viernes, 14 de junio de 2019

EL HOMBRE DE LOS SANTOS. Jesús Fernández Santos

Si tenemos un presente estable y próspero –en caso contrario, no estamos para ociosidades- , nos dedicamos a pensar en nuestra vida, además de vivirla. Somos nuestros recuerdos; estos son un fresco en una iglesia irrelevante, atacado por los hongos, la humedad, los cambios de temperatura, bajo un tejado endeble y agrietado. 
Fernández Santos, madrileño de raigambre leonesa, vive entre 1926 y 1988. Amigo de Ignacio y Josefina Aldecoa, Medardo Fraile, Rafael Sánchez  Ferlosio, Carmen Martín Gaite; gente de fama más merecida que estridente, grandes escritores todos. Autor de éxito, muy premiado, también es cineasta, relacionado con Mario Camus y Carlos Saura. 

“El hombre de los santos” obtiene el Premio de la Crítica en 1969. El protagonista, copista de joven en El Prado, restaurador,  se dedica a salvar pinturas en peligro, esas que sufren el abandono en las viejas ermitas e iglesias de nuestros pueblines. Trabajando en aldeas anónimas, termina por añorar Madrid; en la capital, acaba por desear huir a algún pueblo medio muerto. Reflexión e insatisfacción. Discreto culo inquieto. Hombre de familia sin vocación.

El curilla de aldea y el salvador de pinturas, ambos con oficios delicados; cuidar y guardar almas, colores, pigmentos, secretos, coinciden en lo dudoso de su vocación, entre campesinos y monjas. Esto impregna el libro de desasosiego y tristeza.
Una boda en las afueras.
El protagonista casa a su hija en el barrio, frontero a la tapia de la Casa de Campo. Padrino sin ilusión, toma copas en los quioscos del Manzanares para no estorbar en casa. Paga rondas y recuerda el viejo Madrid de los años 20. “Era Madrid pequeño y luminoso”; “Aunque había menos luces, sólo un par de cines...” Creo que lo verdaderamente luminoso era la infancia.

La novela está excelentemente escrita, no así editada. Advierto, con disgusto, en esta entrañable colección Libro amigo de Bruguera, algunas erratas y una falta de ortografía. Es edición de 1981, 318 páginas; 250 pesetas en su día, un euro hoy en mercadillo.

Luis Miguel Sotillo Castro


martes, 11 de junio de 2019

FELIPE III .Semblanza de un monarca y perfiles de una privanza. Ciriaco Pérez Bustamante

El autor nace en Cantabria en 1896, vive hasta 1975. Se va de España tras el asesinato de su padre en la guerra, con pasaporte facilitado por la República. Simpatizante falangista, volverá a la España de Franco. No obstante, mantendrá su amistad con republicanos como Claudio Sánchez Albornoz o Niceto Alcalá Zamora. Profesor universitario, historiador, editor, miembro de la Real Academia de la Historia, rector de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

Para escribir este libro se informa en la correspondencia de los influyentes y enterados Nuncios, años de 1598 a 1621, los del reinado del tercer Felipe; las cartas de los embajadores venecianos, tan perspicaces; en autores como Cabrera de Córdoba, Quevedo y otros.

Libro breve, 117 páginas sin contar las notas, no es una historia del reinado. Sí una descripción de caracteres. Del propio rey. Del Duque de Lerma, primer valido. La Emperatriz María, hermana de Felipe II, retirada en las Descalzas Reales de Madrid;  de cuya influencia huyeron Felipe III Y Lerma, llevándose la Corte a Valladolid. La esposa del rey, Margarita de Austria-Estiria. El Duque de Uceda, hijo y sucesor de Lerma en el valimiento. Leemos también sobre el papel importantísimo de los dominicos confesores reales, especialmente fray Luis de Aliaga. 
Felipe II aconsejó a su hijo poco y claramente. Su oficio iba a ser mandarcon justicia, respeto a la herencia recibida y religiosidad. Sólo le dio un consejo práctico y concreto: Que se ayudase de varios sin dar preeminencia a ninguno; así obtendría varios puntos de vista y los secretarios se controlarían entre ellos, moderándose todos. Pues no le dio la gana seguir esta recomendación. Entregó todo el poder a Lerma, logrando descanso propio; para los demás, nepotismo, corrupción, derroche, lujo obsceno y arbitrariedades variasdestacando, en fama y alteraciones innecesarias, el traslado por seis años de la Corte a Valladolid.
Felipe III fue niño de naturaleza débil; regalado, en los dos sentidos. Algunos presentes de su padre: Una escribanía de la India, rosarios para que comience a rezar, libros de pintura y otros en lengua portuguesa, cuadernos con letras coloradas para que las “Baya henchiendo”, un elefante que llegó en una nao de Oriente. Dejovencito fue -heredaría con 20 años-, manso, obediente a su padre. Quizás estuvo demasiado reprimido, espiado, sujeto; vigilado para evitar las malas andanzas y compañías, no libró de la que resultó peor para la Monarquía, la del futuro Duque de Lerma. Sólo este supo acercársele rompiendo su introversión. Cuando el  viejo rey  sospechó , ya era tarde, Felipe II se acababa .
Parece que en su lecho de muerte, apartado el favorito, Felipe III se arrepintió de su reinado. Tarde para los súbditos abusados.
Leo una edición bonita de hojear, ilustrada;  con los datos “Madrid 1950”, sin nombre de editorial, ni derechos ni otra información.

 Luis Miguel Sotillo Castro 

sábado, 1 de junio de 2019

ALGUNAS FORMAS DE AMOR. Charlotte Mew


Siento debilidad por los autores minoritarios de antaño que cayeron en el olvido y nos rescata Periférica. He encontrado verdaderas joyas entre sus títulos, como cajas de Pandora en tienda de anticuario.

Sin embargo, en esta ocasión, he topado con un inesperado sentimiento: la desilusión; porque Mew venía avalada en la contraportada como una de las mejores autoras inglesas hoy olvidadas por su escasa repercusión entre el público pero estimada por grandes autores como Virginia Woolf o Thomas Hardy.

La causa no tiene que ver con la calidad de su escritura, fina y cultivada, sino con el estilo de su prosa: afectada, parsimoniosa, muy eduardiana para un período, la primera década del s. XX, en el que se estaba gestando la revolución de la novela contemporánea de la mano de sus vecinos de Bloomsbury.

Esta forma anquilosada de escribir afecta a la forma de amar del título, de modo que los cinco relatos incluidos en este volumen, que tienen como eje el amor y sus variados deseos, en lugar de despertar las pasiones del lector, se quedan en un alambicado juego de fórmulas y circunloquios para confesar los sentimientos ocultándolos a las normas sociales imperantes. Perífrasis estas cuyo significado escapa al lector actual por muy versado que esté en miradas lánguidas al soslayo o medias inclinaciones caballerescas con desvío a la aspiración del perfume de la amada.  

La verdad es que la autora no me ha aportado nada, ni siquiera en el ámbito de las historias. No podría calificarla de mala literatura pero sí de muy aburrida y encorsetada.
Dejo a vuestra elección su lectura, pues igual sois admiradores de las declaraciones de amor de 1000 palabras.

Sybila @siyofueralibro

viernes, 31 de mayo de 2019

EL BELLO VERANO. CESARE PAVESE


Intentando saldar la deuda que tengo con autores italianos consagrados, he catado por primera vez al turinés más americano, al escritor más desencantado del grupo de autores más perseguido por el fascismo, Cesare Pavese.

Novelita sobre el duro paso de la adolescencia a la edad adulta de una chica en los barrios marginales del Turín industrial, donde se mezcla la canalla bohemia con el obrero conformista.

Narrada en forma de escenas que se suceden guiadas por las dudas de su inestable protagonista, Ginia, he de confesar que a pesar de su brevedad, me ha costado: tanto por los personajes, que me han producido rechazo sin conectar con ninguno; como por el formato elegido por el autor para contar la historia, así como por la traducción, anquilosada en muchos párrafos (leía una edición de cátedra antigua).

A pesar de todo, me ha gustado la escritura de Pavese, el lirismo que impregna sus páginas, la melancolía que desprenden, cómo plasma los sentimientos. Repetiré a ver si consigo conectar con otra historia.

Sybila@siyofueralibro


miércoles, 29 de mayo de 2019

MI PRIMA RACHEL. Daphne du Maurier

Novela extraordinaria. Encierra un misterio, pero uno no puede resolverlo al terminar la lectura y pasar a otra cosa, otro libro. Se queda atrapado, braceando sin poder salir de la estela que la nave Daphne deja; las aguas tardan en calmarse.

No sabía de qué iba el libro, en absoluto. Como hago siempre tratándose de novelas, no se me ocurrió leer la contraportada ni ningún comentario por ahí. Elegí esta lectura por las horas de disfrute y asombro pasadas con “La posada de Jamaica” y “Rebecca”, de la misma autora.

Londinense de 1907, vivió casi 82 años, me parece que felices. Vivió bien, con éxito, familia, amigos y residió en Cornualles, lugar que amaba, la mayor parte de su vida. Sin embargo, muerta padeció buitres. Se escribió sobre su sexualidad, sus amoríos, aunque fue acusada al tiempo de solitaria. Como si la fama quisiera hacerla ambivalente y misteriosa, convertirla en uno de sus personajes inquietantes.

Algo admirable del Reino Unido es que aprovechaba la diferencia
de clases, cuando la había, para escribir novelas; aquí preferimos
ponernos guerracivilistas. En un relato inglés podemos sentir
simpatía por el terrateniente, no sólo por el mozo de su cuadra.
Claro que hay malvados, pero lo son por su condición humana, no
social. Creo que entre nosotros se podría cultivar más esa
novelística de “Arriba y abajo”, Historia nos sobra.

Valga la digresión anterior, que no lo es tanto, para dejar claro que
no pienso contar nada de esta prima Rachel. Les deseo que
disfruten de su lectura como yo, sin apriorismos. Vale mucho la
pena.

Estupenda y sobria edición de ALBA rara avis, 454 páginas escritas
con riqueza y eficacia. Leo la segunda, abril de 2017. La original se
publicó en 1951.

Luis Miguel Sotillo Castro

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