lunes, 2 de diciembre de 2019

SOFÍA O EL ORIGEN DE TODAS LAS HISTORIAS. Rafik Schami


Una ciudad milenaria, Damasco, que en sí misma es un zoco desordenado; dos historias que se entrecruzan en mil revueltas, se detienen en angostos adarves, se esconden en casas de cien puertas y huyen por callejuelas cómplices, pero sin llegar a ningún destino porque el principio y el fin es Damasco.

Schami, siguiendo la más pura tradición oriental, mezcla en su shisha el dulce erotismo de las 1001 noches con el amargo tabaco del exilio para narrarnos la historia de Salman, un opositor al régimen de los Al Asad huido a Italia, donde ha formado una nueva familia mientras la suya, la de sus antepasados, vive perseguida en Siria, el país de todas las religiones donde una cristiana, Aída, y un musulmán, Karim, van a vivir una historia de amor apasionada en su solitaria madurez.

Con esta jugosa combinación podría haber resultado un relato fascinante. Sin embargo, con lo que topa el lector es con una narración caótica, morosa, que se pierde en el color local para resurgir lúcida a ratos, lo cual es una lástima porque los personajes son entrañables, la descripción de la vida cotidiana y costumbres sirias son muy interesantes y porque hubiera sido una excelente forma de aprender la historia contemporánea de este otrora gran país que desgraciadamente sólo es conocido por sus apariciones en el telediario sino hubiera pasado de puntillas por acontecimientos vitales.

Tras todo ese batiburrillo de tenderete oriental lo único que no es baratija es el Amor como la única fuerza capaz de derribar dictaduras, la amistad verdadera que se sobrepone a religión y política; y, por último, la familia como la razón de ser de un pueblo y una nación.

Añadir que la condición de exiliado del propio autor está omnipresente durante todo el relato, si bien tampoco se puede decir que se trate de una autobiografía en puridad. Rafik Schami, que significa “amigo de Damasco” es seudónimo de Suheil Fadél, un doctor en Químicas sirio-alemán perteneciente a la más que minoritaria confesión cristiano-aramea, reconvertido a escritor y defensor de la paz entre israelíes y palestinos.

A pesar de que me ha costado terminar las 500 páginas de las que consta (y de las que le sobran más de 200) me atraen tanto Siria y sus gentes que creo que le daré otra oportunidad al autor con “El lado oscuro del amor” de la que dicen es su mejor novela.

Sybilalibros @siyofueralibro

viernes, 29 de noviembre de 2019

CANCION DULCE. Leila Slimani


Fenómeno editorial del año, premio Goncourt 2016, miles de lectores ¿Qué tiene este libro?

Un thriller psicológico de calidad, un tema tan cercano como con quién dejamos nuestros hijos cuando vamos a trabajar; una escritura fresca, ágil, alejada de los plúmbeos thrillers nórdicos; un ritmo constante, intrigante “ma non troppo”, que te mantiene pegada a las páginas hasta el final. De hecho, me lo terminé a las 6 de la mañana, como en los viejos tiempos, porque no podía soltarlo. ¿Duro? Sí, pero no escabroso y sin casquería.

Pero esta novela no es sólo el relato de un abyecto crimen infantil. Es la historia de una obsesión devoradora, de la agonía de la soledad, del grito desesperado de ayuda en una sociedad sorda, de la urgencia de ser alguien; en definitiva, de la necesidad de ser desesperadamente necesitado.

El marco donde se desarrolla es algo habitual en la sociedad occidental: pareja joven interracial con hijos que encarna los valores pequeño-burgueses, incluidas jornadas laborales titánicas por mor de una carrera de éxito, se ve obligada a delegar en una desconocida el cuidado y la educación de su prole, con gran suerte para ambas partes pues Louise resulta una cuidadora tan dedicada y amorosa que pronto se convierte en un miembro imprescindible de la familia. Lo que nadie sospecha es que el milagro para solución de los problemas se transformará  poco a poco en una trampa.

Leila Slimani, periodista y escritora, ejemplifica la integración y la diversidad cultural en la Francia actual donde los hijos de las colonias han dejado atrás la fase “pied noir” para devenir en ciudadanos franceses  de pleno derecho sin abandonar sus raíces magrebíes. Y este libro le sirve de vehículo para criticar a la sociedad francesa progresista que al final cae en los mismos valores pequeñoburgueses que desprecia a la par que trasluce su feminismo militante (“La maternidad es una cuestión política” ha afirmado en alguna entrevista).

Extraordinariamente editada por Cabaret Voltaire y traducida por Malika Embarek López, es una buena novela aunque para mi gusto le falta profundidad, poso escritor, al menos para el Goncourt obtenido. Creo que la academia francesa, para evitar quedar anquilosada y seguir vendiendo, se ha subido al carro de la plaga de novela negra que nos invade y para no desprestigiarse demasiado, ha escogido uno de buena factura y rabiosa actualidad pero sin calado literario.

Pecata minuta para un relato absolutamente recomendable, que te atrapa desde el minuto uno y consigue que te identifiques con la historia sin sentirlo.

Sybilalibros@siyofueralibro





martes, 26 de noviembre de 2019

CUERPOS EXTRAÑOS. Cynthia Ozick



        
  “Qué difícil es cambiar la propia vida, qué tremendamente fácil es cambiar la de los demás”

Llegué a Ozick por el prólogo a un libro del gran Saul Bellow y me llamó la atención su manera de adentrarnos en la lectura.
Luego, me vinieron noticias excepcionales con su estremecedora y reconocidísima obra “El chal” sobre mujeres supervivientes de un campo de concentración y quedé conmocionada.
Finalmente, hallé en la biblioteca esta novela (la única), en una fase de hambre por querer saber más de una autora tan especial, más ensayista que novelista y escasamente publicada en España.

“Cuerpos extraños” es tan rara como pregona el título.
Bea, una mujer de mediana edad, amargada y sola, humillada por su exmarido y manipulada por su despótico hermano Marvin, recibe el singular encargo de su hermana de ir a París en busca de su hijo pródigo Julian, que lleva una vida bohemia en la ciudad de la luz, totalmente inaceptable para la tradicional familia norteamericana.
Este viaje desencadenará un terremoto que agitará los cimientos familiares ya en bastante mal estado.

Novela de emigrantes de posguerra en París, de judíos que huyen de su origen, de caprichosos estadounidenses en busca de aventuras existencialistas (estamos en 1952; hace nada que Camus ha publicado La Peste), de desamor, de música, de egoísmos y mentiras (muchas mentiras), es un homenaje a “Los embajadores” (que aún no he leído) de Henry James, el autor más admirado de Ozick.

En la novela de James, el protagonista viaja a París donde vive el hijo de su prometida con una mujer mayor que él para convencerle de su error y de que vuelva a los Estados Unidos con el fin de hacerse cargo del negocio familiar. Ozick adapta el argumento al momento revuelto europeo, le confiere una visión femenina y aporta su condición judía para hablarnos de su desamparo tras la guerra.

Así, el viaje de Bea se convierte en una suerte de revelación, de sacudida para tomar las riendas de su vida y cerrar historias pasadas que la tienen atrapada en un presente opresivo simbolizado por el piano de su exmarido, un protagonista más. Y París será el revulsivo para que el resto de los personajes encerrados en esa habitación decorada con profundos rencores y donde se esconden del tío Marvin/Tío Sam se enfrenten a sus temores.

Obra compleja, porque su estructura se basa en el viaje interior de  cada personajes, dando continuos saltos temporales que hacen difícil seguir el hilo y que, sin embargo, sirven para que pares y reflexiones sobre lo que está contando y cómo, porque el estilo narrativo de Ozick es un ejercicio poético, evocador, donde hablan los sentimientos y los detalles que aparecen en escena.
 Sus protagonistas son oscuros, imprevisibles, volubles y muestran tal desgana hacia la vida que se pasean por las páginas como si no existiera una autora que los alienta, dejándote un sabor amargo tras la lectura.

Aunque he disfrutado muchísimo la escritura de Ozick, puro deleite poético, creo que a la obra le falta un poco más de fondo y desarrollo, pues al final te queda la impresión de mera excusa como ofrenda al maestro. Aun así, la recomiendo, como el resto de su obra.
Editada por Lumen.

Sybilalibros@siyofueralibro



viernes, 22 de noviembre de 2019

LOS HUNDIDOS Y LOS SALVADOS. Primo Levi


Levi vivió entre 1919 y 1987. Nació y murió en Turín. Entró y salió del infierno, como Gilgamesh, Orfeo, Teseo, Hércules, Odiseo, Eneas, Jesús. Permaneció allí más tiempo que ellos. Y fue verdad. No se hizo la pregunta de Segismundo, Levi sabía que su esclavitud se debía al delito de haber nacido… judío.

 Escribió tres libros sobre su experiencia en un campo de exterminio nazi. “Si esto es un hombre” cuenta su captura en diciembre del 43 y la subsiguiente estancia en Auschwitz  hasta principios de 1943. En “La tregua” narra el increíble, rocambolesco, absurdo y doloroso viaje de regreso a casa. Comento aquí el tercero, “Los hundidos y los salvados”.

 Los dos primeros son libros de hechos, cuentan lo que pasa, este tercero reflexiona sobre ellos. Combate la afirmación de un SS, que gracias a hombres como Levi ha resultado falsa. Quien se engaña hoy sobre el Holocausto en concreto y los totalitarismos en general, es porque quiere eludir sucesos, testimonios y razonamientos disponibles. Lo que dijo el soldado miembro de las SS, Schutzstaffel, “escuadras de protección” (Ah, el lenguaje del mal) al judío fue: “ De cualquier manera que termine esta guerra, la guerra contra vosotros la hemos ganado; ninguno de vosotros quedará para contarlo, pero incluso si alguno logra escapar el mundo no lo creería. Tal vez haya sospechas, discusiones, investigaciones de los historiadores, pero no podrá haber ninguna certidumbre, porque con vosotros serán destruidas las pruebas”.

 La profundidad, complejidad, honradez del libro queda de manifiesto en el segundo capítulo: La zona gris. Nos habla de los presos que, para sobrevivir, son cómplices de los nazis, tan crueles como ellos. Los que llevaban físicamente a las víctimas a la cámara de gas eran judíos también; a su vez, tras dos meses de ejercer su labor, serían gaseados y relevados por otros de condición similar.

 No leemos con alivio sobre la felicidad de la liberación, porque no es tal. Los liberados, almas desnudas sobre los huesos, deben lidiar con sentimientos de abatimiento, vacío tras el horror; la vergüenza del superviviente.
 La violencia inútil, gratuita, tenía un fin; el sadismo era un plan, no un impulso. Deshumanizar al preso. Si este se trataba como basura inane y no era percibido como hombre, era más fácil matarlo industrialmente.

 ¿Por qué los presos se rebelaron pocas veces, intentaron poco la evasión? También encontramos repuesta a esta cuestión.
 La parte final del libro la dedica Levi a su correspondencia con alemanes. Las justificaciones, disculpas, o no, de estos. La responsabilidad cierta y gravísima de la gente común, con buena opinión de sí misma incluso, en el advenimiento y dominio de los totalitarios.

 270 páginas estremecedoras, reflexivas, imprescindibles. Antídoto contra el veneno de los atajos hacia la utopía que se saltan la democracia, a izquierda y derecha. Leo la primera edición de El Aleph Editores de octubre de 2002. Afortunadamente, es libro fácil de encontrar.

Luis Miguel Sotillo Castro 



miércoles, 20 de noviembre de 2019

LA TREGUA. Primo Levi


Levi contó en “Si esto es un hombre”, 1947, su estancia en Auschwitz, campo de concentración y exterminio nazi en la Polonia violada; desde su captura en diciembre de 1943 hasta enero del 45, cuando los alemanes huyen del campo.

 Si la Odisea es una joya hermosa y fría, cuyos dolores no nos afectan por la lejanía y las dudas sobre la verosimilitud, “La tregua” es una odisea reciente, sangrante y cierta, demostrada y documentada.

 Imagínese el desocupado lector que para viajar de Madrid a Bilbao tira primero para Cádiz y luego hacia La Coruña. Algo así fue el retorno de Levi desde la zona de Cracovia hasta su Italia; viajando por Polonia, Ucrania, Bielorrusia, Rumanía, Hungría, Checoslovaquia, Austria y Alemania. Buscándose la vida a diario para comer y dormir, viajando en trenes incomprensibles. Pertenecía al grupo de hallados en Auschwitz por los soviéticos. Hombres rotos física y anímicamente, libres ya en teoría, pero privados de todo recurso propio, fueron zarandeados de aquí para allá por la burocracia y desidia de los vencedores estalinistas. Hombres libres como leños sobre las olas.

El libro comienza en enero de 1945, cuando los supervivientes del infierno, ya sin demonios nazis, son vistos por los primeros soldados soviéticos, mudos de vergüenza y estupor ante el espectáculo de esqueletos vivos; termina con la llegada a Turín del protagonista, en octubre. Asistimos a un viaje trágico y cómico. Muertes, abusos, frío, hambre; picaresca, tipos grotescos, situaciones de comedia absurda.

 Termino este comentario con una cita significativa de este libro, sobre la disciplina que imponían los soviéticos a los liberados. Retomaré este dolor histórico y vital cuando hable de la tercera parte de la trilogía: “Los hundidos y los salvados”.
 “…al calabozo, por alguna oscura razón, puede que por atavismo burocrático de un tiempo en que los prisioneros debían ser tres, le correspondían tres raciones alimenticias diarias. Que los detenidos fuesen nueve, o uno, o ninguno, no importaba: las raciones seguían siendo tres. Y el atrevido salió del calabozo, después de diez días de sobrealimentación, gordo como un cerdo y lleno de alegría de vivir.”

 El original se publicó en 1962, meses después de la construcción del muro de Berlín. Leo la primera edición, mayo de 2002, de El Aleph Editores, 348 páginas.

Luis Miguel Sotillo Castro

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