Sigo en mi agotadora búsqueda de autores españoles actuales que valgan la
pena y debo confesar otra decepción. Y eso que viene avalado por Acantilado y premio Café Gijón.
De fondo (y que no falte) tragedia en la España profunda de posguerra, discapacidad familiar incluida.
Cansino, pesado, trasnochado, vulgar de puro visto y leído por más que el autor quiera darle tono cosmopolita copiando párrafos enteros de Rebeca de Du Maurier. Comparar Manderley con villorrio castellano de cerrado y sacristía es un sacrilegio.
Vuelvo a preguntarme en qué piensan los miembros de jurados de premios literarios. Aunque sabiendo que la inefable R. Regás participaba en éste, debería haber hecho caso a mis justificados recelos.
No pierdan el tiempo.
Novelilla construida sobre un monólogo que entona un "mea culpa" tan repetitivo que un mantra tibetano tiene más letra.
Sybilialibros
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