martes, 23 de abril de 2019

CHISTERA DE DUENDE. Felipe Benítez Reyes


Hacía mucho tiempo que no me reía a carcajadas con un libro, y este lo ha conseguido: por el desfile de tipos sureños, tan cercanos a mí, por los retruécanos constantes, por la guasa, por lo disparatado de la trama y porque esta se desarrolla entre Sevilla, Jerez, Sanlúcar y Rota. En casa, vamos.

 “Chistera de duende” es la epopeya de un poetastro que vive del sablazo a su madrina en el hostal que esta regenta junto a su querendón (¡¡Cómo me gusta esa palabra!!). Gonzalo de Lerma, seudónimo con ínfulas de señorito, que aunque se critiquen, todo mindundi acerero aspira en secreto a ello, ansía una carrera literaria al modo de los parroquianos del famoso Café Gijón, pero en el cerrado pueblo sureño donde reside (Rota, aunque no se cita) únicamente puede leer su obra en un vetusto café donde las fuerzas vivas anatemizan sus versos surrealistas. Una noche de fuerte esgrima verbal por un quítame allá una sinécdoque empuja a Gonzalo y a su amigo autor teatral que anhela la revolución obrera a través de las bambalinas, a una persecución delirante para destapar una conjura palaciega que ya hubiera querido el contubernio judeo-masónico franquista, supuestamente tramada por los rancios recitadores del casino: un abogado respetable putero que escribe novelitas de ligueros sicalípticos, un cronista oficial que hace encajes de linajes por encargo y un avispado comerciante de maquinaria agrícola, comandados por un conde italiano que como todos los ídem, ni es conde ni es italiano, que a su vez se entiende con el arzobispo de Sevilla. Un despiporre en toda regla.

“Chistera de duende” es una fiesta de las palabras, una algarabía de metáforas, un tiovivo de personajes, un banquete de humor con platos finos, cínicos, guasones y a veces hasta astracanados; un paseo por Valle, Jardiel y Azcona. Y aunque su egregio autor haga acto de contrición en el epílogo de esta edición, excusando supuestos errores por ser novela primeriza, os aseguro que es una auténtica gozada leerla, hasta tal punto que estoy decidida a devorar la obra completa de este genio. ¡Qué satisfacción hallar por fin un autor español que me de tantas alegrías!

Recomendable es poco. Si no fuera porque estoy en contra de la lectura obligatoria, os la exigía. Aquí os dejo una muestra de lo que comento sobre los juegos de palabras:
"Lerma dio unos cuantos traspiés con las butacas de peluche, rojas y redondeadas como labios de diva del sexo, y alcanzó la calle bajo la sensación de haberse fugado de una pesadilla contradictoria y especialmente mal estructurada (...)
Se volvió y vio una silueta que bajaba por la calle con esa lentitud inquietante propia de los asesinos y de los enfermos del corazón. La brasa de un cigarrillo se encendía en el rostro de la silueta y las bocanadas llenaban el aire de un humo barroco y teatral, componiendo volutas de misterio" 

Sybila @YoLibro


domingo, 21 de abril de 2019

CON EL CIELO A CUESTAS. Gonzalo Suárez


“Hay que desordenar el caos” dice el maestro Suárez y a fe que lo consigue en esta maravillosa, extravagante, surrealista, rotundamente francesa ¿novela?

Os presento a los “dramatis personae”: una mujer con sexo de hombre; una desinhibida e intrigante pintora sueca a punto de casarse, que hace honor a su nacionalidad y transita por todos los vericuetos del sexo; un marido consentidor a la francesa; un chaval inocente que señala con el dedo del destino, y, finalmente, realidad cayendo a plomo, un español exiliado que, huyendo de su pasado, tropieza accidentalmente con la historia criminal de celos desatada.

Con estos ingredientes uno podría pensar en historia policíaca libertina y reivindicativa, pero no. G. Suárez nunca apuesta sencillo. Le gusta jugar fuerte y con la mente del lector. Así compone una bizarra novela de exiliados, combatientes por las libertades, aliados, por arte de casualidades casi homéricas, con los adinerados esnobistas más delirantes de la Francia de posguerra, combinada con los recuerdos de la época del propio autor, que le asaltan en sueños rodados en 8mm y glorioso blanco y negro.

Lo que Suárez proyecta ante nuestros ojos es una novela negra de kiosko, un documental montado con los negativos hallados en el desván de su memoria, un homenaje a los mitos franceses que forjaron el Elíseo español del antifranquismo. Y lo hace con un rápido e imaginativo guión plagado de diálogos tan cortantes como los de Sam Spade, un cúmulo de situaciones equívocas que llevan a desenlaces estrafalarios, una traslocación de la lógica narrativa que conduce al lector a confundir los límites entre realidad y ficción, algo muy querido para un autor que escribe de maravilla, que usa un vocabulario tan rico que mantuvo a mis neuronas en perpetua excitación nerviosa y todo bajo el pabellón de la libertad creativa.

La he disfrutado muchísimo. He gozado con sus referencias cinéfilas y literarias francesas, apreciables en su mayoría sólo para “connaisseurs” y la recomiendo para todo aquel que tenga la mente abierta a las jugadas de la imaginación, la mirada perdida en los sueños de la infancia y el corazón en permanente construcción.

Sybila @YoLibro

miércoles, 17 de abril de 2019

LO QUE PERDIMOS. Catherine O’Flynn


Fábula contemporánea, narrada en dos tiempos, 1985 y 2006, sobre la devastadora soledad originada en el vertiginoso avance de una sociedad despiadada, que engulle la esencia de las personas, personificada en esos “leviatanes” del consumo como son los megacentros comerciales.

La conexión entre ambas épocas, la pantalla de un televisor de la sala de vigilancia del centro comercial. Los protagonistas, Kurt, un vigilante nocturno, insomne por vocación para huir de la pesadilla de la muerte de su esposa y Lisa, una de las muchas trabajadoras explotadas por empresa multinacional y atrapada en una relación tan alienante como su esclavizador empleo. La sacudida que despierta a estos peones del capitalismo: la desaparición en los ochenta de una niña huérfana, Kate, deliciosamente creativa, que sueña con ser detective y que vive en una perpetua conversación aventurera con su amigo imaginario. Su búsqueda supondrá salir del círculo vicioso la ficha laboral y la catarsis de pasados dolorosos.

Novela de desarrollo desigual, contempla una primera parte (la dedicada a la historia de la niña) muy dinámica y atractiva que pierde el norte y el pulso en la segunda parte, como para acompañar el estado de ánimo de sus actores, con el agravante de la inserción de extraños monólogos de gente anónima y ajena a la novela que deambula por el centro comercial. Creo que la intención de la autora era presentarlos como metáfora de la deshumanización de la masa compradora, pero mi opinión es que yerra en el formato, ralentizando y enroscando aún más una trama ya de por sí ofuscada.

Dulce como el caramelo de la infancia, amarga como un sándwich al que le falta la mitad; tierna pero a la vez despiadada, rebosante de sentimientos sin sentimentalismos, cruda pero sin arañar; acierta en el argumento, en la crítica sin paliativos al brutal desarrollismo capitalista de los 80 en Reino Unido, que creó factorías de parados y sumió en el conformismo a las generaciones siguientes, atina también en los personajes, pero ¡Ay! peca de ambición, de exceso de reflexión, de alargar innecesariamente la trama. Y eso pasa factura, a pesar de la cuidada prosa que exhibe la autora.
Aunque crea unas expectativas que después no cumple, yo la recomendaría por la actualidad de su denuncia.

Sybila @YoLibro

lunes, 15 de abril de 2019

LEONOR DE AQUITANIA. Régine Pernaud

En el prólogo de página y media, también en las cuatro páginas finales dedicadas a una insuficiente bibliografía, la autora se queja de los tópicos que denigran la Edad Media; bien. Nada hay inventado en su libro, dice, incluso los pocos diálogos están tomados de fuentes del período en cuestión; vale. Ha decidido no cargar el libro de notas y referencias; mal.
Hallo algunos excesos imaginativos, inquietantes, pues se nos promete rigor histórico. Por ejemplo: Tras aclarar la autora que París no es, política, religiosa ni artísticamente una de las ciudades más relevantes de Francia en los años treinta del siglo XII, asegura que Leonor “debió” sentir algo especial al llegar a la ciudad del Sena. ¿Por qué? Porque “Algo vibra en el aire de París.”
Escrito lo anterior, el libro es interesantísimo.

Esposa, madre, abuela de reyes, legisladora, viajera, Leonor nace en Poitiers en 1122 o 24, muere en 1204. Vive el Románico, la transición al deslumbrante, osado Gótico. Crece en las cortes nobles rodeadas de campos hermosos y fértiles, sociedad de torneos y trovadores, a los que inspira y alienta.
-Como referencia para el lector español, Leonor tiene 11 o 13 años cuando Alfonso VII es coronado Emperador en la catedral de León. El nieto de Alfonso VI ha llegado a tanto porque su madre, Urraca, reina de León (1081, 1126), ha reinado, gobernado y legado a su hijo el noroeste de España. Urraca no ha tenido una Régine Pernoud; ni Berenguela, la madre de san Fernando III, ni María de Molina, esposa, madre y abuela con mando de reyes. En tiempos de Leonor el sur y el levante hispanos son musulmanes.-
Si bien todos los grandes señores de Francia rinden homenaje al rey, Luis VI, en la práctica son autónomos y varios, como el padre de Leonor, más ricos que el soberano. De manera que es Luis hijo quien hace un matrimonio ventajoso al desposar a Leonor, duquesa de Aquitania, poco antes de convertirse en el rey Luis VII. Leonor le dará dos hijas, irá con él a la segunda Cruzada; provocará la anulación del matrimonio para, meses después, casarse con Enrique, hijo del conde de Anjou. Acompañará al Plantagenet en su conquista de la corona inglesa. Ya es reina de nuevo, mujer de Enrique II de Inglaterra. Tendrá de él a los dos próximos reyes ingleses, Ricardo corazón de león y Juan sin tierra, amén de otros seis hijos.
¿Qué podría salirle mal a esta pareja osada e inteligente? Enrique le es infiel y ella se venga. Leonor conspira con sus hijos, ambiciosos, airados, contra su padre el rey. Enrique la atrapa y la encierra diez años. En este punto, los cinéfilos recuerden a Hepburn Leonor y O’ Toole Enrique en “El león en invierno”.

Para saber más, lean el libro, bien escrito por Pernaud, medievalista francesa y tan ameno como las peripecias que describe. Sabrán cosas sobre san Bernardo de Claraval, abad del Císter y Doctor de la Iglesia; santo Tomás Beckett, Canciller de Inglaterra y mártir; Saladino, sultán conquistador de Jerusalén; Felipe Augusto, rey de Francia; Conrado III, Federico Barbarroja, Enrique VI, coronas del Sacro Imperio; Manuel Comneno y su Constantinopla, etc, también dramatis personae.
Para terminar, confesaré que, para mí, el personaje más fascinante de esta historia es Enrique II Plantagenet, rey amado y odiado a lo Shakespeare.

La edición francesa original es de 1966. Leo la de Acantilado, sin erratas y con árboles genealógicos convenientes, la cuarta reimpresión, de marzo de 2019. 332 páginas.

Comentario de Luis Miguel Sotillo castro.

jueves, 11 de abril de 2019

AGUA VERDE, CIELO VERDE. Mavis Gallant


La novela que hoy os comento es un bocado extraño y exquisito, el descubrimiento que nos ha regalado Impedimenta este año de una autora apenas conocida en España por falta de edición pero sí muy reconocida en el mundo anglosajón, entre los más delicados degustadores de relatos.
Leer a Mavis Gallant me ha supuesto adentrarme en un universo donde el lenguaje es tratado con mimo y proporción, desvelando una escritura que me recuerda a las delicadas pinturas japonesas en las que cada equilibrado trazo refleja un infinito de sentimientos, proporcionando así un intenso placer al lector que refrena a sus ávidos ojos y los obliga a caminar descalzos sobre esa alfombra de palabras escogidas.

Pocas veces me ha ocurrido esto, entre ellas, leyendo a Alice Munro quien, como comento en la reseña, considera su maestra a M.Gallant. Poco más se puede añadir.

“Quien carece de un país emocional puede considerar a otra persona su casa” Mavis Gallant

De nuevo una estupenda sorpresa hallada entre las novedades de la biblioteca. Me atrajo el título: rotundo, colorido, evocador y desde luego con grandes promesas de un lenguaje cuidado, poético y sensorial. Y también, a qué negarlo, una pictórica portada de Impedimenta. Después, mientras leía, me di cuenta que estaba ante una escritora extraordinaria, con gran dominio de la palabra, artífice de novedosas estructuras narrativas y poseedora de una sensibilidad especial para adentrarse en el espíritu humano, en esas debilidades que lo hacen tan atractivo.

Investigué y hallé a una reconocida autora canadiense de relatos de los años 50, publicados en su mayoría en “The New Yorker”, admirada sin fisuras por autores anglosajones, que sin embargo prefirió una vida en París alejada de ese mundo, y de la misma calidad literaria que la afamada Alice Munro. De hecho Munro la reconoce como su maestra en el difícil arte del relato.
No puedo opinar sobre sus cuentos porque los acaba de publicar este año 2019 Lumen, aunque espero leerlos pronto. Pero sí puedo comentaros la gozada que ha sido la lectura de esta su primera novela (sólo escribió dos) editada en España gracias a Impedimenta.

“Agua verde, cielo verde” es una novela hija de su tiempo, escrita en 1959, en un momento en que la clase media norteamericana buscaba reinventarse -caducos ya los valores heredados de la guerra- donde se narra la historia de unas relaciones atormentadas: Bonnie, una  madre separada de mediana edad proveniente de una potente familia de valores tradicionales, recorre Europa con su hija adolescente Flor en un vano intento de llenar los vacíos que arrastra su inadaptada y esnobista existencia.
 Venecia y Cannes son testigos de la confusa relación que mantienen madre e hija. Bonnie proyecta sus deseos y frustraciones en Flor que, empujada por su madre, intenta construir en París la familia que les retire de su nómada existencia con un matrimonio y un marido que siente como ajenos desde el principio. Esa alienación hundirá a Flor en la locura.

“Agua verde, cielo verde” está narrada a cuatro voces (Bonnie, Flor, su marido y su primo) y construida a base de monólogos interiores que se solapan sin terminar de proporcionar al lector una imagen completa de la historia, de forma que ésta queda como craquelada, con grietas, al igual que las frágiles emociones que conectan a estos personajes desarraigados. Estará en el lector si rellenar o no esos huecos intencionados con su imaginación.

Autora absolutamente recomendable: inteligente, hábil, que se sale de lo convencional, con un lenguaje inspirado, a la que volveré en cuanto pueda a pesar del poso de pesimismo y desconcierto en el que me ha sumido esta novela.

Sybila @YoLibro


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