El autor nace en Cantabria en 1896, vive hasta 1975. Se va de España tras el asesinato de su padre en la guerra, con pasaporte facilitado por la República. Simpatizante falangista, volverá a la España de Franco. No obstante, mantendrá su amistad con republicanos como Claudio Sánchez Albornoz o Niceto Alcalá Zamora. Profesor universitario, historiador, editor, miembro de la Real Academia de la Historia, rector de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.
Para escribir este libro se informa en la correspondencia de los influyentes y enterados Nuncios, años de 1598 a 1621, los del reinado del tercer Felipe; las cartas de los embajadores venecianos, tan perspicaces; en autores como Cabrera de Córdoba, Quevedo y otros.
Libro breve, 117 páginas sin contar las notas, no es una historia del reinado. Sí una descripción de caracteres. Del propio rey. Del Duque de Lerma, primer valido. La Emperatriz María, hermana de Felipe II, retirada en las Descalzas Reales de Madrid; de cuya influencia huyeron Felipe III Y Lerma, llevándose la Corte a Valladolid. La esposa del rey, Margarita de Austria-Estiria. El Duque de Uceda, hijo y sucesor de Lerma en el valimiento. Leemos también sobre el papel importantísimo de los dominicos confesores reales, especialmente fray Luis de Aliaga.
Felipe II aconsejó a su hijo poco y claramente. Su oficio iba a ser mandar, con justicia, respeto a la herencia recibida y religiosidad. Sólo le dio un consejo práctico y concreto: Que se ayudase de varios sin dar preeminencia a ninguno; así obtendría varios puntos de vista y los secretarios se controlarían entre ellos, moderándose todos. Pues no le dio la gana seguir esta recomendación. Entregó todo el poder a Lerma, logrando descanso propio; para los demás, nepotismo, corrupción, derroche, lujo obsceno y arbitrariedades varias, destacando, en fama y alteraciones innecesarias, el traslado por seis años de la Corte a Valladolid.
Felipe III fue niño de naturaleza débil; regalado, en los dos sentidos. Algunos presentes de su padre: Una escribanía de la India, rosarios para que comience a rezar, libros de pintura y otros en lengua portuguesa, cuadernos con letras coloradas para que las “Baya henchiendo”, un elefante que llegó en una nao de Oriente. Dejovencito fue -heredaría con 20 años-, manso, obediente a su padre. Quizás estuvo demasiado reprimido, espiado, sujeto; vigilado para evitar las malas andanzas y compañías, no libró de la que resultó peor para la Monarquía, la del futuro Duque de Lerma. Sólo este supo acercársele rompiendo su introversión. Cuando el viejo rey sospechó , ya era tarde, Felipe II se acababa .
Parece que en su lecho de muerte, apartado el favorito, Felipe III se arrepintió de su reinado. Tarde para los súbditos abusados.
Leo una edición bonita de hojear, ilustrada; con los datos “Madrid 1950”, sin nombre de editorial, ni derechos ni otra información.
Luis Miguel Sotillo Castro
No hay comentarios:
Publicar un comentario