sábado, 16 de marzo de 2019

ESTUDIOS DE HISTORIA 2. SEVILLA, FORTALEZA Y MERCADO Y OTROS TEMAS SEVILLANOS. Ramón Carande

Un palentino deslumbrado por Sevilla. Nada raro, lo extraordinario es lo fecundo de ese amor. Este volumen recoge textos que resumen una devoción, una vida larga y fecunda residida en la ciudad del rey Fernando, tercero de su nombre.
En “Sevilla, fortaleza y mercado”, 1925, vemos cómo una ciudad se transforma, sienta sus bases jurídicas, crece y se hace grande. Anotando los títulos de sus partes sabemos el plan del trabajo: “La ciudad y su alfoz”, “Caballeros y mercaderes”, “La administración en la economía ciudadana”. Carande indaga en todos los archivos disponibles, incansable y rigurosoAprendemos sobre los problemas de población, cómo se atrae gente que habite la ciudad,casi despoblada tras la conquista de Fernando III en 1248. Los repartimentos de casas y solares, la organización concejil, social, con base en el fuero de Toledo. El desarrollo de Sevilla desde el rey santo hasta los primeros trastamara, los enriques del siglo XIV.Leemos sobre la importancia del río, de los genoveses. Renovada por guerreros, campesinos, comerciantes; vive Sevilla encerrada en sus murallas… no, abierta al comercio, al mundo.
Para comprender de dónde viene Sevilla, disfrutamos el trabajo “Sevilla, alminar y domicilio”, sobre las ciudades hispano musulmanas. Tenemos también un recuerdo para la hispanista norteamericana Ruth Pike; páginas sobre Pedro Salinas, madrileño catedrático en Sevilla, poeta excelso; algunos textos más de don Ramón. 
Carande, que vivió casi cien años, 1887-1986, es de esos españoles que sufrieron la inquina de ambos bandos en nuestra guerra, lo que hace que confiemos en él. Sobra hablar del éxito de su obra célebre “Carlos V y sus banqueros”. 
Leo la edición de Editorial Crítica, 1990, 274 páginas.

Luis Miguel Sotillo Castro



viernes, 15 de marzo de 2019

DEVOCIÓN. Patti Smith

“¿Por qué escribimos? Porque no podemos limitarnos a vivir.”
“Trepo por el lateral de un volcán tallado en el hielo, con el calor que emana del pozo de devoción que es el corazón femenino.”

1977, tenemos 16 y 15 años. Mi amigo trae una cinta de casete –Mira qué tía más molona. Es Patti en blanco y negro, chaqueta al hombro, en la portada de “Horses”, fotografiada por Robert Mapplethorpe. Empieza el álbum con “Gloria”: “Jesus died forsomebody’s  sins but not mine”… Mi amigo morirá a los treinta, de la droga. Como tantos. Incitados a consumir por los popes progres del rock, la prensa, la literatura, la política. “El que no esté colocado que se coloque”. Pocos mea culpa he visto.

Patti publica este libro en 2017, con 70 años. Antes leí el estupendo “Train”. Aquí vuelve a viajar, a Francia e Inglaterra esta vez; siempre con su cámara fotográfica, su mirada atenta, su relación comprensiva, devota, con la vida y sus pequeñeces esenciales. Toma infusiones, come poco, indaga mucho; sobre los horrores cometidos por Stalin en Estonia, Albert Camus, Simone Weil o una joven patinadora sobre hielo vista en televisión. La curiosidad bien aprovechada.
Las 56 páginas centrales del libro contienen el relato “Devoción”. En las anteriores y posteriores, reflexiona sobre el proceso de la escritura. Una maga que se sincera desvelando sus trucos. 119 páginas en total, sin índice, lamentablemente. Libro ilustrado con fotos pertinentes, la mayoría de la propia Patti. Editorial Lumen, primera edición, mayo de 2018.

Luis Miguel Sotillo Castro

jueves, 14 de marzo de 2019

CEMENTERIO DE ANIMALES. Stephen King

Me pregunto por qué no me da miedo la literatura de terror. El cine sí, al menos me sobresalta, me inquieta. Tal vez sea cierto que lo que asusta en los filmes es el sonido anticipando la la imagen.
 Del celebérrimo King leí sólo “Mr Mercedes”, me gustó; como este “Pet sematary”. Quizás algo larga la novela, por el empeño del autor en describir la vida cotidiana  exhaustivamente. Supongo que así contrasta más la irrupción de lo increíble y pavoroso en la existencia  de estas personas corrientes de Maine. Es muy eficaz que transmitan el miedo seres adorables en principio, un gato y un niño. Todos tenemos el horror a nuestro alcance, nadie es lo bastante razonable como para evitarlo. El meollo del libro es que si pudiésemos traer a alguien desde el otro lado de la muerte, lo haríamos por amor; o peor, por curiosidad, pese a las advertencias.
 Frecuento poco este género. Para mí, la mejor novela de terror es “La casa infernal”, del gran Richard Matheson, autor de “Soy leyenda” y “El increíble hombre menguante”.
 El original es de 1983, leo la edición de Círculo de lectores de 1985, casi regalada en un mercadillo.
Luis Miguel Sotillo Castro

miércoles, 13 de marzo de 2019

LA ACABADORA. Michela Murgia

Otra de esas joyitas que encuentro en la biblioteca pública y que por pasar desapercibida del gran público disfruto el doble: leyéndola y compartiéndola con vosotros.

 La acabadora, novela pequeña en el sentido de no tener grandes pretensiones, nos habla desde la humildad y el corazón de temas tan incómodos como ayudar a morir, la extrema pobreza que lleva a familias a entregar en adopción a sus hijas a cambio de dinero o las vendettas que se pierden en la noche de los tiempos y siegan vidas inocentes.

El buen hacer de la autora, con su prosa trabajada, rica en imágenes y expresiones del dialecto sardo, tan cercano al catalán; la elegancia y el cariño a la hora de tratar a sus personajes le valieron el prestigioso premio Campiello en 2010 en Italia.

La historia: En plena posguerra en un pueblucho de Cerdeña, Bonaria Urrai, una anciana viuda sin hijos que nunca ha estado casada  adopta a Maria, la hija pequeña de una familia muy pobre, como “fill’e anima”, hija del alma, un vínculo sagrado y ancestral.
Todos en el pueblo saben cuál es el oficio no reconocido pero sí necesario y reclamado de Bonaria, aparte de modista: el ayudar a bien morir a los que se les escapa la vida del cuerpo a través de ensalmos que se remontan a la infancia de las duras rocas sardas.
La niña Maria lo ignora, pero a medida que pasa el tiempo y va creciendo, las salidas nocturnas de la tía Bonaria se le hacen más sospechosas hasta que descubre su labor contra natura. El amor y la confianza que le tenía se desvanecen y huye a Turín de un destino que le parece abominable pero que la perseguirá.

Alrededor de tía e hija pulula un mundo de silencios y secretos, de mujeres de negro en apariencia sumisas pero que son las verdaderas voluntades que mantienen al pueblo en pie y hacen crecer la vida, mientras los hombres la ahogan a vendettas. Un mundo de vendimias, alegres bodas, postres ancestrales (cuyas recetas podéis apreciar en el apéndice del libro), solidaridad vecinal y ausencia de miedo a morir.

Lo recomiendo por ser un libro curioso, interesante, bien escrito, ameno (lástima que en la segunda parte se desinfle un poco) que pone sobre el tapete la eutanasia con gran naturalidad, sin dramatismos ni prejuicios.

Sybila @YoLibro

lunes, 11 de marzo de 2019

SIGMARINGEN. Pierre Assouline


Si toda guerra propicia la reproducción en masa de indeseables, la II Guerra Mundial se llevó la palma en ese ranking. Rápidamente se nos vienen a la cabeza nazis y fascistas italianos, pero hay un grupo especialmente miserable, en tanto en cuanto pertenecía a una de las democracias más consolidadas de Europa, y fue el discutido y siempre discutible gobierno colaboracionista de Vichy, que ha hecho correr ríos de tinta, sobre todo en el país vecino.
Assouline, periodista, novelista, crítico literario, en fin, toda una figura de las letras francesas, a modo de homenaje a su tío que vivió los últimos días de Vichy, nos narra esa esperpéntica huida hacia delante en el final de la guerra del Mariscal Pétain, el presidente Laval y su corte de criados, funcionarios, milicianos que los conduce al refugio ofrecido por Hitler: el inmenso castillo de Sigmaringen de los Hohenzollern. A ellos se unen miles de civiles franceses entre los que se encuentra el escritor Céline, causando una verdadera convulsión en la ciudad que depende del castillo.

Expulsada la aristocrática familia alemana de sus ancestrales dominios, deja de guardia de su patrimonio y nombre a su mayordomo Julius Stein, personaje inspirado abiertamente en ese otro epítome del oficio que es el Stevens de Los restos del día, y que fiel a su sentido del deber y de la lealtad hacia la familia Hohenzollern, organiza, cuida, se preocupa, calla y no juzga a toda esa corte versallesca que usurpa el amado castillo donde ha servido su familia, convertido ahora en un nido de intrigas, ambiciones y traiciones. Lo único que alivia a Stein es su amor por la música y el inicio de una extraña amistad con el ama de llaves importada de Francia que deparará varias sorpresas al final del libro.

Opta el autor por una solución de compromiso entre la novela y la crónica periodística que no termina de convencer, en mi opinión. Escrito en una prosa seca que abunda en las elipsis, adolece de un exceso de documentación y de personajes secundarios que carecen de importancia y frenan el ritmo interno de la novela. Flaquea asimismo en la construcción de la historia romántica, previsible y tan falta de chispa que el lector apenas se emociona con ella.

En cuanto al componente histórico, está muy bien reflejada la mediocridad casi obscena de los dirigentes galos, viviendo al margen de una población muerta de hambre mientras ellos protestan por la escasa variedad de sus postres, pelean por las habitaciones como críos y juegan a atraer a sus causas personales a los funcionarios que los acompañaron; pero honestamente, esperaba más información acerca de un momento tan interesante y poco conocido.
Sorprende Assouline tratando con benevolencia al viejo mariscal Pétain, quizá recordando su servicio a Francia en la I GM, y casi reivindicando a Céline (supongo que por su obra Viaje al final de la noche). No salen bien parados ni Laval ni el siguiente presidente en el exilio, Bertrand.

En resumen, más le hubiera valido al periodista escribir un ensayo o monografía con el material que contaba que hacer un extraño mestizaje con el género novelesco porque el resultado deja mucho que desear.
Al fracaso como novela hay que añadir los serios problemas de traducción (y no es la primera vez que sucede con Navona Editorial), tanto que a veces se masca el camembert tras las palabras. Una pena.

Sybila @YoLibro


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