martes, 15 de febrero de 2022

UNA Y OTRA VEZ. Kate Atkinson

¿Quién no ha deseado cambiar los acontecimientos pasados para reconducir su vida? Úrsula Todd, la protagonista absoluta de esta novela tiene el desconcertante don de morir y volver a vivir cambiando la historia a mejor, o sea, el deseo de cualquier humano que se precie de serlo. 

Úrsula nace muerta en una fría noche de invierno de 1910 para volver a nacer viva en las páginas siguientes porque el médico ha llegado a tiempo. El lector no entiende nada, pero continúa, intrigado, para asistir al crecimiento de la protagonista en la gran casa familiar de la campiña inglesa junto a sus hermanos, entre muertes y renacimientos que cambian la vida de los suyos, borrando todo mal recuerdo. Úrsula no es consciente de lo que le ocurre, sólo sabe que puede hacer algo para evitar las desgracias que le ronronean desde el subconsciente. Para los suyos sólo es una niña especial, hipersensible. Desconocen que su destino, incluso el de la Historia del s. XX, está en sus manos. 


Dicho así, parca y esquiva sinopsis por mor del secreto argumental,  parece un relato de ciencia-ficción emparentado con el Dr. Who y otros viajeros del tiempo, pero realmente tiene poco que ver con ese género pues lo que construye de manera admirable Atkinson es un tiempo circular alrededor del cual se suceden distintas novelas que forman parte del mismo océano curvo que las contiene a todas: Úrsula. 


Así encontramos la novela de saga familiar, la novela histórica, que recorre los principales hitos de la historia británica durante el s.XX, entre los que destacaría de manera notable el período del terrible “blitz” londinense durante el cual Úrsula es voluntaria del servicio de rescate de personas, y la novela de reencarnación a la occidental, el alma máter del argumento y por lo que se ha hecho mundialmente famoso este libro, aunque lo menos interesante desde mi punto de vista, porque sencillamente no me lo creo, a pesar de ser una entusiasta de los viajes en el tiempo. El problema no está en la manera de contarlo, extraordinaria, sino en el enfoque dado por la autora al carácter de su protagonista: el lector nunca sabe hasta qué punto Úrsula es consciente de su don, si lo provoca o le viene cuando está en una situación límite. Esa nube de confusión, tejida adrede a mi parecer, que en un principio empica a la lectura va restando credibilidad a medida que pasa el tiempo para perderla totalmente durante el episodio del nazismo (soy de las que piensan que cualquier fantasía incrustada en la Alemania nazi deviene en espectáculo de barraca de feria). 


La estructura repetitiva, necesario y exigente juego narrativo donde la autora derrocha maestría, se vuelve cargante y hace que la novela vaya a menos argumentalmente, a pesar de su buen oficio. De hecho, es la prosa elegante, clara y cuidada de Atkinson la que salva al libro de caer en la serie B.


Por lo demás, es una lectura curiosa, entretenida, recomendable para aquellos que tengan una lógica menos exacerbada que la mía y no sean alérgicos a la archiultramega usada/manida/repetida ucronía nazi como esta que les escribe.


Sybilalibros


miércoles, 2 de febrero de 2022

1280 ALMAS. Jim Thompson

“Hay 32 maneras de contar una historia y yo las he probado todas; pero en realidad, solo existe una trama. Las cosas nunca son lo que parecen” contaba el autor en una entrevista y no puedo decir más que amén.

El consabido pueblucho del profundo Sur norteamericano donde nunca pasa nada, años 20 del siglo pasado, un garante de la ley indolente y conformista. No hay novela. Ponlo en un aprieto y aparecerá Nick Corey, el peor sheriff de la literatura y el cine: corrupto hasta la náusea, racista, hipócrita, misógino, manipulador, con una inteligencia perversa escondida tras una apariencia dejada e inofensiva, cuyo único objetivo es que la vida no se mueva un milímetro del statu quo que ha creado. Para ello no dudará en actuar con una violencia maquiavélica que sume al lector en una angustia constante, pues “1280 almas” es un descenso tortuoso hacia los infiernos. 


Nick Corey pasa sus días comiendo como un cerdo, durmiendo como un cerdo y follando (perdonen la expresión pero es la adecuada para definir al personaje) como un cerdo con 3 mujeres que desconocen el engaño. Este “dolce far niente” puede esfumarse en poco tiempo si no sale reelegido en los próximos comicios, así que su mente lenta y aparentemente embotada de alcohol comienza a urdir un plan siniestro tras otro que dejarán al lector estupefacto. Me niego a abundar en más detalles acerca de la trama pues desvelaría datos que privarían de las múltiples sorpresas que encierra esta novelita.


Narrado en primera persona por este dechado de virtudes inhumanas, “1280 almas” es la exploración de la amoralidad dentro del género negro. Contemporáneo y al mismo nivel que los grandes Chandler y Hammett, Jim Thompson rompe con el modelo clásico del protagonista del noir, con cuya integridad se identificaba fácilmente el lector, para crear un ser repugnante, detestable pero imposible de abandonar: Corey, en su diálogo con nosotros, justifica sus actos salvajes con la aplastante lógica del instrumento divino en un discurso no exento de humor, cáustico sí, pero que te saca una sonrisa aunque no lo desees como ocurre con las películas de Tarantino, admirador confeso de Thompson.

Más allá de los crímenes, la finalidad última del autor es mostrar su concepción del poder: hijo de un sheriff corrupto, de la pobreza, del alcohol y la Gran Depresión, Thompson está convencido de que todo el mundo, y en particular los que mandan, actúa en su propio beneficio, lo cual le arrastra a una visión nihilista de la sociedad que empapa su obra.

 

No calificaría esta obra como novela negra. Es descarnada, en su estilo seco y brutal, en su argumento animal, en el paisaje esquelético que la rodea, donde no hay lugar para la esperanza o la redención. Me ha recordado mucho al desánimo de Horace McCoy pero sin su pesimismo angustioso.

Es un libro que se lee rápido, no tiene un momento de respiro y lo único que exige del lector es una mente abierta porque lo que tiene entre manos está al otro lado de la moral.


Para mí ha sido todo un descubrimiento el autor, del que espero seguir leyendo su obra pues me ha cautivado el espíritu  trasgresor que las alienta, a pesar de la incomodidad que puedan generar sus personajes y argumentos. No lo recomiendo para estómagos sensibles ni gente con convicciones. O quizás sí, como despertador de conciencias.


Sybilalibros


lunes, 24 de enero de 2022

CAMPO DE AMAPOLAS BLANCAS. Gonzalo Hidalgo Bayal

 Las edades del lector.

Cuando eres joven,  lees cosas que quieres vivir, sobre personajes que deseas ser, te las crees. De mayor comparas. Has vivido eso que lees, has sido como ese personaje. Juzgas, de paso que a ti mismo, el libro, por su verosimilitud.

 Campo de amapolas blancas pasa mi escrutinio, mi memoria dice sí, cabeceando. La memoria no puede ser exacta, como advierte Gonzalo Hidalgo Bayal, extremeño de 1950,  nada más empezar, pero debe ser verdad lo escrito.

Escribe Luis Landero en el epílogo admirativo que la novela trata de la amistad y la felicidad. Habla de cosas de veinticinco años atrás, lo que hace inevitable la melancolía, pero con ironía y cierto misterio que nos interesa, sin agobiarnos ni perdernos, no es un truco de novela moderna.

Es la historia de dos amigos, su conocimiento, encuentros y desencuentros. Los años sesenta y setenta, con aquella energía exploradora y rompedora, con y contra uno mismo y el mundo. 1968, ese año en el que no caben todos los que dicen haber estado.  

En estas menos de cien páginas muy bien escritas, encuentro ecos de Hermann Hesse, ecos como de cosa ya leída también, pero sucede que tengo sesenta años y fui joven alborotado, como los del libro. Lo recomiendo en cualquier caso, tenga usted la edad lectora que tenga.

Tusquets Editores, leo la cuarta edición de junio de 2016.

 Luis Miguel Sotillo Castro.

 

miércoles, 19 de enero de 2022

EL ÚLTIMO SEPTIEMBRE. Elizabeth Bowen

Elizabeth Bowen y yo no congeniamos. Nos conocimos en “La muerte del corazón” y, aunque reconocí su talento para la escritura, me produjo cierto desagrado, cierto vacío durante su lectura, cierta frialdad hacia los  sentimientos que narraba. Muchos años después, ante la publicación de su “obra maestra” por Acantilado, decidí darle otra oportunidad, con los mismos resultados desgraciadamente; aunque en este caso vergonzantes por mi parte, pues abandoné a mitad de la partida y no porque no me sedujera el argumento a priori.


Mientras Irlanda está luchando por su independencia del Reino Unido, en la mansión Danielstown sus habitantes dan la espalda a la realidad y  continúan con sus aristocráticas vidas entre partidos de tenis, bailes o recibiendo amigos que conjuren la rutina durante un tiempo. Esta indolencia sólo se ve interrumpida por alguna escaramuza cercana de las guerrillas irlandesas que no consigue afectar al palacete adormecido. La única señal de contienda es la presencia del soldado británico Gerald en pos de su inseguro amor Lois, la joven de la familia que anda a la búsqueda de su propia identidad.


Es una situación extraña y desconcertante, tanto como sus protagonistas, angloirlandeses: gente que no comulga con los anhelos de Eire pero que ve como extraños a los ingleses. 


Según cuenta la autora en el epílogo que incluye la edición de Acantilado, lo que pretendía con esta novela era ilustrar el fin de una época y de una clase social a la que ella misma pertenecía, una ilustración que me ha parecido tediosa y sin enjundia, a pesar de la buena pluma de Bowen, pues dejar que sea la ambientación la que “cuente” y que en el fondo no pase nada puede cansar al lector más paciente.


En un principio disfrutas del bello lenguaje, de las frases evocadoras, de los monólogos interiores y de una atmósfera trasunto del estado de ánimo de los personajes. Pero el juego trivial y el ensimismamiento tienen un límite y 336 páginas es mucho límite. Quizá los lectores amantes de la futilidad como primoroso ejercicio literario encuentren placer en su lectura. Yo acabé exasperada. 

Aun así, si quieren acercarse a esta autora del círculo de Bloomsbury, les aconsejo “La muerte del corazón” editada por Impedimenta. 


Sybilalibros


sábado, 15 de enero de 2022

ALGUIEN. Alice McDermott

 

“Alguien” es Marie Commeford, vecina de Brooklyn, hija de emigrantes irlandeses de fuertes convicciones católicas, la niña de 7 años que espera en las escaleras de casa a su padre que vuelve del trabajo en los años de la Depresión, la anciana que vive en una residencia y nos cuenta su vida según le asaltan los recuerdos, la joven que se enamora  sin saber qué es el amor, la hermana confidente para el hermano que abandona la vocación religiosa, la madre por inercia, la amiga de la calle. Nada del otro mundo. Un personaje en apariencia pequeño e insignificante que en manos de McDermott adquiere la categoría de “alguien”. 


¿Por qué leer este libro entonces, si no ocurren grandes cosas? Porque a Marie le pasa la Vida, de puntillas a veces, en tromba otras, la misma que traspasa a cualquier lector, nacido en otra calle, familia, país o religión. Marie es cada uno de nosotros, elevado a “alguien” gracias a la segura y desenvuelta pluma de McDermott, a su prosa preñada de lirismo, de amor por sus personajes, morosa en los detalles que conforman un hogar, un carácter, una mirada o una luz de domingo. 


Instalada en la rutina de la inseguridad, de la escasez y las limitadas alegrías, Marie espera no acabar como sus amigas, casada con un chico del barrio, habitando la misma casa de sus padres y cargada con tropel de críos que la anulen detrás de sus necesidades. Espera. Y alcanza la edad adulta esperando que alguien la quiera por lo que es no porque es lo normal en el barrio, que la vea y oiga sus deseos. Esta esperanza que hace de Marie “alguien” es la que la empuja a sortear el sino de Brooklyn y al lector a continuar leyendo, como si al pasar las páginas levantáramos el viento que impulsara a la frágil protagonista.


Pero la vida no sigue un rumbo lineal aunque queramos. Por ello McDermott prefiere una narración a saltos, eludiendo la monótona cronología, dejando que sea la anciana Marie la que nos hable de sus errores, aciertos, amores y decepciones cuando brotan en su cansado cerebro. Tal es el respeto y la ternura que siente la autora por su protagonista, pues ella también es una chica de Brooklyn. 


El distrito neoyorkino y McDermott son uno en sus novelas: lo traslada al papel como un personaje más, como una madre absorbente a la que se quiere a pesar de todos sus defectos, como una escuela severa cuyas normas se respetan aunque ya carezcan de sentido, como un mal necesario para ser “alguien”.


Recomiendo con pasión esta novela sencilla pero sabia, corta pero entrañable, sobre la construcción de un personaje que sin duda atrapará al lector porque pocas autoras crean y miman una personalidad como ella. 


Sybilalibros


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