viernes, 1 de noviembre de 2019

UN AMOR CLANDESTINO. Gilles Rozier


¡Qué manera de desaprovechar una buena idea!

Cuando ocurren estas cosas, sufres más que cuando el libro está mal escrito o el argumento es plano.

Hurgando por biblioteca doy con este título ambientado en la Ocupación francesa (nazi, se sobreentiende). Para mí es un tema siempre atractivo, del que nunca me canso aunque se haya escrito y filmado desde casi todos los ángulos. 

Rozier, el autor, nos ofrece una visión con un nuevo valor añadido para los amantes de los libros: una joven francesa, amante de la literatura y lengua alemanas (una abominación para sus compatriotas) decide salvar en su sótano los libros que posee de autores alemanes proscritos por el Reich, en particular Thomas Mann y Heine, no tanto por resistencia al invasor sino por amor a la lectura. A medida que transcurre la guerra y sus conocimientos de alemán la hacen indispensables para el ejército de ocupación, toma conciencia de su pasividad y decide dar un paso al frente escondiendo a un judío en el sótano (siento adelantar este giro pero es indispensable para el comentario. Además, la editorial en sinopsis da aún más información). Y aquí comienza, desde mi punto de vista, la desorientación de la buena premisa del comienzo, perdiéndose en desvaríos lingüísticos sobre el yiddish, nuevo centro de la novela.

Ello tiene una explicación si se lee solapilla sobre el autor: director de la Casa de la Cultura Yiddish de París. Y claro, barre para casa siguiendo, además, la estela actual de revisionismo sobre el mucho colaboracionismo y la poca pero afamada Resistencia, desde una actitud incisiva y revanchista que hace un flaco favor a la novela.

Para mí, a pesar de no estar mal escrita, ha supuesto no sólo un poco de decepción sino que también me ha dejado un regusto acre por el tono empleado. Menos mal que está bien rematada.
Os dejo a vuestra elección su lectura.
Igual sí os satisface.

Sybilalibros@siyofueralibro

LOS SOLTEROS. Muriel Spark


Que Muriel Spark es una autora incómoda e impertinente, es un hecho. Que su mordacidad destila bilis, que disfruta mostrando el lado más oscuro y ruin del ser humano en sus personajes, también. Y a pesar de esta tarjeta de visita, os sugiero que leáis al menos una de sus obras porque no deja nunca indiferente amén de sacudir el polvo a las neuronas.
No sé si lograré convenceros, porque resaltar las virtudes de Spark es tarea complicada, pero me conformo con despertar vuestra curiosidad.

Los solteros, novela coral y serpenteante, narra las tribulaciones de un grupo de célibes de Londres, maniáticos y excéntricos, amantes de la tranquilidad y la independencia que les concede su estado en la más pura tradición british del género (imposible no acordarse del Bertie Wooster de Wodehouse al leer estas páginas) cuando se ven envueltos en una desquiciante trama de estafas, robos, chantajes y espiritismo en el momento en que aparece en sus vidas Patrick Seton, un médium aprovechado y viejo conocido de la policía.
 El maquiavélico embrollo, que culminará en un juicio grotesco, no es más que la excusa de Spark para revelar ese Hyde que todo ser humano aparentemente normal lleva dentro y que se desata con virulencia frente una situación que amenaza su status. Para ello, no duda en retorcer a sus personajes, ofreciendo un terrible muestrario de odio, cobardía, mezquindad, crueldad gratuita e hipocresía que causa en el lector rechazo y lástima a la vez.

La maestría de Spark para construir caracteres se luce en esa galería inclasificable que desfila por las páginas de Los solteros: el irlandés católico que no puede resistirse al sexo, el abogado mediocre que se aprovecha de su oficio para flirtear con su clienta, el sacerdote de una religión creada por él mismo que “ilumina” a señoritas, la viuda alegre que halla en el espiritismo una forma de realizarse y acaparar la atención, las camareras enamoradas de “hombres espirituales” que las rediman de su vulgaridad, y los personajes centrales: Roland Bridges, el eminente grafólogo epiléptico, exsacerdote católico obsesionado con la memoria, que aporta la razón de la religión a este corral  de gallinas sin cabeza; y el médium Patrick Seton, embaucador de viudas y jovencitas, ambicioso estafador, representante de la religión de las emociones del más allá y auténtica fuerza catalizadora de la narración.

Todos contribuyen a una sátira en la que Spark ridiculiza al espiritismo como refugio de solitarios, al sistema judicial, a la policía, a las víctimas de videntes que acaban siendo tan manipuladoras como sus verdugos, ¡a la soltería! como fuente de tanta estupidez y malevolencia.

 Y sorprendentemente, a su propio género. Porque las mujeres no salen muy bien paradas en esta novela: las viudas, o ingenuas o mantis religiosas; las jóvenes solteras, o tonta e influenciable o decidida pero ligera de cascos.
Sí, Muriel Spark puede hacernos torcer el gesto mientras intentamos seguir una lectura que avanza en meandros, da repentinos saltos en los secos y punzantes diálogos, a veces sin aparente relación con el momento narrado, pero que muestran sutilmente la personalidad de cada personaje.

Ahí radica la inteligencia de esta extravagante autora escocesa, amiga y apadrinada de Graham Greene, con quien compartió oficio de espía y conversión al catolicismo sin abandonar sus interrogantes, algo que trasluce en esta novela si uno va más allá del esperpento y sabe leer entre líneas.

Para muchos lectores sus obras carecen de argumento, las consideran meros ejercicios satíricos. Para mí, su amargor es como el del lúpulo: choca, pero sin él no sería posible el milagro de la cerveza. Me estimula las neuronas y me empuja a recaer en su lectura una y otra vez.

Sybilalibros@siyofueralibro

FAMILIAS. Natalia Ginzburg


Lumen nos regala en esta bonita edición tres relatos de una autora tan querida por el público italiano como injusta e incomprensiblemente desconocida por el español en su mayoría, Natalia Ginzburg. Y el descuido resulta aún más inconcebible no sólo por su calidad literaria sino por su trayectoria vital.
Se exacerba la gente con las grandes represaliadas del nazismo, Ana Frank y Nemirovsky, mientras olvida que la Italia fascista no fue precisamente un campo de rosas para los judíos, perseguidos de igual manera, sobre todo en la etapa final de la guerra, cuando los alemanes entraron a poner orden en casa de su calamitoso aliado.
“El camino que va a la ciudad” “Familia” y “Burguesía” son los tres relatos (aunque la autora siempre consideró al primero como novela corta, coincido con el criterio editorial al tratarlo de relato) que componen este volumen, escritos con una diferencia de 30 años entre el primero y el último. El lazo que los une a través de la distancia en el tiempo es la constante en la obra de Ginzburg: la familia, la casa, la mujer y su desencanto ante la situación a la que se ve abocada, la indecisión y finalmente el conformismo.
Sin embargo, sí se aprecian algunas diferencias estilísticas y de paisaje entre “El camino” y los dos siguientes, visibles en la rabia y la rebeldía que anima los personajes rurales de la historia más temprana, muestra de la juventud de la autora, cuya máxima aspiración es salir de un campo dejado de la mano de Dios y de una familia que se odia, y alcanzar el sueño dorado de burgués acomodado de ciudad, momento en que ya no importarán los enconos porque las posesiones los amortiguarán.
En los relatos siguientes, el paisaje y las familias se mudan del campo de chicharras a las monótonas calles de la periferia de cualquier ciudad en los años 70, el tono se hace más condescendiente y la autora nos hace pasar al salón de sus personajes, nos habla de sus anhelos e infortunios, de sus intentos por salir de unas existencias que no les conducen a la felicidad pero que se quedan  en rutinarias huidas hacia adelante, de relaciones construidas sobre silencios,  sin dejar regusto amargo en el lector, al contrario. Consigue que lo veamos de manera natural porque ella es la “mamma” que te cuenta la vida de sus “hijos” pero no entra en juicios de valor. Entre ellos, la absoluta protagonista es la mujer, quedando los hombres como seres incómodos con el papel que les asignó la sociedad pero entregados a ese sino. Serán ellas las que no cejen en la búsqueda de la felicidad, se embarquen en matrimonios equivocados, vivan al filo de existencias grises y salten al precipicio de la infidelidad o terminen convencidas de que un gato es el mejor depositario de su amor.
En estos cuadros tan domésticos, aparentemente anodinos habita la escritura fina, delicada y sensible de N. Ginzburg con la que teje relatos, uno al derecho, dos al revés, de los que salen personajes estrechos, inconformistas, holgados, comodones, volubles, a los que se les salta un punto y se le hace un agujero de soledad, mientras un gato juguetón devana el ovillo de las historias de un mundo a la vez íntimo y universal, reconocible para cualquier lector, sea cual sea su familia.

Sybilalibros@siyofueralibro




martes, 22 de octubre de 2019

EL ANCHO MAR DE LOS SARGAZOS. Jean Rhys


“Siempre hay dos muertes: la verdadera y la que conoce la gente”

Me gustaría no desvelaros la verdadera razón que inspira este relato, me gustaría hablaros sólo de lo difícil que es narrar la locura; de la tortura del rechazo por ser mestiza en una isla donde lo único aceptable es ser blanca o negra; de la pequeña Antoinette, que vive en una gran plantación jamaicana en decadencia, sola con una madre cada vez más alejada de la realidad y rodeada de unos esclavos que la odian. Ignorada por todos, no cuenta con más compañía que la de su propio reflejo en el espejo. Crecerá en lo que se espera de una buena criolla hasta el momento en que un extraño caballero inglés la tome como esposa con la mezquina intención de aliviar su escasa fortuna.

Me gustaría deciros sólo que más que por el atractivo argumental (que es indudable) os dejaráis llevar por la prosa poética de Rhys en sus resinosas descripciones, por los ambientes agitados por los vientos, por el largo manto de las algas del Mar de los Sargazos.

Pero estaría siendo muy injusta con la autora, porque lo que hace Jean Rhys es una osadía tremenda, porque trasladar a Las Antillas uno de los libros más amados por los lectores como es Jane Eyre para narrarnos la historia de la “otra”, la loca encerrada en el torreón de Thornfield, la esposa repudiada, desde su desdichada niñez hasta la llegada a otras islas donde no amanece el sol y salir airosa del trance, componiendo una novela que late con fuerza por sí misma, con un estilo propio e igualmente inolvidable es de escritores con mayúsculas.

“El ancho mar de los sargazos” está dividida en tres partes: la primera y la última están narradas por Antoinette (Bertha en Jane Eyre) y en ellas observamos cómo la escritura se acomoda a la personalidad de la protagonista: la descripción de su soledad e incomunicación es sobrecogedora, las frases son cortas, los pensamientos inconexos, el relato discontinuo; el ambiente asfixiante y húmedo carcomido por la pobreza y el odio de los negros es aterrador. La tercera parte es fantasmal, como lo era su presencia para Jane Eyre.
De la misma forma, la segunda parte, narrada por Edward Rochester es metódica, cerebral, como lo es la inquina que desarrolla hacia la mujer con la que se ha visto obligado a casarse o el desprecio hacia la naturaleza salvaje de la isla o las costumbres criollas.
Todo ello conforma una historia dura, trágica, en la que Rhys esquiva con soltura el melodrama para ofrecernos un retrato desgarrador de manera que al final del libro el lector se pregunta si realmente Antoinette  está loca o sólo es su respuesta a la siniestra  soledad que sufre desde pequeña, a la incomprensión de su marido, al rechazo de su propia gente, a la “obeah” (hechicería) de la vieja Christofhine o a la dolorosa necesidad de ser querida. Aún me lo sigo preguntando.

Ha sido un descubrimiento gozoso esta autora, medio galesa, medio dominicana, bendecida con la gracia de la musicalidad del gaélico fusionado con el son tropical, lo que da como resultado una prosa cálida, sonora, especiada y tan embaucadora que se te hace difícil soltar el libro. Y eso que lo he leído en español, en inglés debe de ser puro deleite. Ansiosa por leer el resto de su breve pero intensa obra.

ADENDA GEOGRÁFICA: Quizás cuando terminéis esta novela no entendáis el título. Puede que un rápido vistazo a un mapa os aclare algo, pero la clave está en la literatura. Sólo un gran lector será capaz de entender su dimensión e importancia. Espero que esto sea un acicate para lanzaros a la búsqueda de los maravillosos libros en los que el Mar de los Sargazos es parte esencial.

Hay ediciones de esta joya en Anagrama, Cátedra o Debolsillo. Yo he leído la edición de Lumen, con una traducción correcta.

Sybilalibros@siyofueralibro





lunes, 21 de octubre de 2019

CUENTOS INÉDITOS. MANUEL MUJICA LAINEZ


Quince relatos breves, unos apuntes de un viaje en tren y algunos aforismos. Mujica se divierte. Hace alarde de su vasta cultura; aprovecha ejemplarmente su condición de argentino, es decir, de hombre de dos mundos. Es como el Inca Garcilaso, de quien trata uno de los cuentos: europeo y americano a la vez, ancestral y moderno, honra a su padre y a su madre, no presume ni reniega de nada. Leemos sobre los dioses andinos y el niño Jesús en el pesebre. Inti, el Dios Sol inca, ilumina a la Sagrada familia en el amanecer de Belén; el dudoso Sol parisino dora los viejos postes del telégrafo bonaerense.

 En esta colección de relatos, algunos poco más que anécdotas, ensayos para obras mayores, se diría, Mujica hace gimnasia mental,  desplegando gran riqueza de vocabulario. Disfrutamos su admiración y conocimiento sobre la Edad media y el Renacimiento.

 Además de este libro, recomiendo de este bonaerense, vivió entre 1910 y 1984, sus novelas “Los ídolos”, “Bomarzo”, “El gran teatro” y sus dos libros felizmente inclasificables: “Misteriosa Buenos Aires” y “Un novelista en el museo del Prado”.
 Leo la edición de Ollero & Ramos, distribuida por Plaza & Janés, de 1994, 157 páginas.

Luis Miguel Sotillo Castro

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