viernes, 24 de mayo de 2019

POR EL PASADO, LLORARÁS. Chester Himes


Himes nace en Jefferson City, Missouri, en 1909. Vive en París a partir de 1956, hasta que se instala en Moraira, Alicante, en 1969. En nuestro levante muere en 1984, quedando aquí enterrado. Es curioso que un negro estadounidense, harto de la segregación racial, tras pasar por la cosmopolita París, se instale en la España de finales del franquismo. En unos años en los que mis amiguitos y yo, si veíamos un negro por la calle corríamos a casa a contarlo, de inusual que era.

Alcanza el éxito gracias al editor francés Marcel Duhamel, quien le contrata para idear novelas policíacas de al menos 220 páginas. Las escribirá entre 1957 y 1969. Dos detectives negros de Harlem protagonizan lo que Himes llama “historias de acción”, con gente atrapada en sus circunstancias sociales; el color de la piel, notoriamente. Recuerdo especialmente “Por amor a Imabelle” y “Un ciego con una pistola”, título significativo, desde luego.

“Por el pasado, llorarás” tiene una peripecia curiosa, triste. Himes la escribe en 1937, poco después de pasar siete años en prisión. Hasta 1953 no puede publicarla, con el título de “Tirar la primera piedra”, debiendo tragar con cambios y reducciones importantes. Hay que esperar hasta 1998, nada menos, para su publicación integra con su título original: “Yesterday will make you cry”.
Se trata de la vida carcelaria, seis años, de Jimmy, un muchacho de diecinueve. No voy a describir la complejidad del personaje, pues para conocerla leemos la novela; diré que me parece una gran creación, convincente. Sin duda, contiene experiencias del presidio vividas por Himes, pero tiene el inmenso acierto de distanciarse, creando un joven de raza blanca. Corrupción moral y material, de presos y funcionarios; palizas, tiros, incendios, violaciones, prostitución, juego, drogas. Con todo ello y pese al miedo, lo peor del presidio es el hastío, los grilletes que el paso lento del tiempo pone en el alma; otro acierto relevante del libro.

Por si fuera poco lo dicho, hay una historia de amor entre varones, loca, peligrosa, feliz, desgraciada, improbable pero cierta, irracional. Tiene detalles enormes: Los presos ilusionándose como niños ante el descubrimiento del cine sonoro, en 1935 la mayoría no lo conocía aún; lo que más les impacta es oír voces… femeninas. El bueno, o no, del leído Jimmy, creyéndose Aquiles, pero confundiendo a Paris con Héctor. La vida es cometer errores y pagarlos.
De esta novela, superior a la media de su género, Leo la edición de Muchnik, septiembre de 1999, la primera. 438 páginas sin una errata. Siete euros en una librería de viejo; visiten alguna, si la encuentran.

Comentario de Luis Miguel Sotillo Castro.

miércoles, 22 de mayo de 2019

TODO CUANTO AMÉ. Siri Hustvedt


No me ha convencido mi primer contacto con Hustvedt, una autora que me venía recomendada con un aura de brillante intelecto (que sin duda posee) y complejidad reflexiva. Pero tales dones no hacen una novela, sobre todo si se escribe marcando distancias con el lector, de una manera fría y tan intelectualizada que los muchos sucesos emocionales que padecen los personajes rara vez conmueven, a pesar de los apasionantes temas que se tocan en la narración: el dramático proceso de creación artística, el frívolo y voluble mercado del arte neoyorkino donde críticos caprichosos marcan las tendencias internacionales o los trastornos de personalidad.  Estos circulan entre otros más convencionales como las dificultades en las relaciones de pareja y el complicado mundo adolescente.

Pero vayamos al argumento: Leo Hertzberg, profesor, crítico de arte y narrador de la historia, traba amistad con un pintor desconocido, Bill Wechsler, al que decide ayudar a darse a conocer, conmovido por la fuerza de sus imágenes y lo que cuentan, a pesar de que su estilo figurativo no está en boga en el mundillo artístico. El relato de sus vidas, sus amores, hijos, inquietudes filosóficas y existenciales,  se entrecruza con el de las sucesivas exposiciones, auténticos marcadores temporales de la novela, estableciendo ciertos paralelismos entre las vicisitudes familiares de los dos amigos con los temas que definen cada colección pictórica.

Estructurada en tres partes, las dos primeras están enfocadas al  análisis del proceso creativo a la par que cuentan la fundación de sendas familias por parte de los dos protagonistas,  tan conectadas entre sí que incluso vive una encima de la otra, y los inesperados caminos que la vida tiende a los dos amigos. A raíz de un suceso trágico, el último tercio de la novela vira hacia el estudio psicológico de los trastornos adolescentes puestos en paralelo a la moda de la violencia como Arte.

El libro se hace pesado. La acción se demora a ritmo de exposición en galería: parada ante cuadro, análisis relacionado con las existencias de los protagonistas, comentario, siguiente cuadro; hasta llegar a la última parte en la que se desparrama en excesos argumentales mientras los personajes adultos asisten resignados a su puesta en escena.

Honestamente me parece un libro desmesurado, en el sentido griego clásico del término, tanto por el número de páginas como por la introducción de tantos temas de discusión que pierde la noción de novela para convertirse en un híbrido entre la filosofía y la psicología del Arte y una crítica a la farándula que puebla el arbitrario mundo de las tendencias artísticas a modo de erudita charla en ático de liberales pero acaudalados judíos neoyorkinos.

Hustvedt derrocha conocimientos, sabiduría a la hora de divulgarlos y buen manejo de la discusión, pero carece (en esta novela) de la sustancia que alienta a los relatos y no trasmite emociones.

Para mí ha sido una pérdida de tiempo la lectura de este libro, no me ha aportado nada, ni siquiera en el ámbito de la filosofía-psicología del Arte (de las que ya sé bastante gracias a mi carrera). Puede que a un lector interesado en estos temas le atraiga. A mí se me han quitado las ganas de leer el resto de su obra, por más premio Princesa de Asturias de las Letras que le den.

Sybilalibros @siyofueralibro

EN LUGAR SEGURO. Wallace Stegner.


Es la segunda vez que comento a Stegner y vuelve a abrirse el abismo a mis pies, porque reseñar a Stegner es reseñar la vida, y eso es inabarcable. Pero lo voy a intentar, como ya hice con la fantástica Angulo de reposo.

Wallace Stegner es un peso pesado de la literatura norteamericana del s. XX, aunque poco conocido en España hasta que Asteroide nos lo ha puesto en primera fila.
Profesor de Literatura en varias universidades, incluida la de Madison, Wisconsin, donde ejercen los protagonistas de esta novela; maestro de escritores en la escuela de escritura creativa que fundó en la Universidad de Stanford, entre ellos nada menos que Raymond Carver o Ken Kesey; es, por encima de todo escritor. Un escritor que puso en valor el Oeste, su hogar, como referente literario frente al dominio tradicional del Este y de los primeros en poner su pluma al servicio de la defensa del Medio Ambiente.

¿Por qué hago esta introducción? Porque “En lugar seguro” fue la última novela que escribió Stegner y tiene mucho de autobiografía escondida, de reflexión sobre su carrera y la Literatura. Es casi un testamento donde se recogen todas sus pulsiones como escritor comprometido con el oficio y la Naturaleza, un máster de escritura infiltrado entre los personajes, una última llamada al espíritu pionero que no se rinde.

También es un gran canto a la Amistad, que encarnan los dos matrimonios protagonistas: Larry y Sally Morgan, Sid y Charity Lang, tan diferentes en nivel económico, educación y procedencia, que, quizás por ello, sufren un auténtico flechazo mancomunado desde su primer encuentro en la universidad de Madison, Medio Oeste, metáfora de “Punto X” norteamericano donde todo es posible.
La novela está narrada en forma de “flashback” y arranca cuando los cuatro protagonistas, ya mayores y curtidos en las batallas de la vida, se reúnen en la gran casa veraniega de los Lang en el Este para dar el último adiós a uno de ellos. Larry, alter ego de Stegner, rememora entonces cómo empezó todo, allá por los años de la Depresión, cuando Sid y él no eran más que unos bisoños profesores de Literatura de incierto porvenir y todo el talento por demostrar, mientras sus esposas se lanzaban a la par a la aventura de la maternidad.

Los primeros reconocimientos profesionales, los hijos, la enfermedad traicionera, los fracasos, la pobreza, la riqueza, la aventura alocada, los bosques de Vermont, los concienzudos planes de Charity, el verano, Florencia, los sueños que se quedaron en el camino, cansados de que los persiguieran, los libros leídos a una sola voz por un coro ebrio de juventud o Beethoven en un sorbo silencioso de brandy tras la celebración de la Amistad. Estas piedrecitas en el sendero que nos va dejando Larry/Stegner, tan humanas que reclamamos como nuestras mientras leemos, nos conducen al paraíso construido por Charity en Vermont, “el lugar seguro” que al final no lo fue porque la Vida hizo trampas.

Novela absolutamente de personajes, la sustentan la personalidad débil y aventurera de Sid, la crítica y emprendedora de Larry y la comprensiva e inteligente de Sally. Todas encajan a la perfección en el idílico puzzle ideado por la vital, generosa y compulsivamente controladora Charity y, sorprendentemente, seguirán haciéndolo hasta el final, a pesar de las salidas de guion, las desavenencias, o las ausencias, pues lo que el autor quiere demostrar es que no hay amor más verdadero y constante que la amistad.
Nos da esta lección sin sensiblerías, sin adornos estéticos más que los que aportan los altos arces o el viento sobre el lago, en un estilo sencillo y honesto cuya fuerza reside en la palabra y en el carácter de los personajes.
Hay que leer a Stegner, respirar a Stegner, escuchar a Stegner. Recomendable con triple signo de admiración.

ADENDA: Elogio a Asteroide por dar a conocer este autor al público español, y a la par, tirón de orejas para el traductor por no haber tenido la profesionalidad de ofrecer notas a pie de página de las muchas referencias literarias que aparecen en la novela, interesantísimas, para aclarar autor y obra.

Sybilalibros@YoLibro 


martes, 21 de mayo de 2019

El PRADO. La cultura y el ocio (1819-1939). Eugenia Afinoguénova

“Más importante para España que la República y la Monarquía juntas.” Cita de Azaña, ese mal político, hablando del Prado.
Hay olvidos frustrantes, por la importancia de lo olvidado. No recuerdo mi primera entrada al Museo Nacional del Prado. Hoy es, perdida la cuenta de las visitas, uno de mis lugares favoritos. Recorro sus salas, emocionado y feliz; olvidando el tiempo, que me busca y no me encuentra. Procuro rematar la singladura en su estupenda librería.

Joven yo, quería ser Durero en su autorretrato, convertirme de mayor en el general Espínola de Las lanzas. Mas la vida es extraña como el perro de Goya, indomable como caballo que no puede montar ni el César Carlos de Tiziano. Hoy estoy en El jardín de las delicias, no siempre en la misma tabla.
Recomiendo a los visitantes primerizos que no pretendan verlo todo en un día. Acabarán obnubilados, incapaces de asimilar tanta maravilla. Al Prado, como al amor, se debe ir sin quererlo todo de golpe; con atención, lentitud e inteligencia clara.
Este libro:
Eugenia Afinoguénova, moscovita, es catedrática de lengua, literatura y cultura españolas en la universidad de Marquette, Milwaukee, Wisconsin. Nunca agradeceremos bastante la existencia de hispanistas foráneos, ya que no abundan los españoles estudiosos e imparciales.
María Isabel de Braganza convenció a su marido, Fernando VII, para reunir las pinturas reales en un museo, dispusieron para ello del edificio Villanueva, proyectado para otros fines. Ese es el origen del Prado, inaugurado como pinacoteca en 1819; en 1939 reabrió, tras nuestra guerra, que hizo parecer ingenuos al Bosco y Brueghel. Entre tanto, varios borbones y Amadeo; dos repúblicas desgraciadas, varias guerras, mil vicisitudes. Por suerte, si en algo estuvieron de acuerdo las dos Españas fue en la pertinencia del museo de pinturas. Leemos aquí entresijos y grandes acontecimientos del Prado durante 120 años. Si debía pertenecer al Rey o a la Nación, ser elitista o popular, gratis o de pago, de pintura y escultura o de algo más. ¿Se necesitaba protegerlo de los alrededores alborotados o abrirlo como parte del Paseo del Prado? Es un siglo XIX en el que monarcas y políticos de toda Europa se ocupan del museísmo y su influencia en las masas, en París, Londres o Berlín.

Nos enteramos de la peligrosidad del paseo del Prado, del museo rodeado de prostitución, peleas, pernoctadores sospechosos; gente que baña a sus animales en las fuentes, frente a nuestro querido edificio Villanueva. Seguimos el crecimiento urbanístico, pues la zona del museo era un arrabal. Muy apropiados al respecto los planos de la zona incluidos en el libro, además de las ilustraciones y fotografías.
Libro bien editado por Cátedra, en febrero de 2019. 370 páginas, oportuna y amplia bibliografía.

Comentario de Luis Miguel Sotillo Castro.

domingo, 19 de mayo de 2019

MITOLOGÍA JAPONESA. Leyendas, mitos y folclore del Japón antiguo. Masharu Anesaki

Es curiosa, contradictoria nuestra percepción de los japoneses. Admiramos su laboriosidad al tiempo que nos reímos de ella. Nos hace gracia un turista japonés haciendo fotos, mientras nos traemos novecientas imágenes de nuestras vacaciones en una playa como todas las playas.
Occidentalizados política, económica, culturalmente, incluso en el vestuario, no dejan de parecernos exóticos. No sé si nos paramos a pensar lo suficiente, es clave, en la transformación sufrida por este pequeño gran país. Desde la juventud de Hirohito, Dios en la tierra, hasta la renuncia de su aburguesado hijo Akihito, en este 2019, han pasado noventa años metamorfósicos. Mishima se mató antes de que el manga pasase de las viñetas a la calle. Este libro es para los interesados en Japón o en la mitología en general.
Lo primero que llama la atención es que el Sol sea una diosa. Lo segundo, que los seres humanos fabulamos de modo parecido en todo el globo. Podemos encontrar aquí un mito como el de Orfeo y Eurídice o animales parlanchines, con atributos parecidos a los de nuestros apólogos. 

Los japoneses se creen originarios de Corea y el norte de China. Cuando llegaron a las islas del Sol Naciente, las encontraron habitadas por los ainos, gente salvaje y peluda. Crearon sus mitos y leyendas con influencias que enriquecen su sintoísmo, digamos original: Budismo, Confucionismo y Taoísmo. Un resultado llamativo es que podemos leer sobre la existencia de ocho millones de dioses. Aliento divino, panteísta, animista, sobre el mundo; capacidad poética para describirlo. El arco iris es una fuente flotante en el cielo. En la seguridad del hogar se le canta al pequeño:
¡Duerme, niñito, duerme!
en los montes empinados
los hijitos de la liebre se extravían.
Para todo esto y más, como la curiosidad de usar flores en lugar de animales en los escudos heráldicos y muchas otras, este libro ameno, sobre el pueblo nipón, cruel, amoroso, nada ingenuo. El autor, Masaharu Anesaki, 1873-1949, está considerado el padre de los estudios religiosos de Japón. Leo una edición electrónica. Siempre es mejor el papel, más en este caso, para disfrutar de las bellas ilustraciones.

Comentario de Luis Miguel Sotillo castro.

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