martes, 4 de mayo de 2021

EL SECRETO DE CHRISTINE. Benjamin Black

Mi primera toma de contacto con el "alter ego" policíaco de John Banville, Benjamin Black, ha sido bastante decepcionante.

Aunque ya me habían advertido de que su calidad literaria quedaba menoscabada al adentrarse en los terrenos de la novela negra, no me esperaba tal bajón, sobre todo después de haber disfrutado enormemente de sus novelas firmadas Banville.

La trama de “El secreto de Christine” está ya más que manoseada por películas irlandesas como “Lavandería de la Misericordia” et alii. Es previsible, carece de intriga salvo un par de golpes de efecto para sacudir al lector del aturdimiento anodino en el que está sumido. Desde el principio se saben los culpables, los personajes son tan arquetípicos que parece increíble que la haya escrito Banville, gran escrutador del alma humana.

Lo único que la salva es que, aun empeñándose en los patrones del género, la prosa de Banville aflora de vez en cuando con esas sus chocantes metáforas en las descripciones ambientales y anímicas.

 No la recomiendo ni para pasar el rato. Es un libro tan vacío como el corazón de su protagonista.

 Sinopsis (por si hay algún héroe que desafía mi opinión):

 La acción de esta novela se desarrolla en Dublín durante los años cincuenta. Quirke, un médico forense con problemas con el alcohol a raíz de perder a su mujer descubre cómo Malachy Griffin, reputado ginecólogo y casi un hermano para él, falsifica el informe de una tal Christine Falls, una de las recién llegadas al depósito de cadáveres. A partir de aquí, Quirke, sustituyendo al clásico papel del detective de otras novelas, no parará hasta descubrir la verdad sobre un formidable complot donde no falta de nada: complicadas relaciones familiares, identidades ocultas, organizaciones clandestinas, tráfico de niños, pactos entre poder e Iglesia, así como algún que otro asesinato.

 Sybilalibros

LA TEMPESTAD. William Shakespeare.

Reseñar a Shakespeare es una osadía y una temeridad, máxime cuando no se es especialista en el tema y se ha leído tan poco de él como yo (sólo El mercader de Venecia, también en edición bilingüe de Castalia, que por cierto recomiendo encarecidamente).

 Y aunque haya visto casi todas las películas basadas en sus obras (algunas estupendas, otras inefables) he llegado a una etapa en la que me apetece mucho más leerlas.

Así, con veneración pero también con curiosidad, me adentro en La Tempestad, catalogada como la más singular de sus piezas teatrales, para, una vez gozada, declararme de nuevo fan irredenta de los versos del bardo inglés.

La Tempestad se desarrolla en una isla desierta habitada por náufragos de personalidad singular, espíritus y monstruos enredadores, donde la magia, lo onírico y la belleza virginal son los ingredientes de una aterradora venganza.

Varias cosas me han llamado la atención: una, la crueldad inusitada del plan de Próspero; la segunda, el humor insolente e incluso procaz de los personajes cómicos que contrarrestan la tensión dramática. Son diálogos repletos de doble sentido difícil de pillar si no se lee una edición anotada. Sin duda permitían al autor conectar fácilmente con el público y deslizar también críticas que de otra manera no hubieran pasado la censura. Y, por último, la metáfora sobre la población del Nuevo Mundo que da sentido a la obra y le confiere un aspecto de absoluta Modernidad.

Me gustaría con esta reseña animaros a leer teatro. Sé que es infinitamente mejor verlo representado (ese es su objetivo), pero leerlo te permite saborear un texto que ofrece genialidades como ésta, que seguro que os suena:

“Estamos hechos de la misma materia de los sueños, y nuestra pequeña vida cierra su círculo con un sueño”

Otra curiosidad:

“¡Oh mundo nuevo y espléndido, qué bellas son tus gentes!” En inglés es “O brave new world…”  Quizás les suene a aquellos que han leído la archiconocida “Un mundo feliz” de Aldous Huxley, pues es su título original (reclamaciones, al traductor).

Y ahora permitidme una “frikada”. Trínculo halla a la criatura monstruosa de la isla, Calibán, y así dice:

“¿Es esto hombre o pescado?

¿Estará vivo o muerto? ¡Pescado es!

O por lo menos a pescado huele. Olor

Muy proverbial es éste del pescado,

Olor como el de un merluzo no muy fresco…”

Si esto no es Gollum, “é ben trovato”.

Pondría la mano en el fuego a que Tolkien se inspiró en la naturaleza servil y resbalosa de Calibán para dibujar a Gollum.

Piérdanle el miedo a leer teatro y déjense arrastrar por ese gran conocedor de la condición humana que es Shakespeare. No sólo deleitarán su oído, sino que se sorprenderán a sí mismos identificándose con personajes y pensamientos. ¡Es tan universal y a la vez tan contemporáneo!

NOTA BENE: Recomiendo leer a Shakespeare en ediciones bilingües, se disfruta mucho más. Yo he leído la edición de  Cátedra, con traducción del Instituto Shakesperiano. Casi tanto o más que la propia obra me han gustado la jugosa introducción y los interesantes apéndices.

 Sybilalibros

 

 

LA COLUMNA DE HIERRO. Taylor Caldwell

 

Ya me conocéis. No leo novela histórica porque me entran tales alferecías que ya me han ofrecido protagonizar “El exorcista” en 3D y sonido THX.

Pero como la mayoría de los audiolibros que consigo en internet para ponerlos como ruido de fondo mientras ando con manualidades y labores son de este género, a algunos les doy una oportunidad.


“La columna de hierro” venía avalado por encomiásticas opiniones de los aficionados al género por riguroso, ya que su autora es una especialista en historia romana, además de gozar de continuadas ediciones desde que se publicó allá por 1965. Para terminar de convencerme, novela la vida de uno de los personajes más amados por esta que escribe, Cicerón. Y ahí me tienen, despojándome de todo prejuicio y abriendo los oídos mientras ensarto la aguja.
¡Ay, Señor, qué disgusto! Esto me pasa por no hacer caso a mis instintos.


Ese prólogo de la misma autora es digno de enmarcarse y colgarse en el Congreso de los USA. Temblores me dan nada más recordarlo. ¿Por qué? Porque para hacer atractivo el personaje de Cicerón a sus (generalmente) incultos compatriotas, ensalzar su valía como hombre de estado, abogado, defensor de los valores y la constitución romanos, me lo compara punto por punto con Kennedy. Y claro, yo, subida a la lámpara como mono con chinches. ¡¡¡¡ Mi Cicerón de mi alma, Kennedy!!???


La trayectoria personal de la autora me aplaca un poco y decido darle una oportunidad. Y después de leer los primeros capítulos de la idílica infancia de Cicerón (imaginada, por supuesto) como un honesto americano criado en un rancho de Minnesota, arranco el cable del iPod a mordiscos y se termina la aventura de Cicerón Wayne.
Igual si hubiese sido más paciente hubiera hallado eso a lo que refieren los que la ensalzan. Pero ya tengo una edad...en que vas a tocarle los romanos a tu madre. 

 De todas formas, copio aquí sinopsis de la editorial, porque seguro que hay gente más paciente y menos intransigente que yo en cuestiones romanas a la que le puede gustar:

 “Esta novela legendaria, fruto de nueve años de trabajo e investigación, es una fascinante recreación de la vida de Marco Tulio Cicerón en la Roma imperial. Gracias a este trabajo, Taylor consigue describir el mundo de la antigua Roma con gran exactitud y captar el alcance de una figura tan excepcional y controvertida como la de Cicerón. Agudo analista del mundo que le rodeaba, Cicerón fue también una persona adelantada a su tiempo cuya clarividencia le hizo ganarse tantos amigos como enemigos. Pero más allá de la reconstrucción histórica fidedigna, La columna de hierro también es una apasionante novela donde se cruzan las intrigas palaciegas, las pasiones y los crímenes, donde salen a relucir las cuestiones que más preocupaban a Cicerón: la religión, la política y la guerra”

 Para los “jartibles” de la época les recomiendo que se vayan directamente a los “Discursos” de Cicerón, estupendamente editados por Gredos.

 

Sybilalibros

 

miércoles, 28 de abril de 2021

EL CHIVO EXPIATORIO. Daphne du Maurier

 En el seno de una familia culta y adinerada nace Daphne du Maurier en Londres, 1907, muere en 1989, en Cornualles, tierra que amaba y personaje además de localización en varios libros suyos. Si leen su vida en la Wikipedia, les parecerá persona contradictoria, ambigua, doble, sumamente interesante. Como un homenaje superficial e involuntario a algunos de sus grandes personajes.  Recomiendo con entusiasmo toda su obra de ficción, tanto relatos como novelas. De estas he leído La posada de Jamaica, Rebecca, El río del francés, Mi prima Raquel.  El chivo expiatorio es de 1957.

 ¿De qué trata? Si deseamos un gran giro en nuestra vida sólo pensamos en los aspectos positivos del cambio, como si fuera posible la felicidad. Olvidamos que ya fuimos desengañados una vez, cuando dejamos de ser niños; el día que supimos que los deseos que concede el genio de la lámpara traen contrato, prospecto, reglamento y mucha letra pequeña.

 Concretando. Profesor inglés de Historia francesa, John quiere ser otro. Lo va a conseguir. La novela arranca magistralmente en las calles lluviosas de Le Mans, con nuestro (si es que no somos nosotros, que lo dudemos es magia du Maurier) atribulado John deseando integrarse en la sociedad francesa. No sabe hasta qué punto lo va a lograr, lo cerca que va a estar del abismo, de perder la identidad… No caeré en la maldad de contar aquí media novela, yo no escribo contraportadas. Sí puedo alabar la existencia de unos diez personajes creíbles, matizados, complejos, vivos. La emoción de la lectura, la incertidumbre, el deseo de avanzar y conocer los próximos acontecimientos; sabemos por experiencias previas que la autora jamás usa golpes de efectos tramposos, sí sorpresas genuinas muy bien elaboradas. Felicidad lectora. Du Maurier expone la maldad humana sin regodearse, no pinta sólo el puñal y la herida con rojo escandaloso, en su cuadro vemos con precisión amena todo lo que rodea el suceso: campos, ciudades, pueblos, mansiones, cobertizos, seres humanos.

 Leo la primera edición, marzo de 2021, en la colección Rara Avis de ALBA editorial, 501 páginas.

 

Luis Miguel Sotillo Castro.

 

 

jueves, 22 de abril de 2021

CIUDADES DE ITALIA. Pío Baroja



 

Pío Baroja es un viejo misántropo de mesa camilla. Es desmoralizante saber que este tipo de ignorancias abundan en la sociedad literaria. Porque se supone que escritores y lectores aprendemos algo leyendo, que poseemos cierta inteligencia. ¿Cómo, pues, caemos en tal reduccionismo perezoso? Este libro demuestra que Pío viajó y sintió curiosidad por la gente y por algunas personas, que no es lo mismo. Capta muy bien los ambientes populares, sabe entresacar de ellos individualidades interesantes, con escepticismo pero simpatía por sus congéneres. “A mí, en general, en las ciudades, artísticas o no artísticas, me interesa más la población que los museos.”

 

Este es un libro de viajes de encargo, para el que Baroja no se cree preparado, llanamente; acepta escribirlo por la insistencia del editor.

 Tira de memoria apoyándose en sus novelas de ambiente italiano para darnos estas impresiones, pues escribe en 1949, décadas después de sus viajes por Italia, el primero en 1909. Su preocupación por la dificultad de retener los recuerdos de un viaje, la prudencia de no visitar muchos lugares en poco tiempo, la desgana ante el turismo al uso; los que sólo nos ponemos calcetines con sandalias en emergencias, estamos con él. Asegura saber poco de literatura italiana, de arqueología; siente antipatía por los críticos. “Yo no soy un turista, ni un esteta”. Pío Baroja es un anti sabelotodo que sabe mucho del Giotto. Liberándose con las protestas de sí mismo anteriores, se atreve con el libro.

 

En la primera parte, La Riviera, nos demuestra su capacidad para describir paisajes, la Costa Azul vista desde el tren; entonces los viajes en tren eran largos, una vivencia, no un trámite apresurado como hoy. En las cuarenta páginas que  le dedica  a Florencia no se olvida de san Miniato, prueba de que sabe ir más allá del sota caballo y rey habitual. Así pasa con sus vistas a Roma, Bolonia, Nápoles, Milán y Génova; que lo ve todo, el arte y los barrios, los monumentos y la hostelería. La descripción de Nápoles, su caserío y paisanos, es tan viva como impresionante.

 

Las opiniones de Pío Baroja, más allá de tener interés por ofrecernos la visión de un español de la primera mitad del siglo XX, sobre Italia en concreto y el viajar y el mundo en general, son a veces polémicas, peculiares, extrañas quizá, mas razonadas, dignas de un hombre libre.

No le gustan algunos iconos universales del  Arte, cree que las catedrales góticas están mejor entre callejuelas que ante plazas amplias, que tanto nos gustan a nosotros para nuestras fotitos… no daré más ejemplos, lean el libro. Los barojianos ya lo habrán comprado, se lo recomiendo al buen lector en general; si conoce Italia más lo disfrutará, por ese vínculo que une a los viajeros.

Editado por Caro Raggio, editorial fundada en 1917 por el cuñado de Pío Baroja. Libro bonito de ver, a cargo de Carmen Caro, con portada de Pío Caro-Baroja. Si bien esta primera edición que leo es de marzo de 2020, 244 páginas, se ha puesto a la venta recientemente, un año después, por no sé qué de una pandemia.

 

Luis Miguel Sotillo Castro.

 

 

 

 

 

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