miércoles, 12 de septiembre de 2018

LA GUERRA NO TIENE ROSTRO DE MUJER. Svetlana Alexiévich

No aprendemos de los horrores, repetimos los errores.

Tengo la peor opinión del periodismo moderno; falsario por sectario, profundo como un charco, mal escrito y hablado para más inri. Este es un libro periodístico excelente. La autora deja hablar a mujeres que combatieron por la Unión Soviética en la segunda gran guerra; para los rusos, gran guerra patriótica, de 1941 al 45; antes, Hitler y Stalin eran amiguitos.

Las mujeres en el frente. Sólo a partir de los años ochenta se atreven a hablar con libertad. Fueron heroínas olvidadas. Festejadas por sus compañeros de armas, que reconocían su mérito, al regreso a la vida civil, para muchos eran putas, ya que habían compartido covachas y trincheras con los varones. Esta contradicción no es el mayor dolor del libro.
Desfile de pavores, hazañas, hedores, grandezas humanas, violaciones, amores, olor a carne humana quemada. Todo desde la sensibilidad femenina herida.
Voces de mujeres soldado, desde francotiradoras a enfermeras, con nombre y apellidos. Trabajo de muchos años entrevistando a las protagonistas, el libro se fecha en 2013; leo la edición en Debolsillo de marzo de 2017, sólo 9,95 euros.
 Este comentario desesperanzado se debe a Luis Miguel Sotillo Castro, segundo de a bordo, semper fidelis.

jueves, 6 de septiembre de 2018

EL SOL DE LOS SCORTA. Laurent Gaudé.

Frase corta y precisa como la arista del destino.

Personajes tan duros y arrojados como el espolón de Apulia. 

Paisaje de rocas calcinadas por un dios solar que engendra salamandras como habitantes.

Secretos familiares que clavan aguijones de escorpión en el alma.

Un pueblo supersticioso y celoso guardián de las sagradas costumbres; amores prohibidos que desafían la ira de los dioses, maldiciones homéricas para los amantes y sangre envenenada para la estirpe. 

Y por encima de todo, celebración de Vida, bañada por la sal del Adriático.

Así es El sol de los Scorta. Una auténtica obra maestra tan bien construida que no puedes parar de leer, atrapada por unos personajes con la fuerza de mil tornados y la pasión destructora del mar contra las rocas.

¿Qué nos cuenta? La historia de varias generaciones de la familia Scorta, maldita desde su nacimiento, condenada a la pobreza y la deshonra por el patriarca de la estirpe, el bandido Rocco Scorta Mascalzone (ese apellido), cuya única herencia es el orgullo ardiente y la tozudez de un asno viejo para seguir adelante a pesar de la locura.

Homérica, en el sentido más literal del término y más mediterránea que las aceitunas, es de lectura casi obligada para cualquiera que tenga buen gusto literario, aprecie la escritura con estilo, se sienta unido a los clásicos y ame la Italia profunda y sarmentosa.


miércoles, 5 de septiembre de 2018

LAS VIDAS PRIVADAS DE PIPPA LEE. Rebecca Miller.




Típica novela del género “Literatura para chicas” pero con un plus que hace que te abandones con gusto a ella mientras te envuelve una bien construida trama.
El argumento, un poco visto en principio, cuenta la historia Pippa, esposa, madre y mujer perfecta, que atrae y agrada a todo el mundo, casada con un hombre 30 años mayor que ella al que adora.
Al llegar a los 80, su marido Herb, un tiburón del mundo editorial, decide retirarse con ella a una urbanización geriátrica de lujo. El cambio trastorna a Pippa, mostrándole que se siente menos dispuesta de lo que creía para una jubilación dorada a sus muy activos 50 años.
Ello le empuja a evocar las distintas y nada perfectas etapas de su existencia anterior al matrimonio: desde un hogar disfuncional (no podía ser menos tratándose de novela americana) hasta una depravada juventud en la que la droga y el sexo inconsciente sólo le permiten montar un inconexo collage del período.
A pesar de algunos tópicos, como las alocadas y extrañas vidas de los artistas, escritores y editores de la costa Este norteamericana, lo habitual de la infidelidad o la indispensable esposa complaciente para que el “Gran Hombre” brille, la novela está bien escrita, es fácil empatizar con los personajes y la trama fluye con tal naturalidad que cuando te das cuenta estás tan enganchada que te has terminado el libro en dos tardes.
Además, plantea un tema del que todo el mundo tiene una opinión buenista pero que cuando lo enfrentas en la realidad, no todo es maravilloso: ¿qué ocurre cuando, en un matrimonio con gran diferencia de edad, uno de ellos se va apagando y su visión de la vida es un apacible retiro mientras que el otro está en plena madurez con miles de experiencias aún por vivir?
Como curiosidad, existe película dirigida por la misma autora, Rebecca Miller, artista multidisciplinar (cosa de familia pues es hija del famoso dramaturgo Arthur Miller, más reconocido como exmarido de Marilyn Monroe, y esposa del actorazo Daniel Day-Lewis), aunque no muy valorada por la crítica a pesar de contar con un elenco de campanillas.
Yo no he tenido la oportunidad de verla, pero sí os recomiendo la novela: entretenida, buen ritmo narrativo y fácil de leer.


domingo, 19 de agosto de 2018

EL DOMINGO DE LAS MADRES. Graham Swift


Me ponen nerviosa las novelas del “sí pero no, sino todo lo contrario”. No por lo que tengan de experimental, que me atrae siempre, sino porque al final de su lectura me queda una sensación de haber sido engañada por un mago de feria: mucho polvo mágico pero el conejo es el mismo de siempre.

Y es justo lo que me ha sucedido con esta nouvelle de Swift, un autor que desconocía, pero que venía avalado como el compañero más audaz de esa generación de olímpicos encabezada por Martin Amis e Ian McEwan.
En ello no mentían, pues quien espere de El domingo de las madres una novela al uso se dará de bruces con una estructura narrativa atípica, plagada de elipsis que conviven con la misma imagen repetida desde distintos ángulos, al modo de Expiación de McEwan.

Cuenta la historia de amor clandestino y, por ese motivo, tan legítimo como usual, entre el joven y rebelde aristócrata inglés y la criada huérfana con ambiciones. Lo que en principio aparece como la enésima crítica social hacia esa aristocracia británica  con más conciencia de clase que Lenin, que continúa aferrada a sus atávicas costumbres a pesar de haber venido muy a menos tras la II Guerra Mundial, se desvelará muy pronto al lector como una mera excusa para que el autor vierta en nosotros sus ideas sobre el arte de escribir, en forma de recuerdos de la nonagenaria criada: qué escribir, qué personajes vampirizar, camuflar, escoger para el propósito de la obra, vista como una expiación de las aflicciones del que escribe. Reflexiones y conclusiones interesantes, compartibles o no, que obligan a frenar la lectura y a hacerse preguntas, ejercicio siempre estimulante y de agradecer para todo aquel que sufra la enfermedad del papel escrito. Dice Swift:

          “¿Qué era exactamente, entonces, lo de contar la verdad? ¡Los lectores quieren siempre que hasta la explicación se explique! Y cualquier escritor que se precie los engatusará, los azuzará, se los llevará al huerto. ¿No era lo bastante obvio? Se trataba de ser fiel a la verdadera materia de la vida, se trataba de intentar capturar, aunque jamás se logre, la percepción misma de estar vivo. Se trataba de encontrar una lengua. Y se trataba de ser fiel al hecho-una cosa se seguía de la otra- de que en la vida hay muchas cosas que no pueden explicarse”

Los personajes, apenas esbozados, carecen de personalidades atractivas, dejando sólo entrever el autor el sufrimiento interior tras el velo de la rutina.

Desde mi visión personal e incluso desde la relectura de algunos pasajes, creo que la idea de usar este marco de nobleza rural castigada y estos personajes para exponer sus concepciones acerca del arte de escribir no está bien conseguida: por lo previsible del argumento por un lado, y por el endeble hilo que lo une al objetivo final. Eso sí, si quería dejar a cuadros al lector, lo ha conseguido. Porque facultades para dominar la lengua, le sobran a Swift, tantas, que aunque no me haya entusiasmado esta lectura, volveré a probar por ver si me termina de convencer o lo pongo definitivamente en el cajón de las decepciones a contracorriente de la crítica especializada.

Como dice el autor, en vosotros está la decisión de leerlo o no, depende de vuestra curiosidad lectora.

lunes, 16 de julio de 2018

TODO LO QUE HAY. James Salter

Un mosaico romano, celebrando tesela a tesela las estaciones coloridas del año; la alegría de la vida, su discurrir. Un cuadro sin luz de Brueghel el viejo, su multitud de personajes vivos y muertos. Mezcla estas dos visiones y te sale esta novela.
Comienza en la guerra del Pacífico, las batallas por las islas, camino de Japón. Recuerdo La delgada línea roja, esa película. La incertidumbre por la propia reacción ante el primer combate, el miedo a morir, comprobar que la muerte es cierta, tenemos veinte años.
Tras la guerra ganada, la vida corriente. Desde los años cuarenta hasta los ochenta. Las aspiraciones laborales, sociales, amorosas; incertidumbre y miedo ma non troppo. Ya no tenemos veinte años.
Muchos personajes, neoyorkinos y virginianos, principalmente. El contraste entre los modernos de Nueva York, del mundo de la edición de libros, principalmente, y los ricos de Virginia, esa nobleza un tanto hortera y tradicionalista. Algunas figuras tienen sólo unos párrafos, que bastan para retratar tipos creíbles y variados.
Hay escenas inglesas, francesas, italianas y españolas; Madrid, Toledo, Sevilla, Antonio Machado, Lorca.
Muy bien escrita. Ejemplo de ingenio imaginativo sin rebuscamientos: "El venía de ese mundo y lo había dejado atrás, pero continuaba existiendo como la marca que queda sobre el papel cuando se escribe en la hoja de encima." Como posibles pegas, allá cada lector, mucho sexo explícito; un final nada rotundo, que podría haberse producido cinuenta páginas antes o después. Muy muy recomendable, en todo caso. Es de 2013. La edición e book tiene 384 páginas.
 Este comentario se debe a Luis Miguel Sotillo Castro, segundo de a bordo.

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