jueves, 27 de junio de 2019

LA SUSTANCIA DEL MAL. Luca d’Andrea


Decepción y tirón de orejas para el autor por tener una idea fabulosa y desgraciarla.
No se puede lograr un arranque tan brutal y sobrecogedor junto a una angustiosa descripción de accidente de helicóptero y posterior rescate en un glaciar de los Dolomitas, y luego arruinarlo por irse por derroteros sicológico-románticos al modo de los telefilmes de sobremesa de A3TV.

Lo que pretendía ser una aterradora novela negra sobre un espantoso crimen sin resolver en un paisaje de ensueño como el Alto Adigio italiano y una novela de aventuras para los amantes de la montaña, se convierte en la caída y resurrección de un petardo guionista de TV, Salinger, alter ego del autor, en la búsqueda de sí mismo y la redención de sus faltas matrimoniales a través de la investigación por cuenta propia del susodicho crimen del que nadie en el pueblo quiere hablar.
Así, la intriga se licúa en aguachirle aunque tenga como protagonista el hielo del magnífico cañón del Bletterbach, depósito al aire libre de múltiples fósiles, meca para geólogos.
Y no contento con eso, se marca una mala imitación del maestro Stephen King alojando un terror sobrenatural en el cañón como posible culpable.

La responsable de este desinfle de trama es la profesión del autor, director/guionista de documentales extremos a raíz de los cuales surgió esta novela. Y es lástima el desperdicio de material y conocimientos que posee por carecer de lo esencial en un escritor: saber contar, y más aun tratándose de una supuesta  novela de terror. No os fieis de la contraportada cuando lo publicitan como el nuevo Jo Nesbo o Stephen King. Ni de lejos.

Para terminar decir que lo he leído para hacer una reseña bien fundada, que aunque en el principio de su lectura lo recomendé porque me sorprendió, ahora, a libro cerrado, os digo que no perdáis el tiempo salvo que os gusten los telefilmes de sobremesa.

Sybilalibros@YoLibro


miércoles, 26 de junio de 2019

CÓMO CONSTRUIR UNA CATEDRAL. Malcolm Hislop

-Qué bonitas son las cristaleras. Pues las vidrieras no son para
tanto, oscuras y sucias. Cómo harían esto, sin máquinas, cómo
subirían las cosas tan alto. Yo espero fuera, no pago para ver
piedras.- Es habitual escuchar estas cosas paseando cerca de una
catedral.
Si le rechina como masticar vidrio que llamen cristaleras a las
vidrieras, que no sepan que se aprecian mirándolas desde dentro
del templo; que en la Edad Media sí había máquinas y andamios,
que el dinero no está sólo para chuches, físicas e intelectuales,
puede interesarle este libro.
El autor toma como guía y ejemplo la construcción de la catedral de
Salisbury, Wiltshire, Inglaterra, comenzada en 1219, para
mostrarnos cómo se edificaron estas iglesias. Con referencias a
templos alemanes, españoles e italianos, se centra en las obras
francesas e inglesas.
La primera lección que aprendemos es que la simplificación en
fechas de los estilos es grosera. Románico y Gótico conviven
durante los siglos XII y XIII, hasta que el segundo se impone. No
sólo eso. Veamos dos ejemplos de antecedentes lejanos, en el
tiempo y la geografía. “El principio del arbotante era conocido en
Bizancio antes del siglo X, cuando se añadieron varios a la fachada
occidental de la catedral de Santa Sofía, en Constantinopla, del
siglo V.” “La tradición de flanquear con torres gemelas una fachada
imponente en el extremo oeste de una gran iglesia existía en Siria
ya en el siglo V.”
El libro sigue un orden lógico, no se empiezan por el tejado iglesias
ni buenos libros. Primero nos cuenta acerca de la financiación,
después sobre el trazado de la planta, la cimentación, los muros, las
soluciones a las cargas que estos deben soportar, las cubiertas, las
torres, la decoración, la pintura –eran templos coloreados- , las
vidrieras, las esculturas.
224 páginas, con apéndices oportunos, eficaz y bellamente
ilustradas. Leo la primera reimpresión de Akal, de 2015. El original es del 2012.

Luis Miguel Sotillo Castro

INSTRUCCIONES PARA UNA OLA DE CALOR. MAGGIE O’FARRELL


Hacía tiempo que andaba detrás de este libro pero no estaba en el fondo de la biblioteca. Casualmente, entre las variadas ofertas de Amazon de libros en lengua extranjera, lo hallé junto con otras bicocas. Soy muy kamikaze cuando se trata de leer en otro idioma. No me planteo su dificultad sino que me apura la curiosidad de cómo sonará en su lengua original. Y he de decir que me he pasado de atrevida, porque la narración de O´Farrell no es compleja en sí, pero las descripciones de las emociones, enlazadas con las de los recuerdos que sobrevienen a trazos, o con el paisaje doméstico, me han obligado a releer más de una vez un párrafo hasta aprehender todos los matices. Esto, más que echarme para atrás me afianza en la buena opinión que tengo sobre esta autora, sobre todo a la hora de crear personalidades más que personajes.

Aun tratando el tema recurrente sobre el que gira la producción de O´Farrell, las siempre conflictivas pero jugosas relaciones familiares, es una novela más compleja que La desaparición de Esme Lennox, en cuanto al abordaje de caracteres y su desarrollo. De hecho, la trama no es más que una excusa para sacar los trapos sucios de una familia fuera de lugar en muchos aspectos: irlandesa, católica e inmigrante en Inglaterra, a la que la segunda generación le ha salido más inglesa de lo que a la agitada, parlanchina, agotadora Gretta, a la sazón madre y cabeza visible de esta reunión familiar, le hubiera gustado.

Londres, verano del 1976, plena ola de calor, Robert Riordan, jubilado padre de familia, taciturno y más rutinario que un atasco en hora punta, sale de su casa una mañana para no volver más. No hay señales violentas ni notas explicativas ni amigos que den noticia de él. Gretta recurre a sus desperdigados y mal avenidos hijos para encontrarlo: el mayor, Michael Francis, un amargado profesor de instituto cuyo matrimonio hace aguas; Monica, la guapa y abnegada mártir de la familia, favorita de sus padres, a pesar de haber cometido el terrible pecado del divorcio; y la pequeña y extravagante Aoife, que escapó a N.Y para no sufrir más la incomprensión del clan. El reencuentro y la obligación de colaboración mutua son dignos de Tennessee Williams: los rencores producen tal energía que podrían iluminar el árbol del Rockefeller Center por sí solos.

Hipocresía sostenida por la educación en el silencio, secretos de familia, personajes disconformes que se rebelan a su manera contra los valores tradicionales que la omnipresente madre pretende a toda costa mantener, aun cuando hace tiempo que se han derrumbado los cimientos sobre los que se habían construido. En definitiva, una olla a presión muy bien narrada gracias a la enérgica e infatigable prosa de la autora.

Un solo pero: el final. Creo que no está a la altura de las expectativas creadas. Pecata minuta para una novela de indudable calidad narrativa.
Recomendación encarecida para buenos lectores.

Sybilalibros@YoLibro

miércoles, 19 de junio de 2019

TODO LO MEJOR. César Pérez Gellida


Sigo en la búsqueda de autores españoles actuales que me permitan tomar el pulso de la nueva narrativa patria y salvo poquísimas excepciones, sigo decepcionándome (o será que no miro en los sitios adecuados). Esta vez con Pérez Gellida, aunque con matices.

“Todo lo mejor” cuenta con el gancho de la novela policíaca y tiene un punto de partida muy atractivo (qué novela ambientada en el Berlín dividido no lo es): unos inexplicables asesinatos de niños con extrañas marcas de haberles extraído sangre hallados en la DDR, donde se supone que no existen estas cosas, despiertan la curiosidad del jefe de la Kripo, Otto Bauer, honesto policía y homosexual. Ante la ausencia de pistas, será ayudado por un despiadado detective de la URSS, Lavrov, entrenado en la crueldad del KGB soviético y, para rizar el rizo, hijo de un brigadista vasco que decidió por ideología quedarse en la URSS tras la II GM, que está destinado en Berlín oriental para investigar  a  “topos” del servicio secreto occidental. En medio de ambos, la temible Stasi.

La intriga está servida y juega a su favor tanto la buena ambientación de la época como la agilidad de la narración, sin puntos muertos en ella. ¿Qué es lo que falla con tan buenos presupuestos? Para empezar el apresuramiento y la falta de reposo que hubiera elevado la calidad narrativa: demasiadas e innecesarias perífrasis y una adjetivación sobreactuada en repetidas ocasiones; por otro lado, la construcción de los personajes, entre el cliché y las concesiones a la actualidad, con un lenguaje tan castizo que más que de Berlín parecen de Vallecas. No conocí a ningún alemán oriental pero estoy segura de que no se expresaban así. Más le hubiera valido situar la novela en España que hubiera quedado más creíble.
También chocan lo buenísimos que son los personajes de la DDR mientras que los espías de la Alemania occidental son unos fascistas. Intuyo un tufillo ideológico en el asunto.

En resumen, creo que hay maneras en Pérez Gellida pero se pierden en la inmoderación. Quizás un mejor asesoramiento por parte de su editorial lograría un aprovechamiento más acertado de su habilidad para contar. Conste que esta opinión se basa únicamente en esta novela, ya que desconozco el resto de su obra.

Sybilalibros@YoLibro


lunes, 17 de junio de 2019

LOS PÁJAROS. Daphne du Maurier

Reunión de seis relatos extraordinarios, estupefacientes. Tengo la
impresión, siempre que leo a esta mujer, de disfrutar con una
pionera, en cierto modo. Cosas que me parecieron originales en su
día ya las había expresado ella, según voy descubriendo.
Daphne de Maurier, 1907-1989, londinense, amó y vivió Cornualles,
escenario de varias de sus historias. Recomiendo, además de las
obras citadas en este comentario, las novelas “La posada de
Jamaica” y “Mi prima Rachel”.

Lo que este libro contiene:
“Los pájaros”, menos de 40 páginas. Celebérrimo por la película de
Hitchcock. Esta no es fiel al relato, pero da una idea aproximada.
Hay personajes distintos en un país distinto y los hechos no son los
mismos; el horror, sí. Aprovecho para recomendar la lectura de
“Rebeca”, cuya versión fílmica sí es fiel, salvo en el destino de la
señora Danvers.

“Monte Verità”, 70 páginas. Este extraño monte, que se nos
desvelará poco a poco entre las nieblas, con el arte grande de la
autora dosificando los avances del lector, recuerda a veces Xanadú;
mejor, Shangri- La. Pero, como leerán, lo de Maurier es todo lo
contrario que el “Horizontes perdidos” del gran cineasta Frank
Capra.

“El manzano”, 40 páginas. Cuando el horror ominoso que uno siente
proviene de objetos, seres, objetivamente inocentes, indiferentes,
es que el horror surge del interior de uno.

“El pequeño fotógrafo”, 40 páginas. El tedio de la clase alta que
paga la baja. Vacaciones en el mar, amorosas y culpables. La
inconveniente relación entre una marquesa y un fotógrafo cojo.

“Bésame otra vez, desconocido”, 25 páginas. Un hombre tímido
corre el riesgo de perderse por una mujer fascinante y extraña.
¿Qué lo hemos visto muchas veces? No con este talento, esta
capacidad de sorprender.

“El anciano”, 10 páginas. Obra maestra. No se puede decir, evocar,
provocar más sentimientos e ideas con menos. Sorprendente
colofón a un libro excelente. Publicado en 1952, leo una edición de
1987, de Orbis. Un euro en mercadillo solidario.

Comentario de Luis Miguel Sotillo Castro.

Destacado

El jardín de los Finzi-Contini. Giorgio Bassani

 " Yo, igual que ella, carecía de ese gusto instintivo que caracteriza a la gente corriente [...] más que el presente, contaba el pasad...