Me cuesta la vida reseñar
a Daphne du Maurier, porque es tan extraordinaria, tan ricas sus novelas, tan
apasionantes sus personajes, tan bien construidas sus tramas, que prefiero no
analizar lo escrito sino simplemente dejarme llevar por él, disfrutarlo en su
plenitud y deciros que hagáis lo mismo.
Pero entiendo que algunos
amigos lectores aún no han leído a esta magnífica autora y necesitan más datos
que les empuje a ello. Por eso me obligo a redactar esta reseña cuando aún
estoy calada por la lluvia persistente de Cornualles y la humedad ponzoñosa de
la posada no se me va ni con agua caliente.
“La posada Jamaica” es un
novelón, muy distinto de Rebeca o Mi prima Rachel, primerizo, pero que ya
cuenta con todos los ingredientes maestros que hacen de los relatos de su
autora verdaderas joyas literarias. Se podría encuadrar por temática y
ambientación en la estela de la novela gótico-romántica de las Brontë, pero da un
paso más allá, dejando a un lado las pasiones amorosas y ensalzando la
realización personal.
También podría definirse
como novela de aventuras al estilo de las del XIX, a la sombra de Walter Scott,
pero las actividades contrabandistas en la brumosa y salvaje Cornualles no son
más que la excusa para demostrar la violenta verdad del alma humana, despojando
de todo romanticismo al delito y sus cultivadores.
Ante todo y por encima de
todo, La posada de Jamaica, es la novela de lo que es capaz una mujer, Mary
Yellan, que no quiere vivir ni amedrentada ni mantenida por los hombres.
Rodeada de miserables durante todo el relato, sin nadie en quien confiar, Mary
declara a hombres terribles no tenerles miedo, aunque esté aterrorizada, porque
sabe que si les teme es su prisionera. Y ella es libre. En este sentido, es una
novela tremendamente feminista (y está escrita en 1936) que no escatima una
coma para reflejar lo que supone el maltrato físico y psíquico de una bestia
(el tío de la protagonista) para la anulación de la persona.
El argumento creo que es
conocido: Mary Yellan, una joven y valiente huérfana se traslada a vivir con
sus tíos a una siniestra posada en las solitarias costas de Cornualles donde se
encuentra con que su tía vive machacada por la brutalidad de su esposo
alcohólico que por otra parte es jefe de una sanguinaria banda de
contrabandistas. Mary podría huir pero prefiere hacerle frente a su tío e
intentar salvar a su tía antes de que sea demasiado tarde. Y de esta manera se
ve envuelta en los sucios negocios de su familia, encubriendo crímenes y
buscando una salida desesperada sin más ayuda que la del escurridizo párroco de
la ciudad o la del no menos peligroso hermano de su tío. La aventura está
servida.
Daphne du Maurier, escritora
elegante, cultísima y cosmopolita, demostró en sus novelas que para ser
ciudadana del mundo no hacía falta salir de su residencia de Cornualles, donde
sitúa la mayor parte de sus obras. En “La posada Jamaica” el paisaje es un
personaje determinante para el desarrollo de la trama: los ominosos páramos, las
traicioneras ciénagas, los ríos que cantan como taimadas sirenas no sólo
esculpen una naturaleza agreste de leyenda artúrica sino también unos
personajes esquivos, atormentados, oscuros e imprevisibles (se comprende la
fascinación de Hitchcock por ella).
Clandestina como un
barril de contrabando, pavorosa como el ulular del viento, angustiosa como un
naufragio contra el miedo, palpitante como el pábilo de una vela, claustrofóbica
como una charca infecta, imprevisible como la mente retorcida del tío Joss. Así
es “La posada Jamaica”.
ADENDA: Hay adaptación al
cine realizada por el maestro Hitch en su temprana etapa inglesa con Maureen O’Hara
y Charles Laughton como protagonistas. Sin embargo, los escasos medios con los
que fue rodada y la traición al secreto de la novela, desvelado en la segunda
escena de la película, no hacen recomendable su visionado desde mi punto de
vista. Entiendo el enfado de la autora con el director tras ver el destrozo que
había hecho. En fin, el mejor escribano echa un borrón.
Sybilalibros