domingo, 29 de marzo de 2020

CONFIDENCIAS DE UN APESTADO. Francisco Santos


El ideal de algún filósofo es la vida especulativa, indagadora en lo invisible, sin interferencias del mundo físico ni de los sentidos, herramientas trucadas. La aspiración de algún otro filósofo es no tener ideales, vivir la vida como viene, juntarla con la muerte en la misma nadería.
 Ambos fracasan. La vida es mezcla, prueba y error sin que podamos escapar del laboratorio; somos analistas analizados, nos pongamos la máscara o mascarilla que escojamos. Filosofar es topar contra el mundo. Es elegir.
 En esta historia ejemplar Lucio debe optar entre el Bien y el mal, como todos, pero él es consciente de ello; esa es su rareza, que se interroga. Cree en la libertad y piensa que los actos tienen consecuencias. Este modo de ser es poco común, contra el optimismo de la mayoría.

 ¿Estamos, pues, ante un relato farragoso, de grandes temas, difícil de comprender por las citas a santo Tomás de Aquino o Spinoza? De ningún modo. Gracias al envoltorio de fantasía o ciencia ficción, que ambos géneros roza, es muy ameno y original.

Como nada nace de la nada y no hay lectores vírgenes, cada libro bueno recuerda a otros. En este caso, me llega, para bien, un aroma de Kafka, con algo de Dino Buzzati y tanta literatura sobre la soledad de los trenes.
 Otra virtud de este libro es que me ha descubierto al pintor Malevich, merece la pena informarse de su vida y obra.

 Son 113 páginas, las justas, para disfrutar, pensar y proponerse uno huir del adocenamiento. Leo la edición de Ediciones Oblicuas, noviembre de 2019, semanas antes de la pandemia que va a alterar nuestra percepción para siempre.

Luis Miguel Sotillo Castro

viernes, 27 de marzo de 2020

EL DIA DE LA LECHUZA. Leonardo Sciascia.


Aquel que sea amante de “El Padrino” sabrá que en ningún momento de la película se pronuncia la palabra “Mafia”, tan sólo se habla de negocio y familia.
No es casualidad ni capricho del director, sino algo que tiene mucho que ver con la esencia de esa terrible organización: la Omertà o ley del silencio.

Algo parecido ocurre en esta novela, la primera que habló abiertamente de Mafia y con esa palabra en la Italia del s. XX referida, sin reparos, a una entidad  invisible pero palpable, negada pero existente, dedicada a la delincuencia organizada y que conforma las venas por las que corre la sangre del Sur italiano.

“El día de la lechuza” es la crónica de la investigación de un asesinato cometido en mitad de la plaza de pueblo siciliano, a plena luz del día y en presencia de testigos que resultarán mudos y sordos. Bellodi, íntegro capitán de carabineros, expartisano y del Norte del país, aún sin contaminar por el temor perpetuo y las deudas de honor que afectan a los lugareños,  se da de bruces contra la Omertà a la hora de realizar su trabajo.

Un suceso tan claro en apariencia se convierte en un intrincado laberinto de silencios tan densos como el moscatel de la tierra, con pasillos que conducen a la turbulenta política de posguerra italiana, inmersa en una corrupción brutal de cargos públicos y en una guerra bronca entre comunistas y fascistas. El hilo de Ariadna se mueve entre mínimos gestos que dispensan la vida y la muerte, pero que constituyen un vocabulario casi inescrutable para el franco y directo discurso del capitán, alter ego del autor.
Los personajes son oblicuos y contumaces como el granito siciliano; los sentimientos, escondidos bajo una áspera toquilla negra; los pensamientos, sentencias milenarias y los diálogos con mafiosos, tan memorables como las ruinas Agrigento.

Bajo esta costra calcárea e insidiosa, late el profundo amor de Sciascia por su tierra y su ardiente deseo de que se deshaga del yugo bajo el cual vive sometida. Él, idealista convencido, cree que el comunismo y la tolerancia podrían sacar a la isla de esa sumisión, visto que la brutal represión sufrida bajo el fascismo no sólo no consiguió acabar con la Mafia sino que se recrudeció tras su caída.
Obra de denuncia, valiente, comprometida, inteligentemente escrita, con un estilo ágil que también gusta de pequeñas y jugosas paradas para inquietantes reflexiones. No hallará el lector ni violencia física, ni descripciones sangrientas, ni tremendismo amanerado, pero sí vivirá el mismo estremecimiento e impotencia que el capitán Bellodi ante la desidia de las autoridades.

Creo que, aunque luego se han escrito obras mucho más explícitas, profusamente documentadas y cruentas como la Gomorra de Roberto Saviano y hecho variadas películas y documentales sobre el tema, hay que leer esta novela. En su sencillez y brevedad se alza la primera voz pacífica contra la vergüenza italiana.

Y sí, también hay propina cinéfila: excelente film protagonizado por la bellísima Claudia Cardinale y Franco Nero.

Sybilalibros

jueves, 26 de marzo de 2020

SOY LEYENDA. Richard Matheson


Comienzo con algo discutible, como cualquier cosa que yo diga: Matheson, también guionista de la serie televisiva “The Twilight  Zone”,  es un fenómeno de la literatura, no solamente de la ciencia ficción. Estadounidense de padres noruegos, vivió entre 1926 y 2013. “El hombre menguante”, llevada al cine maravillosamente en 1957, “La casa infernal”, “En algún lugar del tiempo” son novelas extraordinarias. Notables “El último escalón” y varios de sus relatos.

Me costó mucho encontrar “Soy leyenda”, novela de 1954,  alabada por Carlos Pumares en su programa de radio; era la época antes de Internet. Valió la pena, la lectura me maravilló y conmocionó, desde el primer párrafo hasta el último. Terror, vampiros, suspenso, ciencia ficción; leo por ahí que va de eso. Vale, porque trata de una pandemia provocada por una guerra bacteriológica. Es principalmente una novela sobre la soledad del hombre entre extraños. Estar solo es llevadero cuando verdaderamente lo estás, pero, ¿Qué ocurre si no hay nadie como tú, si vives entre hombres con los que no compartes ser de la misma especie, si se trata de sobrevivir ellos o tú, no pudiendo hacerlo ambos?
 La paradoja de que una cosa puede ser su contraria, en la vida, en la ética, bajo ciertas circunstancias. Que la cara oculta de la Luna sea en realidad la brillante, la arena rubia de playa fango. Comer el gusano, tirar la manzana.
  Matar a quien amas porque es otro.
 No tengo a mano mi ejemplar ni recuerdo la editorial; pero es fácil de encontrar, desde que la leí se ha editado varias veces.
 Lean, que yo me lavo las manos.

Luis Miguel Sotillo Castro

miércoles, 18 de marzo de 2020

SECUESTRADO. Robert Louis Stevenson



Novela de 1886 que, para felicidad lectora, tiene una continuación: Catriona. Hace décadas, mucho me costó hallar esa segunda parte; la alegría del hallazgo me recompensó, no digamos su lectura.

 En Secuestrado, llamada en su primera edición española Las aventuras de David Balfour, original Kidnapped, David nos cuenta sus peripecias en primera persona. Víctima de la maldad de su tío Ebenezer, es secuestrado para ser vendido como esclavo, naufraga, sobrevive en una isla desierta para continuar sus aventuras en las Highlands escocesas. Participa en los dramas jacobitas del siglo XVIII, de la mano de Alan Breck Stewart, personaje histórico este, por cierto. Los jacobitas fracasaron con persistencia en su empeño de reponer en el trono isleño  a los Estuardo.

 ¿Por qué Stevenson es adorable, es decir, merecedor de adoración? Para cada lector, porque lo ve como un amigo, para la gente, porque es para todos los públicos, en el mejor de los sentidos. Sus libros son de aventuras, sus finales son generalmente felices; pueden disfrutarse desde la última niñez hasta la veteranía lectora más impenitente.

 Lo excepcional en el escocés es la profundidad bajo la peripecia aventurera. Analiza el alma humana rectamente, sin meandros ni laberintos filosóficos para iniciados. La lucha entre el Bien y el Mal está en toda si obra; de manera más oscura o pesimista en Jekyll y Hyde o The Master of Ballantrae, más luminosa en el resto.

 David Balfour es un personaje inolvidable, por bien construido, porque querríamos ser él. Esa es la clave de nuestra adoración. David se indigna, se asombra ante el mal. Es bueno, pánfilo. Saldrá ileso, casi, de su travesía por la vida gracias al socorro amistoso de Alan Breck Stewart, personaje infatigable, astuto, conocedor de hombres y paisajes. La amistad es otra felicidad en los relatos de Stevenson; cuando veo la camaradería en el cine de Howard Hawks me digo: este leyó a Robert Louis.

 La bondad tiene fama de sosa. Stevenson la hace atractiva. Porque la indignación asombrada de Balfour ante el mal no lo paraliza ni lo vuelve malvado. Aprende. Lucha sin emplear las armas del enemigo, actúa con principios. ¿Triunfa? Lean esta novela. De eso se trata. Serán felices e intentarán ser mejores personas. Es el efecto que causa Tusitala, “el que cuenta historias”, apodo que la gente del Pacífico Sur dio a Stevenson.


Luis Miguel Sotillo Castro

martes, 17 de marzo de 2020

LAS CHICAS DE CAMPO. EDNA O´BRIEN.


Que la primera novela de Edna O´Brien fuera un escándalo y conmoviera los cimientos de la tradicional y católica Irlanda nada más publicarse no tiene nada de extraño, habida cuenta de que lo que narra poco tiene que ver con la  bucólica Eire de bardos, leyendas, sano humor y camaradería. O al menos, no en el modo del tópico al que estamos habituados.

Chicas de campo es el relato de dos vidas entrelazadas: la de la ingenua y tímida Caithleen, procedente de una familia campesina muy venida a menos, cuyo desamparo la empuja hacia la compañía  de la tan insoportable como resuelta Baba, perteneciente a una desequilibrada familia burguesa adinerada en desvaríos. Su historia parece abocada a una más de las existencias anodinas que se apagan en el mísero y cada vez más despoblado mundo rural de la Irlanda de posguerra.
 Sin embargo, un hecho va a sacudir la urgente necesidad de independencia de las jóvenes que se materializará en el Eldorado de Dublín, donde pensiones de extraños trashumantes, amores a cambio de diversión o un par de medias, fracasos y decepciones traerán la añoranza de la inocencia perdida, aquella de los días de colegio, contacto con la naturaleza, diversiones rústicas, de internados claustrofóbicos, del encuentro con el primer amor.

Chicas de campo es novela de iniciación, en ocasiones a trompicones y alocada como Baba, en otras, balbuciente e insegura como Cait, donde el paso de la infancia a la madurez se hace de manera brusca y traumática con el único bálsamo de un amor clandestino.

Es novela de concienciación, la de la situación de las mujeres irlandesas sometidas a sus maridos y a los dictados de la Iglesia Católica, que las encerraban en el único papel de madres y esposas; de reivindicación de la Mujer, de las que quisieron escapar a este destino abrazando el consuelo de la infidelidad, o huyendo hacia la capital, Tierra de Promisión, donde se había instalado el s. XX y los valores tradicionales quedaban diluidos en el aire contaminado del progreso; las más, soportando su infelicidad por cuestión de Fe.

Pero sobre todo es novela de ganas de vivir, de rebeldía, de intimidad de sentimientos y de sexo desinhibido, algo que, en la ultracatólica Irlanda, le valió a la autora la proscripción e incluso la quema de libros.
No olvida, finalmente, O´Brien la tradición celta, que asoma en personajes peculiares, ocurrentes, mezquinos y vividores retratados  admirablemente; en tonadas tradicionales, en internados conventuales de estrictas monjas, en ese alcoholismo endémico, azote de la isla y sus mujeres así como en la inevitable emigración.

Un estilo limpio en la narración, ágil en el diálogo e íntimo en la descripción completa la excelencia de la historia y hace de este libro toda una lección magistral en un debut literario, que, no en vano, supuso el reconocimiento internacional e inmediato para su autora, situándola en el nivel de Eudora Welty o Flannery O’Connor, expertas también en el universo femenino del profundo Sur, de quienes se reconoce deudora Edna O´Brien.

Para los que nos hemos quedado con ganas de más de esta inteligente autora, Errata Naturae promete la progresiva publicación del resto de sus obras en español.

Sybilalibros





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