Siento debilidad
por los autores minoritarios de antaño que cayeron en el olvido y nos rescata
Periférica. He encontrado verdaderas joyas entre sus títulos, como cajas de
Pandora en tienda de anticuario.
Sin embargo, en
esta ocasión, he topado con un inesperado sentimiento: la desilusión; porque Mew
venía avalada en la contraportada como una de las mejores autoras inglesas hoy
olvidadas por su escasa repercusión entre el público pero estimada por grandes
autores como Virginia Woolf o Thomas Hardy.
La causa no tiene
que ver con la calidad de su escritura, fina y cultivada, sino con el estilo de
su prosa: afectada, parsimoniosa, muy eduardiana para un período, la primera
década del s. XX, en el que se estaba gestando la revolución de la novela
contemporánea de la mano de sus vecinos de Bloomsbury.
Esta forma
anquilosada de escribir afecta a la forma de amar del título, de modo que los
cinco relatos incluidos en este volumen, que tienen como eje el amor y sus
variados deseos, en lugar de despertar las pasiones del lector, se quedan en un
alambicado juego de fórmulas y circunloquios para confesar los sentimientos
ocultándolos a las normas sociales imperantes. Perífrasis estas cuyo significado
escapa al lector actual por muy versado que esté en miradas lánguidas al
soslayo o medias inclinaciones caballerescas con desvío a la aspiración del
perfume de la amada.
La verdad es que
la autora no me ha aportado nada, ni siquiera en el ámbito de las historias. No
podría calificarla de mala literatura pero sí de muy aburrida y encorsetada.
Dejo a vuestra
elección su lectura, pues igual sois admiradores de las declaraciones de amor
de 1000 palabras.
Sybila @siyofueralibro