miércoles, 4 de noviembre de 2020

EL MICO. FRANÇOIS MAURIAC

"Al niño le importaba muy poco no haber sido deseado. Sólo pedía no ser mezclado con otros niños que le harían sufrir; no tener nada que ver con maestros que hablan a gritos… ¿Por qué no ponerlo en una bolsa, hija mía? ¿Por qué no tirarlo al río como un gatito? Iba a la escuela a la hora en que los otros muchachos salían de ella. Tuvo una sensación de su diferencia, de su soledad. Eso es lo que su madre le repite cada día: eres feo, sucio y tonto"

 Dicen que una imagen vale más que mil palabras, pero este párrafo es más impactante que cualquier foto que pudiera añadir a esta reseña.

Conmocionada me ha dejado la lectura de este relato de F. Mauriac, un autor prácticamente olvidado hoy (de hecho, sus novelas o están descatalogadas o son casi imposibles de encontrar) a pesar de haber ganado el Nobel en 1952. Quizá su condición de católico o sus recurrentes argumentos en torno al pecado y a los conflictos de conciencia que arrastran a violentas pasiones, o sus repetidas ambientaciones en el sudoeste francés para reprobar a la vetusta nobleza provinciana le resten atractivo para el lector de hoy.

“El mico” es un relato desgarrador, durísimo, no en su lenguaje, cuidado al máximo, sino por lo que nos cuenta.

Guillaume es un joven nacido en el seno de una rancia familia aristocrática que tiene la desgracia de sufrir en su ADN los efectos de siglos de consanguinidad. Ello le hace aparecer como retrasado, con un carácter inclinado a la indolencia y un temperamento infantil. Soportado por su abuela, ignorado por un padre bobalicón, sólo es querido por su Fräulein mientras su madre, una burguesita con ansias de título a sabiendas de que tendría una descendencia torpe, desahoga su frustración ridiculizando y maltratando a su único vástago de una manera que hace aflorar en el lector la rabia más humana.

Ante la tesitura de convivir con un eterno infante, contratan los servicios de un maestro de escuela comunista que, ilusionado por el idealismo educativo, deja a un lado su odio hacia la nobleza y consigue arrancar fugaces destellos de lucidez en el muchacho hasta que la conciencia de clase da al traste con el despertar y empuja a los actores a un final del que aún no me he recuperado.

Aunque adolece de un poco disimulado maniqueísmo en el retrato de los personajes, el impecable estilo narrativo de Mauriac consigue una ambientación magistral del drama familiar a base de unos diálogos terribles que muestran los temas constantes en la literatura del autor: la indefensión frente a la injusticia, la decadencia moral de la sociedad, donde solo los seres maltratados son los únicos que pueden albergar rastros de humanidad. En definitiva, una visión bastante pesimista de la lucha del bien contra el mal.

 A pesar de lo agrio del argumento, me ha gustado muchísimo. Cuando algo está bien escrito, muy bien escrito, se lee con placer.

Os lo recomiendo vivamente porque además es breve. Yo lo he leído/escuchado en audiolibro de la biblioteca, pero me consta que está fácilmente localizable para libro electrónico en internet.

Sybilalibros        

lunes, 2 de noviembre de 2020

CRÍMENES. Ferdinand von Schirach

 

"Sigan el dinero o el esperma. Todos los asesinatos se explican por una cosa o la otra.”

 Me alerto cuando leo la expresión “basado en hechos reales”. Suele encabezar malos telefilmes y relatos. Como es verdad lo contamos de cualquier manera. Este libro es la negación de esa sospecha, excelente.

Once relatos de casos reales, tomados de la experiencia profesional del autor, abogado defensor penalista en Berlín. Debemos saber dos características de la Justicia alemana para entender el libro. Además del juez principal a veces hay escabinos en los tribunales. Estos son jueces honoríficos que forman un tribunal junto a un juez profesional. Conoceremos varios en estos relatos. La otra peculiaridad nos la cuenta el autor:

 “…en Alemania la fiscalía no es una de las partes en liza, sino que obra con neutralidad. Es objetiva, investiga también las circunstancias eximentes, y por eso nunca gana ni pierde: la fiscalía no tiene más pasiones que la ley. Sirve exclusivamente al derecho y la justicia. Al menos en teoría.”

 

La Justicia intenta alcanzar la verdad para administrar absoluciones y castigos, pero puede ser escurridiza, difusa, engañosa, desubicante, puede parecernos injusta incluso, la verdad. En este libro conocemos crímenes cometidos por gente acomodada, por buscavidas callejeros, alemanes e inmigrantes.

 Todo hombre tiene capacidad de ser malvado o no, de reaccionar ante la violencia con arreglo a la ley o no. Podemos reflexionar sobre ello leyendo estos once casos. También nos divertimos como con las mejores novelas negras. El autor usa armas de la literatura de ficción para contarnos la realidad y lo hace muy bien; intriga, suspenso, sorpresa, que despiertan simpatías y antipatías fuertes. Personas que son personajes y viceversa.

 Leo la edición de Salamandra, sexta, de agosto de 2013; la original alemana es de 2009 en Múnich, ciudad natal del autor, nacido en 1964. 187 páginas.

 Comentario de Luis Miguel Sotillo Castro.

 

 

 

lunes, 26 de octubre de 2020

LABERINTOS. Jesús Fernández Santos

 

Madrileño de 1926, Fernández Santos es autor de la célebre en su día, no sé hoy, “Extramuros”, de ambiente conventual femenino. Tiene versión cinematográfica. Con Garci en la producción, la dirigió Miguel Picazo; las actuaciones de Mercedes Sampietro y Carmen Maura fueron muy elogiadas. Me gusta más su novela  “El hombre de los santos”. Murió en 1988.

  En “Laberintos” un grupo de amigos se encuentra en Segovia para pasar la Semana Santa, 1960, más o menos. Son pintores y escritores, en distinto grado de “consagración”, desde los que ya han participado en exposiciones hasta los que tienen lo mayor de su obra en el pensamiento. El arte como mercado y modo de vida. La mirada sobre los personajes no es nada amable. Serían como barriobajeros barojianos en “La busca”, si no fuera porque no pasan necesidad, son clase media, hijos de los vencedores de la guerra. Hablan más de influencias y dinero que la esencia del arte. Son diletantes con tendencia al cotilleo, para más inri. El mejor personaje es una mujer entre varones, pintora desubicada, tan alejada de realizar sus sueños como de la felicidad conyugal con Pedro, su marido.

  Estamos en una España en la que uno quiere telefonear de Segovia a Madrid, poner una conferencia se decía, y le informan: “Tiene hora y media de demora”. Una Segovia, ciudad turística, visitada por extranjeros incluso, en la que cierto bar es “el de la televisión”, artefacto novedoso. Ya no es la España de la represión feroz de los cuarenta. El aburrimiento, la grisura ambiental,  duele más a nuestros personajes que la falta de libertad política.

  Quiero recordar, ya que no suele decirlo  el antifranquismo de hoy, básicamente lanzadas a moro muerto, que Franco murió en la cama sin tener más opositores fuertes que el PCE y la banda de asesinos ETA. Los protagonistas de esta novela son característicos de su tiempo. Gente que no se mete en líos, conformista;  buscadores de confort y alegría en una sociedad triste pero, para ellos, tranquila.

 Leo la edición de Argos Vergara de 1980, el copyright de Santos es de 1964 y 1980, por lo que revisó la novela en democracia. 180 páginas más tristes que amenas, bien escritas.

 Comentario de Luis Miguel Sotillo Castro.

 

martes, 20 de octubre de 2020

ANTÁRTIDA. Valentín Carrera

 

“…pero siempre, fuera, espesos torbellinos de nieve aventados por la tempestad. Ya toda esperanza debe ser abandonada. Esperaremos hasta el fin, pero nos debilitamos gradualmente; la muerte no puede estar lejos. Es espantoso; no puedo escribir más.

Diario de Robert Falcon Scott, 29 de marzo de 1912.

 En el norte de España no es infrecuente andar a 4º bajo cero. Te abrigas bien y lo soportas. Sin embargo, la sensación de dolor en orejas y nariz, casi lo único que llevas al aire, fastidia. Te quejas creando nubes pesadas de aliento helado.

 Nosotros, cuatro bajo cero, con prendas que no pesan y abrigan de lujo. Cuando hablamos de expedicionarios polares hasta la Primera Guerra Mundial nos referimos a hombres que caminan, trabajan, exploran, hacen sus necesidades con -20º, -30º o menos. Cuando se acuestan, dejan las botas sin dobleces, en la postura en que quieren encontrarlas por la mañana para poder calzarlas, porque saben que al levantarse las encontrarán congeladas y no podrán cambiar su forma rígida. Esto último lo cuenta Cherry-Garrard en su libro autobiográfico  sobre la desgraciada aventura de Scott, que perdió la carrera hacia el Polo Sur con Amundsen y la vida.

 

Las 150 páginas primeras del libro son un repaso de las expediciones que rondaron primero y alcanzaron después la Antártida. Desde Cook en 1773 hasta Shackleton  en 1922, con referencias a las gestas del Polo Norte también; con acierto, pues hay mucha relación. (Tuve la suerte de ver y pisar en Oslo el barco Fram, que estuvo en el Ártico con Nansen y en la Antártida con Amundsen.) Recomiendo todos los libros que cita de aquellos exploradores. El mejor, para mí, el de Apsley Cherry-Garrard: El peor viaje del mundo.

El resto del libro, hasta las 450 páginas, lo dedica a su experiencia personal, la de 2016 y 2017, principalmente. Muy interesante, con las salvedades que detallo más adelante. Es un libro feliz, de un hombre que cumple un sueño; convivir con excelentes marinos y científicos españoles, también argentinos, chilenos, rusos, etc. El trabajo diario, el ocio, las incomodidades, la belleza del paisaje, las relaciones personales, las comunicaciones con el exterior. El relato satisface todas esas preguntas que podemos hacernos.

 Valentín Carrera, berciano, fue periodista en la Antártida, durante nuestra primera expedición científica allí, en 1986. Vuelve treinta años después, en el Sarmiento de Gamboa, luego navegará también en el Hespérides. Nos lo cuenta en este libro.

Carrera tiene buenas cualidades de periodista de los de antes. Es hombre determinado, educado, curioso, adaptable a las circunstancias para descubrir cosas. Pero Carrera es un periodista de hoy. Escribe en politiqués. “El lector y la lectora”. De los científicos de la Antigüedad sólo se le ocurre citar a Hipatia. La satisfacción de ser correcto le hace descuidarse y escribe “Monolito de piedras”. Se le va la mano con el cambio climático. Cuando Shackleton escribe, en 1908, que tal vez vengan inviernos con menos hielo, el autor le da el título de profeta del cambio climático, cuando Shack sólo expresa el deseo de tener menos dificultades en el futuro. No es el único caso. Al tiempo, intenta ser ecuánime y cita a un experto chileno que no cree en la responsabilidad humana de ese cambio.

 En resumen, libro muy interesante que obliga a leer los de Nansen, Alfred Lansing,  Shackleton,  Cherry-Garrard,  Amundsen, Ranulph Fiennes… Muy bien editado por Ediciones del viento, 2020, bonito de mirar, 458 páginas. Muchas fotos, antiguas y modernas, mapas necesarios, bibliografía demasiado breve para mi gusto, itinerario de la trigésima expedición científica española, con el Hespérides.

 Comentario de Luis Miguel Sotillo Castro.

 

 

 

sábado, 10 de octubre de 2020

EL AÑO DEL MONO. Patti Smith

 

Smith es de izquierdas, también persona religiosa, bien que a su aire. No le gustan las drogas, el alcohol poco. Le da un pronto y compra un pasaje Nueva York  Bruselas, un taxi Bruselas Gante para ver una pintura con el Cordero Místico y la Virgen (En este libro lo cuenta). “Madrina del Punk”, vaya con la manía ridícula de encajonar, falsificar simplificando. Su literatura es como ella, no cabe en un armario de estantes ordenados; la etiquetas y Patti convierte esa etiqueta en una cometa de colores y echa a volar.

 Hay que leer las contraportadas de los libros con precaución. Se escriben para incitar a la compra del libro, por lo que destacan lo mejor y ocultan lo menos bueno. Lo comprendo, pero deben ser rigurosas. Es inadmisible cometer un error en una contraportada, lo que ocurre aquí. Pone que Patti acaba de cumplir setenta años en la Nochevieja de 2015, en realidad son sesenta y nueve. Otro error, bien de Smith, bien del traductor, es decir que la tierra de Medea es el Báltico. Tal vez soy tiquismiquis, pero regaño a Patti como se reprocha algo a un amigo, con afecto y confianza. Que yo pueda fantasear con la amistad imposible de esta mujer es mérito de su literatura. Recomiendo sus libros, por este orden de lectura, para ver su evolución: El mar de Coral, 1996; Éramos unos niños, 2010; M Train, 2015; Devoción, 2017; El año del Mono, 2020.

 

En El año del Mono Smith nos cuenta un año de su vida, 2016. Tratándose de ella es mucho más. Tiempo marcado por la muerte de su amigo Sandy Pearlman, quien le aconsejó cuando eran jóvenes formar una banda de Rock; por la enfermedad degenerativa de otro gran amigo, Sam Shepard.

Rabo de lagartija, no para quieta, recorre su país y el mundo con curiosidad incansable. Porta poco equipaje físico, ilimitado bagaje memorístico. Va a todos lados sola. Lleva consigo a sus amores, en muchos casos ya muertos, les habla y comenta lo visto como cicerone para fantasmas inmortales.

 Nos dice en el epílogo: “Sam está muerto. Mi hermano está muerto. Mi madre está muerta. Mi padre está muerto. Mi marido está muerto. Mi gato está muerto. Y mi perro, que murió en 1957, continúa muerto. Aun así, no dejo de pensar que algo maravilloso está a punto de suceder.”

 Patti Smith.

 Tiene la habilidad narrativa de contarnos cosas reales e imaginadas sin confundirnos, con una lengua poética como una llama sobre su cabeza de melena indomable.

 Leo la edición de Lumen, junio de 2020, con fotos tomadas por la autora aquí y allá. 218 páginas de una vida interior y exterior expuesta ante nuestra probable sensibilidad. Un unicornio en un cercado se aburre, nosotros, nada extraordinarios, podemos disfrutar y aprender leyendo.

Comentario de Luis Miguel Sotillo Castro.


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