura es rápida porque su escritura es como un torrente de diálogos desbordado, bastante planos, aunque perfectamente trabados, hay que reconocerlo. Pero anda escasa de las necesarias pausas narrativas de los párrafos (porque los desquiciados y largos monólogos interiores de la protagonista no se pueden calificar de tales) y abundante en un lenguaje “colega” que se extiende a todos los personajes sin importar estatus ni formación, factores que conducen a una absoluta falta de empaque literario. Yo definiría su  estructura como la de un guión fílmico en el que las acotaciones han sido sustituidas por breves apuntes narrativos. 

Y tiene un por qué. Aunque la editorial no lo mencione en la clásica solapa, Carlos Montero cuenta con una larga y fructífera carrera como guionista de TV y es una de las plumas artífices de esos fenómenos televisivos llamados “Compañeros” y “Física y Química”. Creo que esta información explica por sí sola todas las carencias del relato que nos ocupa.

Si sois asiduos de mis comentarios lectores os preguntaréis por qué no abandoné  a la primera tontuna. Lo hice, en un par de ocasiones. Pero confieso que mientras leía se iban formando nubes de tormenta en mi cabeza, cual Próspero convocando tempestades de crítica perversa. Y me produjeron tales cosquillas cerebrales que terminé la lectura sólo por darme el gustazo de hacer esta reseña. 

Sí, lo reconozco, he sucumbido a la mala baba, pero es que cada palabra que leía me afilaba aún más el colmillo (y no he comentado todo lo apuntado por no hacer la reseña larga).

Pero me redimo en un pispás: si algunos de los lectores tienen hijos que crecieron con las series de TV aludidas  que lo lean que lo van a disfrutar  porque se van a sentir muy identificados.

ADENDA: Aún me sigo preguntando qué pensaba el jurado del premio al otorgarlo a algo tan falto de esencia literaria. 

Sybilalibros


lunes, 31 de mayo de 2021

EL DELATOR. Liam O´Flaherty

¿Delatarías a un amigo y compañero de armas? ¿Por qué? 

Es lo que se pregunta Liam O’Flaherty en esta opresiva novela ambientada en la Irlanda de los años posteriores a su guerra civil (1922-23), en la que la batalla por la Revolución Obrera toma el relevo a la lucha por la Independencia de Gran Bretaña.

Un delator es despreciable hasta en un patio de colegio, pero como si de un Raskolnikov celta se tratara (para mi desesperación y alborozo de fanáticos de Dostoievski), el autor nos introduce en la obtusa y tortuosa mente del soplón Gypo Nolan en un intento de alegato, mientras deambula por los bajos fondos de un Dublín poblado de terroristas de la miseria, sombras de mujeres que se venden por ese alcohol que las vuelve corpóreas en lo que dura un trago, borrachos de academia, hambre institucionalizada y callejuelas inmundas donde la niebla pesa más que la conciencia. 

Un particular vía crucis báquico que dura una jornada (al igual que el Ulises de Joyce, pero menos plúmbeo) que le conducirá inevitablemente ante el autoproclamado consejo de guerra revolucionario presidido por Dan Gallagher: frío, calculador, iluminado egoísta y un nuevo mesías bolchevique siempre dispuesto a derramar la sangre de sus hermanos por la Revolución antes que la suya propia. 

El agónico proceso durará toda una madrugada y al amanecer…Tendréis que leerlo.

Mi amor por Irlanda y el ávido deseo de conocer a sus bardos literarios me llevaron hasta este autor a través (enésima vez) del cine, ya que uno de mis directores favoritos, John Ford, dirigió una  película basada en esta novela, bastante desconocida hoy en día por tratarse de un proyecto personal y poco agraciado del realizador, pero que en su momento tuvo gran acogida, ganando incluso varios Óscar, tanto para Ford como para Víctor McLaglen. Viendo a este actorazo, una no puede más que reconocer que la precognición existe porque, cuando se lee el brutal retrato de Gypo Nolan, ese gigante de músculos desordenados y mirada huidiza, ES McLaglen, aunque el libro se escribiera 10 años antes que la película. 

 Disfruta el autor describiendo ambientes, gestos y acciones tan detalladas que rayan en un puntillismo literario exasperante en ocasiones. Se le perdona por los excelentes retratos psicológicos de los personajes, a los que a veces moldea toscamente en barro y otras, los perfora como un taladro. Es como si Dostoievski se hubiera trasladado a Irlanda. 

Es una novela compleja, comprometida, de denuncia social y muy interesante para conocer el espécimen autóctono de socialismo nacionalista, ya que O´Flaherty, socialista vocacional que llega a militar en las filas del comunismo, narra esa época convulsa, sin escribir IRA pero señalándolo, en la que las traiciones, purgas y luchas intestinas de la organización terrorista eran la Guinness diaria con la que se desayunaba la recién creada República de Irlanda.

A mí me ha enseñado, removido, angustiado y finalmente gustado, a pesar de que uno de los personajes que mejor representan la idiosincrasia de la verde Erín esté ausente: el humor. Supongo que se debe a la intención política del autor. 

La recomiendo para los amantes de Irlanda, de su Historia, de sus escritores, de sesudos autores rusos y para desmontar la imagen bucólica que tenemos de este bello país.

ADENDA: No se pierdan el estupendo prólogo de Antonio Rivero Taravillo.

Sybilalibros


viernes, 28 de mayo de 2021

LA CENA. Herman Koch


¿Qué harías si descubrieras de forma accidental que tu hijo adolescente ha cometido un delito de graves consecuencias y nadie estuviera enterado? ¿Denunciarias? ¿Intentarías averiguar el por qué lo hizo? ¿Lo encubrirías?

De eso trata esta novela que se basa en un hecho real acontecido en Barcelona en 2012, aunque muy libremente y desde luego bajo un prisma  muy diferente al de la sociedad española ya que el autor traslada la acción a su país, Holanda.

El título hace referencia al pretexto que utilizan dos matrimonios para hablar de sus hijos, chavales que lo tienen todo, que crecen con una educación esmerada y progresista, pero que necesitan “emociones fuertes” y trasgredir los límites de la ley para divertirse. No desvelaré aquí la brutalidad cometida ya que el autor juega al escondite con ella hasta mitad de la novela.

La clave está en que se trata de parejas en las que ellos son hermanos que han tenido trayectorias muy diferentes en la vida: mientras que uno es político de gran éxito, atractivo, con una familia de ensueño, niño adoptado en África inclusive como muestra de su compromiso social, el otro es un deprimido profesor en retiro temporal, escarmentado de políticos y del sistema.

Lo que en principio parece una sátira sobre la pedantería y el esnobismo en restaurantes de platos mínimos con nombres kilométricos y facturas astronómicas, una crítica hacia el mediocre burgués que asciende vertiginosamente gracias a la política y un hábil manejo de la hipocresía, se convierte en el decorado de una tragedia siniestra en las antípodas sociales de los protagonistas.

Sorprende la actitud de los padres ante el criminal comportamiento de los hijos, la ausencia de arrepentimiento de éstos, la defensa acérrima de sus retoños por parte de las madres, la frivolidad con la que se trata el tema, la ligereza en el lenguaje ante semejante atrocidad y lo que es más, el desperdicio de la ocasión por parte del autor cuyo objetivo de denuncia queda empañado por la cobardía, sacándose de la manga un subterfugio en la trama que justifica el comportamiento aberrante.

Desconozco si se decide a ello por no escocer a la aburguesada y cómoda sociedad holandesa o porque realmente su objetivo era otro, el de hablar de la relación padre-hijo. 

El caso es que, lo que podría haber levantado ampollas, se queda en una novela pseudo psicológica. Una pena, porque se lee bien, el tema es muy interesante y da mucho juego para el debate.

A pesar del desacuerdo, la recomiendo.

Sybilalibros


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