Hacía tiempo que
andaba detrás de este libro pero no estaba en el fondo de la biblioteca.
Casualmente, entre las variadas ofertas de Amazon de libros en lengua
extranjera, lo hallé junto con otras bicocas. Soy muy kamikaze cuando se trata
de leer en otro idioma. No me planteo su dificultad sino que me apura la
curiosidad de cómo sonará en su lengua original. Y he de decir que me he pasado
de atrevida, porque la narración de O´Farrell no es compleja en sí, pero las
descripciones de las emociones, enlazadas con las de los recuerdos que
sobrevienen a trazos, o con el paisaje doméstico, me han obligado a releer más
de una vez un párrafo hasta aprehender todos los matices. Esto, más que echarme
para atrás me afianza en la buena opinión que tengo sobre esta autora, sobre
todo a la hora de crear personalidades más que personajes.
Aun tratando el
tema recurrente sobre el que gira la producción de O´Farrell, las siempre
conflictivas pero jugosas relaciones familiares, es una novela más compleja que
La desaparición de Esme Lennox, en cuanto al abordaje de caracteres y su
desarrollo. De hecho, la trama no es más que una excusa para sacar los trapos
sucios de una familia fuera de lugar en muchos aspectos: irlandesa, católica e
inmigrante en Inglaterra, a la que la segunda generación le ha salido más
inglesa de lo que a la agitada, parlanchina, agotadora Gretta, a la sazón madre
y cabeza visible de esta reunión familiar, le hubiera gustado.
Londres, verano
del 1976, plena ola de calor, Robert Riordan, jubilado padre de familia,
taciturno y más rutinario que un atasco en hora punta, sale de su casa una
mañana para no volver más. No hay señales violentas ni notas explicativas ni
amigos que den noticia de él. Gretta recurre a sus desperdigados y mal avenidos
hijos para encontrarlo: el mayor, Michael Francis, un amargado profesor de
instituto cuyo matrimonio hace aguas; Monica, la guapa y abnegada mártir de la
familia, favorita de sus padres, a pesar de haber cometido el terrible pecado
del divorcio; y la pequeña y extravagante Aoife, que escapó a N.Y para no
sufrir más la incomprensión del clan. El reencuentro y la obligación de colaboración
mutua son dignos de Tennessee Williams: los rencores producen tal energía que
podrían iluminar el árbol del Rockefeller Center por sí solos.
Hipocresía
sostenida por la educación en el silencio, secretos de familia, personajes disconformes
que se rebelan a su manera contra los valores tradicionales que la omnipresente
madre pretende a toda costa mantener, aun cuando hace tiempo que se han
derrumbado los cimientos sobre los que se habían construido. En definitiva, una
olla a presión muy bien narrada gracias a la enérgica e infatigable prosa de la
autora.
Un solo pero: el
final. Creo que no está a la altura de las expectativas creadas. Pecata minuta
para una novela de indudable calidad narrativa.
Recomendación encarecida para buenos lectores.
Sybilalibros@YoLibro
No hay comentarios:
Publicar un comentario