miércoles, 2 de junio de 2021

EL DESORDEN QUE DEJAS. Carlos Montero

Con un título atractivo, una sinopsis de contraportada sugestiva y el aval del premio Primavera de Espasa podría haber sido una gran novela si el autor no se hubiera dejado arrastrar por el consumo fácil y rápido, dirigiéndose a un público de masas fundamentalmente joven y tocando temas de tremenda actualidad pero de manera superficial: gran impacto pero poco fundamento.

La premisa del argumento es buena: una joven profesora de Literatura, atrapada en un matrimonio tan inestable como ella, tiene que cubrir una baja en un instituto de un puebluco de Orense. Cuando llega a su destino descubre que la profesora anterior, una superwoman física e intelectual, se ha suicidado y algunos apuntan a que varios de sus alumnos la incitaron a ello. Sin mediar motivo, empieza a ser acosada y amenazada por esos alumnos y su reacción será lanzarse de cabeza a investigar sola la muerte de su antecesora, con lo que se precipita el caos novelero, que no novelístico. Así, lo que apuntaba a un interesante thriller psicológico se queda en telefilme de sobremesa.

A montar este folletín contribuyen, y no poco, unos personajes tan arquetípicos que, a su lado, Bob Esponja es Kafka: Raquel, la protagonista, es una profe modelo de la nueva hornada del buen rollo escolar que arrastra todos los traumas típicos del susodicho telefilme; el “trío calavera” de acosadores: Iago, Roi y Nerea, prototipos de adolescentes de serie juvenil de TV; el señorito golfo del pueblo, empresario y explotador, culpable de la ruina económica del lugar, un Jesús Gil a la gallega pero sin “pimentón” de gracia; el marido mediocre de Raquel y su tradicional familia que no acepta a la chica…Un conjunto curradísimo, vamos.

Acorde con el  veloz impulso juvenil que alienta el libro, su lectura es rápida porque su escritura es como un torrente de diálogos desbordado, bastante planos, aunque perfectamente trabados, hay que reconocerlo. Pero anda escasa de las necesarias pausas narrativas de los párrafos (porque los desquiciados y largos monólogos interiores de la protagonista no se pueden calificar de tales) y abundante en un lenguaje “colega” que se extiende a todos los personajes sin importar estatus ni formación, factores que conducen a una absoluta falta de empaque literario. Yo definiría su  estructura como la de un guión fílmico en el que las acotaciones han sido sustituidas por breves apuntes narrativos. 

Y tiene un por qué. Aunque la editorial no lo mencione en la clásica solapa, Carlos Montero cuenta con una larga y fructífera carrera como guionista de TV y es una de las plumas artífices de esos fenómenos televisivos llamados “Compañeros” y “Física y Química”. Creo que esta información explica por sí sola todas las carencias del relato que nos ocupa.

Si sois asiduos de mis comentarios lectores os preguntaréis por qué no abandoné  a la primera tontuna. Lo hice, en un par de ocasiones. Pero confieso que mientras leía se iban formando nubes de tormenta en mi cabeza, cual Próspero convocando tempestades de crítica perversa. Y me produjeron tales cosquillas cerebrales que terminé la lectura sólo por darme el gustazo de hacer esta reseña. 

Sí, lo reconozco, he sucumbido a la mala baba, pero es que cada palabra que leía me afilaba aún más el colmillo (y no he comentado todo lo apuntado por no hacer la reseña larga).

Pero me redimo en un pispás: si algunos de los lectores tienen hijos que crecieron con las series de TV aludidas  que lo lean que lo van a disfrutar  porque se van a sentir muy identificados.

ADENDA: Aún me sigo preguntando qué pensaba el jurado del premio al otorgarlo a algo tan falto de esencia literaria. 

Sybilalibros


lunes, 31 de mayo de 2021

EL DELATOR. Liam O´Flaherty

¿Delatarías a un amigo y compañero de armas? ¿Por qué? 

Es lo que se pregunta Liam O’Flaherty en esta opresiva novela ambientada en la Irlanda de los años posteriores a su guerra civil (1922-23), en la que la batalla por la Revolución Obrera toma el relevo a la lucha por la Independencia de Gran Bretaña.

Un delator es despreciable hasta en un patio de colegio, pero como si de un Raskolnikov celta se tratara (para mi desesperación y alborozo de fanáticos de Dostoievski), el autor nos introduce en la obtusa y tortuosa mente del soplón Gypo Nolan en un intento de alegato, mientras deambula por los bajos fondos de un Dublín poblado de terroristas de la miseria, sombras de mujeres que se venden por ese alcohol que las vuelve corpóreas en lo que dura un trago, borrachos de academia, hambre institucionalizada y callejuelas inmundas donde la niebla pesa más que la conciencia. 

Un particular vía crucis báquico que dura una jornada (al igual que el Ulises de Joyce, pero menos plúmbeo) que le conducirá inevitablemente ante el autoproclamado consejo de guerra revolucionario presidido por Dan Gallagher: frío, calculador, iluminado egoísta y un nuevo mesías bolchevique siempre dispuesto a derramar la sangre de sus hermanos por la Revolución antes que la suya propia. 

El agónico proceso durará toda una madrugada y al amanecer…Tendréis que leerlo.

Mi amor por Irlanda y el ávido deseo de conocer a sus bardos literarios me llevaron hasta este autor a través (enésima vez) del cine, ya que uno de mis directores favoritos, John Ford, dirigió una  película basada en esta novela, bastante desconocida hoy en día por tratarse de un proyecto personal y poco agraciado del realizador, pero que en su momento tuvo gran acogida, ganando incluso varios Óscar, tanto para Ford como para Víctor McLaglen. Viendo a este actorazo, una no puede más que reconocer que la precognición existe porque, cuando se lee el brutal retrato de Gypo Nolan, ese gigante de músculos desordenados y mirada huidiza, ES McLaglen, aunque el libro se escribiera 10 años antes que la película. 

 Disfruta el autor describiendo ambientes, gestos y acciones tan detalladas que rayan en un puntillismo literario exasperante en ocasiones. Se le perdona por los excelentes retratos psicológicos de los personajes, a los que a veces moldea toscamente en barro y otras, los perfora como un taladro. Es como si Dostoievski se hubiera trasladado a Irlanda. 

Es una novela compleja, comprometida, de denuncia social y muy interesante para conocer el espécimen autóctono de socialismo nacionalista, ya que O´Flaherty, socialista vocacional que llega a militar en las filas del comunismo, narra esa época convulsa, sin escribir IRA pero señalándolo, en la que las traiciones, purgas y luchas intestinas de la organización terrorista eran la Guinness diaria con la que se desayunaba la recién creada República de Irlanda.

A mí me ha enseñado, removido, angustiado y finalmente gustado, a pesar de que uno de los personajes que mejor representan la idiosincrasia de la verde Erín esté ausente: el humor. Supongo que se debe a la intención política del autor. 

La recomiendo para los amantes de Irlanda, de su Historia, de sus escritores, de sesudos autores rusos y para desmontar la imagen bucólica que tenemos de este bello país.

ADENDA: No se pierdan el estupendo prólogo de Antonio Rivero Taravillo.

Sybilalibros


viernes, 28 de mayo de 2021

LA CENA. Herman Koch


¿Qué harías si descubrieras de forma accidental que tu hijo adolescente ha cometido un delito de graves consecuencias y nadie estuviera enterado? ¿Denunciarias? ¿Intentarías averiguar el por qué lo hizo? ¿Lo encubrirías?

De eso trata esta novela que se basa en un hecho real acontecido en Barcelona en 2012, aunque muy libremente y desde luego bajo un prisma  muy diferente al de la sociedad española ya que el autor traslada la acción a su país, Holanda.

El título hace referencia al pretexto que utilizan dos matrimonios para hablar de sus hijos, chavales que lo tienen todo, que crecen con una educación esmerada y progresista, pero que necesitan “emociones fuertes” y trasgredir los límites de la ley para divertirse. No desvelaré aquí la brutalidad cometida ya que el autor juega al escondite con ella hasta mitad de la novela.

La clave está en que se trata de parejas en las que ellos son hermanos que han tenido trayectorias muy diferentes en la vida: mientras que uno es político de gran éxito, atractivo, con una familia de ensueño, niño adoptado en África inclusive como muestra de su compromiso social, el otro es un deprimido profesor en retiro temporal, escarmentado de políticos y del sistema.

Lo que en principio parece una sátira sobre la pedantería y el esnobismo en restaurantes de platos mínimos con nombres kilométricos y facturas astronómicas, una crítica hacia el mediocre burgués que asciende vertiginosamente gracias a la política y un hábil manejo de la hipocresía, se convierte en el decorado de una tragedia siniestra en las antípodas sociales de los protagonistas.

Sorprende la actitud de los padres ante el criminal comportamiento de los hijos, la ausencia de arrepentimiento de éstos, la defensa acérrima de sus retoños por parte de las madres, la frivolidad con la que se trata el tema, la ligereza en el lenguaje ante semejante atrocidad y lo que es más, el desperdicio de la ocasión por parte del autor cuyo objetivo de denuncia queda empañado por la cobardía, sacándose de la manga un subterfugio en la trama que justifica el comportamiento aberrante.

Desconozco si se decide a ello por no escocer a la aburguesada y cómoda sociedad holandesa o porque realmente su objetivo era otro, el de hablar de la relación padre-hijo. 

El caso es que, lo que podría haber levantado ampollas, se queda en una novela pseudo psicológica. Una pena, porque se lee bien, el tema es muy interesante y da mucho juego para el debate.

A pesar del desacuerdo, la recomiendo.

Sybilalibros


miércoles, 26 de mayo de 2021

¿QUIÉN HA VISTO EL VIENTO?. Carson McCullers


Mi primer contacto con la escritora sureña Carson McCullers a través de la edición de Austral de sus cuentos completos fue un feliz encuentro porque, a diferencia de otras desiguales recopilaciones, en este caso hay bastante homogeneidad en la calidad de los relatos pero no en las poco afortunadas traducciones, que nos privan de la musicalidad del lenguaje de la autora.

Si alguien piensa que son páginas sumidas en el típico Profundo Sur de campos de algodón, sirvientes negros y tragedias familiares, se equivoca (salvo en el único “Sin título”, pero de manera sutil y elegante. Una de las historias más ricas y mejor construidas).

Leer a McCullers es transitar por el alma humana, con paradas recurrentes en la soledad, la pérdida de la inocencia (“Sucker”), el desarraigo (“Los Extranjeros”), el alcohol o la música (se me ha revelado como una exquisita melómana y varios de los relatos tienen como protagonistas a atormentados músicos).

De entre todos destaco tres por la conseguida profundidad de sus personajes en tan breve espacio y la maestría de la narración:

“El patio de la calle Ochenta, zona oeste” que muestra la terrible soledad e incomunicación de quien llega a Nueva York para intentar labrarse un futuro, a pesar de vivir ventana con ventana. Es el Village que Hichtcock retrató en La ventana indiscreta.

“El instante de la hora siguiente” impresionante título para contarnos la humanidad del alcohol frente a la inhumanidad de la gran ciudad. Me recordó a Días sin huella de B. Wilder.

“¿Quién ha visto el viento?” el último relato que da justo título a la recopilación, el mejor de todos, donde la autora radiografía la patética persistencia en el fracaso como la manera de vivir del artista.

Recomiendo vivamente estos relatos, cargados de gran sensibilidad y calidad literaria, que fueron la puerta de entrada a un universo emocional de tal calibre que me quedé a vivir en él. McCullers se ha convertido en una autora recurrente en mis lecturas, a pesar de su corta obra.

Sybilalibros

viernes, 21 de mayo de 2021

SIEMPRE HEMOS VIVIDO EN EL CASTILLO. SHIRLEY JACKSON

«Me llamo Mary Katherine Blackwood. Tengo dieciocho años y vivo con mi hermana Constance. A menudo pienso que con un poco de suerte podría haber sido una mujer lobo, porque mis dedos medio y anular son igual de largos, pero he tenido que contentarme con lo que soy. No me gusta lavarme, ni los perros, ni el ruido. Me gusta mi hermana Constance, y Ricardo Plantagenet, y la Amanita phalloides, la oronja mortal. El resto de mi familia ha muerto".


Con esta espeluznante presentación da comienzo una de las novelas más famosas de Shirley Jackson, autora que tenía pendiente hace tiempo y que me ha dejado con ganas de mucho más, aunque yo no sea adicta al género de terror.


Merricat habita en la solitaria mansión de los Blackwood, que en otro tiempo estuvo poblada por una extensa familia, ahora desaparecida. Sólo quedan su hermana mayor Constance, a la que adora, y su anciano tío Julian, que vive entregado a la redacción de unas memorias imposibles.

Es una vida idílica marcada por las ricas recetas de Constance, el trabajo en el jardín y los cuentos. Pero cuando Merricat baja al pueblo por provisiones, las miradas enconadas de los vecinos cuando no un hostigamiento descarado hablan de otra realidad más cruda. ¿Qué razón tienen para actuar así con una joven? Merricat nos va a contar el porqué, su porqué, lenta, maliciosamente, atrapando al lector en una astuta tela de araña que constituye una auténtica obra maestra de la insinuación.


El gran acierto de Jackson es demostrar que se puede escribir un relato terrorífico en apenas 200 páginas sin recurrir al morbo, “simplemente” creando una atmósfera estranguladora gracias a su talento para la ambientación, abandonando los manidos recursos del terror gótico de caserones inhóspitos y personajes aberrantes para situarse dentro de una familia norteamericana de alta posición venida a menos que insiste en marcar distancias con el resto del pueblo, y dejar la narración en manos de un personaje inolvidable, Merricat, esa chica que oscila entre la candidez y lo taimado, el amor sin fisuras y el recelo con una facilidad pasmosa. Creedme si os digo que no se irá de vuestra vida nunca.


Los otros grandes logros son un excelente manejo del tempo narrativo y unos personajes tan turbadores como sólo puede serlo la inocencia. 

Si bien el “casus libri” se descubre pronto para cualquier lector medianamente espabilado, la manera en la que lo va desvelando Merricat, permitiendo a veces que las deshilvanadas memorias de su tío Julian apunten pistas, revela una maestría poco común para el relato. 


Todos estos ingredientes componen un libro extraño, en apariencia trivial pero escalofriante, donde el miedo es algo sutil e invisible y donde la enfermiza relación entre ambas hermanas deja mil preguntas al lector una vez finalizada la novela, de forma que empuja a releerlo para descubrir sus múltiples capas. Nada se ha dejado al azar. 


Recomendación con signos de admiración.


P.D: Aún me sigo imaginando qué peliculón hubiera filmado Hitchcock con este material pata negra.


Sybilalibros


Destacado

El jardín de los Finzi-Contini. Giorgio Bassani

 " Yo, igual que ella, carecía de ese gusto instintivo que caracteriza a la gente corriente [...] más que el presente, contaba el pasad...