Reunión de seis relatos extraordinarios, estupefacientes. Tengo la
impresión, siempre que leo a esta mujer, de disfrutar con una
pionera, en cierto modo. Cosas que me parecieron originales en su
día ya las había expresado ella, según voy descubriendo.
Daphne de Maurier, 1907-1989, londinense, amó y vivió Cornualles,
escenario de varias de sus historias. Recomiendo, además de las
obras citadas en este comentario, las novelas “La posada de
Jamaica” y “Mi prima Rachel”.
Lo que este libro contiene:
“Los pájaros”, menos de 40 páginas. Celebérrimo por la película de
Hitchcock. Esta no es fiel al relato, pero da una idea aproximada.
Hay personajes distintos en un país distinto y los hechos no son los
mismos; el horror, sí. Aprovecho para recomendar la lectura de
“Rebeca”, cuya versión fílmica sí es fiel, salvo en el destino de la
señora Danvers.
“Monte Verità”, 70 páginas. Este extraño monte, que se nos
desvelará poco a poco entre las nieblas, con el arte grande de la
autora dosificando los avances del lector, recuerda a veces Xanadú;
mejor, Shangri- La. Pero, como leerán, lo de Maurier es todo lo
contrario que el “Horizontes perdidos” del gran cineasta Frank
Capra.
“El manzano”, 40 páginas. Cuando el horror ominoso que uno siente
proviene de objetos, seres, objetivamente inocentes, indiferentes,
es que el horror surge del interior de uno.
“El pequeño fotógrafo”, 40 páginas. El tedio de la clase alta que
paga la baja. Vacaciones en el mar, amorosas y culpables. La
inconveniente relación entre una marquesa y un fotógrafo cojo.
“Bésame otra vez, desconocido”, 25 páginas. Un hombre tímido
corre el riesgo de perderse por una mujer fascinante y extraña.
¿Qué lo hemos visto muchas veces? No con este talento, esta
capacidad de sorprender.
“El anciano”, 10 páginas. Obra maestra. No se puede decir, evocar,
provocar más sentimientos e ideas con menos. Sorprendente
colofón a un libro excelente. Publicado en 1952, leo una edición de
1987, de Orbis. Un euro en mercadillo solidario.
Comentario de Luis Miguel Sotillo Castro.
lunes, 17 de junio de 2019
CABALLOS LENTOS. Mick Herron
Primera novela de
la serie del detective Jackson Lamb y su grupo de “apestados” del MI5, el
servicio secreto británico.
Para todos
aquellos que disfrutaron de los locos de La brigada de Anne Capestan, que sepan
que la autora copió la idea de Herron (que publicó esta novela años antes) dándole
un tono más divertido y menos oscuro.
La originalidad
de Herron reside en ofrecer algo distinto a las novelas policiales al uso,
confiriéndoles un toque de humor ácido y bastante negro, para lo cual retuerce
la imagen mítica que teníamos de los Smiley, Bond y demás eminencias del
servicio secreto de Su Majestad y crea
una brigada de desechos del cuerpo, con historiales tan oscuros como las
nieblas del canal, en los que brillan meteduras de pata clamorosas, vicios
inasumibles por la intelligentsia británica y una poco deseable tendencia a no
respetar la jerarquía.
Esta banda de
desheredados, a los que llaman “caballos lentos”, convive odiándose en
unas oficinas clandestinas llamadas “La casa de la ciénaga” bajo el mando del
irreverente, sarcástico,repulsivo e inmoral Jackson Lamb, un digno descendiente
del Quinlan de Orson Welles en Sed de Mal y tiene por excelsa ocupación la más
absurda burocracia del servicio secreto hasta que el secuestro de un joven por
una banda extremista que amenaza con su asesinato en directo al modo yihadista
se cruza en su camino. Se desencadena así una carrera entre los “caballos
lentos” de Lamb, que han topado con una pista de chiripa, y la cúpula del MI5,
deseosa de colgarse una medalla, por resolver el caso.
Intereses ocultos,
espionaje interno, zancadillas y luchas de poder, periodistas caídos en desgracia
que juegan a 4 bandas, nacionalismos isleños, la necesidad de rehabilitación de
algunos “caballos lentos” hacen de la trama un puzzle interesantísimo en el que
nada es lo que parece y todos juegan al despiste.
Aunque tarda en arrancar,
porque se detiene en demasía en el análisis y presentación de cada miembro de
la Ciénaga, llegado a la mitad el libro se desboca en una acción trepidante digna
del Grand National que no deja respirar al lector.
Hábilmente construida,
muy bien escrita, con un estilo cuidado al modo Oxford: inteligencia al
servicio de la crítica social sazonado con un humor cáustico a veces difícil de
apreciar por un público poco habituado.
Lo recomiendo
vivamente y pido a los lectores que se acerquen a este libro que le den el
tiempo necesario aunque la primera mitad les resulte lenta como sus
protagonistas. El disfrute posterior merece mucho la pena.
Sybilalibros@YoLibro
sábado, 15 de junio de 2019
LA TUMBA DEL TEJEDOR. Seumas O’Kelly
A nadie le amarga un dulce, y menos si es un bombón relleno
de whisky irlandés como este breve relato, capaz de aunar en 77
páginas parte de la Historia de Irlanda.
Los amantes de la cultura irlandesa ya conocemos esa capacidad innata que tienen sus autores de hacer Literatura con mayúsculas de una idiosincrasia particular. Seamus O'Kelly no escapa a esa condición. Apenas conocido en España, este periodista, dramaturgo y poeta de la quinta de J. Joyce es renombrado en su país tanto por sus relatos como por su compromiso con el Sinn Féin a través del periódico Nationality. Su obra es tan breve como su vida y de ella destaca la divertidísima "La tumba del tejedor", la única editada en español por Sajalín.
La trama, surrealista donde las haya: Mortimer, el tejedor de un pueblecito irlandés ha muerto. El hecho de hallar el lugar donde le corresponde enterrarse en el laberíntico cementerio de Cloon na Morav (El prado de los muertos), cuyo mapa sólo residía en la mente del finado, se convierte en una Odisea celta de la mano de los únicos que podrían recordar su paradero: dos ancianos que se aferran a esta última oportunidad de demostrar su utilidad a la comunidad y que no dudan en prolongarla con discusiones genealógicas tan enredadas como la turba que pisan, sin importarles lo más mínimo los sentimientos de una paciente viuda o la prisa de los enterradores.
Viejos, pero no vejez; muertos, pero no extintos; un cementerio que constituye un Gotha repleto de aristócratas de oficios; viudas con luto de primavera; discusiones tan eternas como las piedras y volátiles como el whisky.
Y humor, mucho humor negro.
Finalmente, un guiño para cinéfilos. Leedlo, y sabréis de dónde extrajo J.Ford la idea para una escena de "El Hombre Tranquilo".
Mil gracias a Sajalín por editarnos estas joyas en castellano.
Sybilalibros@YoLibro
viernes, 14 de junio de 2019
EL HOMBRE DE LOS SANTOS. Jesús Fernández Santos
Si tenemos un presente estable y próspero –en caso contrario, no estamos para ociosidades- , nos dedicamos a pensar en nuestra vida, además de vivirla. Somos nuestros recuerdos; estos son un fresco en una iglesia irrelevante, atacado por los hongos, la humedad, los cambios de temperatura, bajo un tejado endeble y agrietado.
Fernández Santos, madrileño de raigambre leonesa, vive entre 1926 y 1988. Amigo de Ignacio y Josefina Aldecoa, Medardo Fraile, Rafael Sánchez Ferlosio, Carmen Martín Gaite; gente de fama más merecida que estridente, grandes escritores todos. Autor de éxito, muy premiado, también es cineasta, relacionado con Mario Camus y Carlos Saura.
“El hombre de los santos” obtiene el Premio de la Crítica en 1969. El protagonista, copista de joven en El Prado, restaurador, se dedica a salvar pinturas en peligro, esas que sufren el abandono en las viejas ermitas e iglesias de nuestros pueblines. Trabajando en aldeas anónimas, termina por añorar Madrid; en la capital, acaba por desear huir a algún pueblo medio muerto. Reflexión e insatisfacción. Discreto culo inquieto. Hombre de familia sin vocación.
El curilla de aldea y el salvador de pinturas, ambos con oficios delicados; cuidar y guardar almas, colores, pigmentos, secretos, coinciden en lo dudoso de su vocación, entre campesinos y monjas. Esto impregna el libro de desasosiego y tristeza.
Una boda en las afueras.
El protagonista casa a su hija en el barrio, frontero a la tapia de la Casa de Campo. Padrino sin ilusión, toma copas en los quioscos del Manzanares para no estorbar en casa. Paga rondas y recuerda el viejo Madrid de los años 20. “Era Madrid pequeño y luminoso”; “Aunque había menos luces, sólo un par de cines...” Creo que lo verdaderamente luminoso era la infancia.
La novela está excelentemente escrita, no así editada. Advierto, con disgusto, en esta entrañable colección Libro amigo de Bruguera, algunas erratas y una falta de ortografía. Es edición de 1981, 318 páginas; 250 pesetas en su día, un euro hoy en mercadillo.
Luis Miguel Sotillo Castro
martes, 11 de junio de 2019
FELIPE III .Semblanza de un monarca y perfiles de una privanza. Ciriaco Pérez Bustamante
El autor nace en Cantabria en 1896, vive hasta 1975. Se va de España tras el asesinato de su padre en la guerra, con pasaporte facilitado por la República. Simpatizante falangista, volverá a la España de Franco. No obstante, mantendrá su amistad con republicanos como Claudio Sánchez Albornoz o Niceto Alcalá Zamora. Profesor universitario, historiador, editor, miembro de la Real Academia de la Historia, rector de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.
Para escribir este libro se informa en la correspondencia de los influyentes y enterados Nuncios, años de 1598 a 1621, los del reinado del tercer Felipe; las cartas de los embajadores venecianos, tan perspicaces; en autores como Cabrera de Córdoba, Quevedo y otros.
Libro breve, 117 páginas sin contar las notas, no es una historia del reinado. Sí una descripción de caracteres. Del propio rey. Del Duque de Lerma, primer valido. La Emperatriz María, hermana de Felipe II, retirada en las Descalzas Reales de Madrid; de cuya influencia huyeron Felipe III Y Lerma, llevándose la Corte a Valladolid. La esposa del rey, Margarita de Austria-Estiria. El Duque de Uceda, hijo y sucesor de Lerma en el valimiento. Leemos también sobre el papel importantísimo de los dominicos confesores reales, especialmente fray Luis de Aliaga.
Felipe II aconsejó a su hijo poco y claramente. Su oficio iba a ser mandar, con justicia, respeto a la herencia recibida y religiosidad. Sólo le dio un consejo práctico y concreto: Que se ayudase de varios sin dar preeminencia a ninguno; así obtendría varios puntos de vista y los secretarios se controlarían entre ellos, moderándose todos. Pues no le dio la gana seguir esta recomendación. Entregó todo el poder a Lerma, logrando descanso propio; para los demás, nepotismo, corrupción, derroche, lujo obsceno y arbitrariedades varias, destacando, en fama y alteraciones innecesarias, el traslado por seis años de la Corte a Valladolid.
Felipe III fue niño de naturaleza débil; regalado, en los dos sentidos. Algunos presentes de su padre: Una escribanía de la India, rosarios para que comience a rezar, libros de pintura y otros en lengua portuguesa, cuadernos con letras coloradas para que las “Baya henchiendo”, un elefante que llegó en una nao de Oriente. Dejovencito fue -heredaría con 20 años-, manso, obediente a su padre. Quizás estuvo demasiado reprimido, espiado, sujeto; vigilado para evitar las malas andanzas y compañías, no libró de la que resultó peor para la Monarquía, la del futuro Duque de Lerma. Sólo este supo acercársele rompiendo su introversión. Cuando el viejo rey sospechó , ya era tarde, Felipe II se acababa .
Parece que en su lecho de muerte, apartado el favorito, Felipe III se arrepintió de su reinado. Tarde para los súbditos abusados.
Leo una edición bonita de hojear, ilustrada; con los datos “Madrid 1950”, sin nombre de editorial, ni derechos ni otra información.
Luis Miguel Sotillo Castro
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