jueves, 18 de julio de 2019

UNA BIBLIOTECA DE VERANO. Mary Ann Clark Bremer


Esta autora me vuelve del revés.
Daría lo que fuera por vivir sus experiencias al lado de los libros.
Mary Ann Clark no escribe novelas propiamente dichas, sino que cuenta su vida en anotaciones (Notebooks se denominan en inglés los títulos publicados por Periférica. Este es el volumen I) dotadas de tal elegancia, lirismo y evocación que trasportan al lector sobre una alfombra mágica a su mundo, dejándola aparcada como marcapáginas de sueños en cada uno de los libros que ha leído/hemos leído. Porque los hitos de su azarosa y desgraciada vida los cuentan sus lecturas.
En este están Stendhal, Proust, Verlaine, Defoe (qué significativo es Robinson para el apátrida, el exiliado, el refugiado), Thomas Hardy, Flaubert, Balzac y otros, mayoritariamente franceses ya que el relato se desarrolla en un pequeño y encantador pueblo de Normandía donde la autora se encarga, tras una estancia traumática en el hospital, de reorganizar la biblioteca del palacete de su tío para ponerla al servicio del pueblo, puesto que los nazis destruyeron la comunal tras su paso por la zona.
Esta tarea gratísima para todo amante de los libros sirve a la autora para superar la muerte de sus padres, aliviar su soledad, conocer amigos y hallar un amor tan romántico que ya quisieran los cuentos de hadas.
Las menciones y citas de autores denotan un gusto refinado. De hecho dan ganas de transcribir el librito entero a modo de reseña-glosa, de sentirse un poco como monje de scriptorium cuyo único trabajo fuera anotar glosas al margen de los párrafos para animar a leer esta joya.
Nunca estaré lo bastante agradecida a Periférica por editar la obra de esta autora porque los momentos de placer que me depara su lectura son únicos.
Lo recomiendo encarecidamente. No podéis dejar pasar algo tan exquisito en tan sólo 86 páginas.
Ideal para una tarde de septiembre, con tormenta breve que aromatice el café con notas de tierra mojada.
Sybilalibros


martes, 16 de julio de 2019

SHEILA LEVINE ESTÁ MUERTA Y VIVE EN NUEVA YORK. Gail Parent


Me da vergüenza hacer la reseña de este libro cuando ya en su estupendo prólogo Rodrigo Fresán nos da las claves para disfrutar el doble de su lectura, encuadrándolo en el género literario de “solterona rellenita que intenta realizarse” pero su vida es un desastre: vive en un estado de perpetua dieta infructuosa, sólo le salen trabajos de poca monta, sus amigas tienen éxito y encima tiene que lidiar con una madre hipercontroladora obsesionada con el matrimonio.

Gail Parent recoge el testigo de sus predecesoras de la “chick lit” como Wharton, Dorothy Parker o Lorrie Moore y actualiza el género sentando las bases de lo que luego sería el fenómeno mundial de Bridget Jones.
De hecho, se podría decir que Sheila Levine es una Bridget judía neoyorkina pasada por el tamiz locuaz de Woody Allen pero más trágica y cáustica que su heredera inglesa ya que más que un diario, es una larga nota de suicidio.

He de decir que si bien al principio el libro no me arrancó una sonrisa por ser excesivamente tópico, a medida que va avanzando la aventura vital de Sheila, sus odiseas en los antros del Village y sus experiencias con los elementos a los que se empareja, me he ido enganchando más hasta llegar al climax del momento en que por fin decide suicidarse. Toda la preparación del evento es de antología; por momentos parecía un gag de los hermanos Marx: desquicio en el absurdo más absoluto. Lo que me he reído.

Por último comentar que tal y como se apunta en el prólogo, esta fue la única novela que escribió Parent, cuyo oficio era guionista de series de TV, entre ellas el Show de Mary Tyler Moore o Las chicas de oro, estilo que se aprecia en la estructura del libro y en el ritmo de narrar los sucesos como si fueran gags, lo que hace su lectura muy amena. Es como un monólogo de “stand up comedy” estirado en formato de novela.

La recomiendo a todos los amantes del humor sarcástico, ingenioso, verborreico y negro, porque bromear con el suicidio y salir airosos es de genios. Y judío, muy judío: madres angustiosamente protectoras, padres “maceteros”, operaciones de nariz, la comida y los rabinos, Dios y el sexo. Woody Allen trasladado al papel.

Sybilalibros @YoLibro



lunes, 15 de julio de 2019

ULTIMAS TARDES CON TERESA. Juan Marsé


No puedo. Abandono. Me rindo. 224 páginas he aguantado, soltándolo, cogiéndolo. 
¡Ay señor Marsé! Es usted un orfebre de la palabra, pero esas eternas frases coordinadas, esa escasez de puntos y aparte, esos párrafos que constituyen por sí mismos un relato, acaban conmigo.Aunque lo que me ha tumbado de verdad son los protagonistas. 
No se trata ya de absoluta falta de conexión con ellos y su historia por mi parte. Es que ¡¡¡No los soporto!!! 
Si me revienta el afamado Pijoaparte, niñato charnego y arribista del lumpen del Carmelo barcelonés, Teresa, la pijaprogre pseudointelectual revolucionaria aburrida de su vida acomodada me supera. Y no entro en la imagen del emigrante andaluz que transmite porque arde Troya. 

Me dicen que la he leído ya vieja, que con 20 años hubiera caído rendida a esta historia de amor interclasista. Pero no lo creo, porque apenas me interesa la época de los 60 que narra y mucho menos la confrontación social en la Cataluña del momento. Es una cuestión personal. 
Al margen de esto, sí quiero destacar el valor histórico de la novela, casi diría que fundacional en la literatura de la Transición, todo un hito del que oía hablar de pequeña. 
Y la innegable calidad literaria. 
Aunque me exasperaban las frases sin fin, la adjetivación de Marsé es de cátedra ¡Y eso que era autodidacta!; las descripciones de Barcelona, casi me atrevería a decir que la verdadera protagonista de la novela, y de los personajes son tan ricas, complejas y tan poco convencionales que constituyen por sí solas un aliciente para su lectura. 

Prueben a leerlo y si tienen la suerte de que los personajes no les producen la urticaria que me han causado a mí, disfrútenlo que merece la pena.

Sybilalibros @YoLibro

domingo, 14 de julio de 2019

LA PENSIÓN EVA. ANDREA CAMILLERI


Camilleri es un escritor extraordinario, de oficio. Con ello me refiero a que, como muchos otros, confieren al hecho de escribir un sentido de “lavoro”, con horarios parejos a los de un oficinista, un proceso continuo y diario en el que unas vacaciones consisten en abandonar a Montalbano para escribir lo que le viene en gana. Eso es lo que nos cuenta en el epílogo de este relato/novelita/pasatiempo/reflexión.

Sin salir del entorno mítico de Vigatà (cada vez estoy más convencida que Camilleri es el Homero del s.XX), traslada la acción al final de la II Guerra Mundial, justo antes del desembarco de los norteamericanos, justo cuando tres amigos, Nenè, Ciccio y Jacolino empiezan con los picores adolescentes, justo cuando se abre un burdel serio y de altura en el pueblo, justo en el momento en que todo empieza.

La pérdida de la inocencia, la iniciación al amor y al sexo (ya sea con primos, vecinos, criadas o amables prostitutas) es un subgénero visitado por casi todos los grandes autores y Camilleri no se resiste a la tentación. Tira de recuerdos mitográficos (nos asegura que no son autobiográficos) para recrear historias de meretrices preñadas de candor, amor, humor, profunda religiosidad, desamparo. Unas veces con nuestros Tres lanceros bengalíes (perdónenme la metáfora pero me posee el espíritu burlón del maestro siciliano) otras, con algunos clientes que representan a la sociedad isleña del período.

Pero no nos engañemos. Camilleri nunca abandona su vertiente crítica y al final sale a la luz de la mano de los “libertadores americanos”: bombardeos siniestros, hambre, violaciones, dispersión de familias, enrolamientos desesperados, amigos que se quedan en cunetas…La guerra, sin adjetivos.
Lo que resta al final de esta delicia es una nostálgica reflexión sobre la amistad, la vida, el tiempo que nunca volverá.

Lo he leído en el siciliano original (hay traducción al español) en el que se percibe la tremenda facilidad para narrar del autor, un don que explota sin caer ni en la frivolidad ni en el descuido literario.
Os dejo un párrafo que simboliza el sentido de este relato. Está en la lengua original, pero creo que se entiende bastante bien:

“Mangiare, viviri e ascutare la rissaca con l’amico arritrovato. Che c’era di meglio nni la vita? La guerra era passata, pareva accusì lontana che forse non c’era mai stata veramente. Vuoi vidiri che se l’erano insognata?”

Ni qué decir tiene que lo recomiendo desde el corazón.

Sybilalibros @YoLibro



jueves, 11 de julio de 2019

ÚLTIMA ISLA. Lafcadio Hearn


El libro que hoy os traigo es una de las maravillosas publicaciones que Errata Naturae nos regala en la curiosa colección Pasajes dedicada a aquellos escritores  de principios del s. XX, cosmopolitas, viajeros y viajados, que narraban sus encuentros con lo que aún quedaba de exótico en un mundo cada vez menos íntimo, en un lenguaje cuya seña de identidad era la poesía.

“Última isla” es un relato especial, a caballo entre la novela de viajes y la aventura, la nostalgia antropológica y el drama. En ella se cuenta la tragedia que sufrieron las poblaciones del Golfo de México a raíz del terrible huracán de 1856, el que levantó el mar a tal altura que engulló varias de las islas del Golfo, entre ellas Última Isla, trasformando por completo el mapa de la costa.
El comienzo del libro nos describe un paraíso de hoteles de lujo que convivían con cabañas de pescadores, barcos contrabandistas y sirvientes huidos de la justicia, con un lenguaje vivaz, embriagador como los penetrantes aromas tropicales, demorándose el autor en puestas de sol de naranjado onírico, el verde húmedo de los bayous y el constantemente cambiante mar, nunca azul.
Este vergel babilónico en lenguas y gentes se verá arrasado por la cólera divina en forma de un monstruoso maremoto. La narración de este es tan terrible y a la par tan hermosa que deja las imágenes de la película “Lo Imposible” como una pálida copia.

El día después de la furia celestial desciende el relato hacia la grandiosa pequeñez del Hombre en la figura de Feliu, un pescador español temerario que desafía al mar para salvar a una niñita que flota aferrada al cuerpo inerte de su madre. Él y su mujer la criaran como una hija a la que llaman Chita (de Conchita), título de la novela en inglés.

Desconocía por completo a este autor y me ha dejado boquiabierta cómo maneja el lenguaje, la musicalidad de sus palabras, la exquisita sensibilidad para reconstruir una historia íntima ante la potencia de las fuerzas de la naturaleza a partir de los relatos de los habitantes de la zona.

Lafcadio Hearn, nacido en Grecia pero ciudadano del mundo, es el tipo de escritor hijo del colonialismo del s. XIX, viajero, culto, curioso y amante de las culturas diferentes a la europea. Es renombrado sobre todo por sus obras dedicadas a la mitología japonesa, de la que era un profundo conocedor. De hecho, se hizo ciudadano japonés y cambió su nombre por el de Yakumo Koizumi. Su prosa elegante, inspirada y delicada para con esos detalles que suelen pasar desapercibidos es un regalo para todo lector sin prisas, de paladar educado, que ame el viento en la cara y los verdes horizontes.
Leer “Última Isla” ha sido como ponerse una caracola en el oído y escuchar a la Historia susurrándonos en la voz multilingüe del bayou.

Deseando leer sus obras dedicadas a Japón.

Sybilalibros@YoLibro



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