martes, 22 de octubre de 2019

EL ANCHO MAR DE LOS SARGAZOS. Jean Rhys


“Siempre hay dos muertes: la verdadera y la que conoce la gente”

Me gustaría no desvelaros la verdadera razón que inspira este relato, me gustaría hablaros sólo de lo difícil que es narrar la locura; de la tortura del rechazo por ser mestiza en una isla donde lo único aceptable es ser blanca o negra; de la pequeña Antoinette, que vive en una gran plantación jamaicana en decadencia, sola con una madre cada vez más alejada de la realidad y rodeada de unos esclavos que la odian. Ignorada por todos, no cuenta con más compañía que la de su propio reflejo en el espejo. Crecerá en lo que se espera de una buena criolla hasta el momento en que un extraño caballero inglés la tome como esposa con la mezquina intención de aliviar su escasa fortuna.

Me gustaría deciros sólo que más que por el atractivo argumental (que es indudable) os dejaráis llevar por la prosa poética de Rhys en sus resinosas descripciones, por los ambientes agitados por los vientos, por el largo manto de las algas del Mar de los Sargazos.

Pero estaría siendo muy injusta con la autora, porque lo que hace Jean Rhys es una osadía tremenda, porque trasladar a Las Antillas uno de los libros más amados por los lectores como es Jane Eyre para narrarnos la historia de la “otra”, la loca encerrada en el torreón de Thornfield, la esposa repudiada, desde su desdichada niñez hasta la llegada a otras islas donde no amanece el sol y salir airosa del trance, componiendo una novela que late con fuerza por sí misma, con un estilo propio e igualmente inolvidable es de escritores con mayúsculas.

“El ancho mar de los sargazos” está dividida en tres partes: la primera y la última están narradas por Antoinette (Bertha en Jane Eyre) y en ellas observamos cómo la escritura se acomoda a la personalidad de la protagonista: la descripción de su soledad e incomunicación es sobrecogedora, las frases son cortas, los pensamientos inconexos, el relato discontinuo; el ambiente asfixiante y húmedo carcomido por la pobreza y el odio de los negros es aterrador. La tercera parte es fantasmal, como lo era su presencia para Jane Eyre.
De la misma forma, la segunda parte, narrada por Edward Rochester es metódica, cerebral, como lo es la inquina que desarrolla hacia la mujer con la que se ha visto obligado a casarse o el desprecio hacia la naturaleza salvaje de la isla o las costumbres criollas.
Todo ello conforma una historia dura, trágica, en la que Rhys esquiva con soltura el melodrama para ofrecernos un retrato desgarrador de manera que al final del libro el lector se pregunta si realmente Antoinette  está loca o sólo es su respuesta a la siniestra  soledad que sufre desde pequeña, a la incomprensión de su marido, al rechazo de su propia gente, a la “obeah” (hechicería) de la vieja Christofhine o a la dolorosa necesidad de ser querida. Aún me lo sigo preguntando.

Ha sido un descubrimiento gozoso esta autora, medio galesa, medio dominicana, bendecida con la gracia de la musicalidad del gaélico fusionado con el son tropical, lo que da como resultado una prosa cálida, sonora, especiada y tan embaucadora que se te hace difícil soltar el libro. Y eso que lo he leído en español, en inglés debe de ser puro deleite. Ansiosa por leer el resto de su breve pero intensa obra.

ADENDA GEOGRÁFICA: Quizás cuando terminéis esta novela no entendáis el título. Puede que un rápido vistazo a un mapa os aclare algo, pero la clave está en la literatura. Sólo un gran lector será capaz de entender su dimensión e importancia. Espero que esto sea un acicate para lanzaros a la búsqueda de los maravillosos libros en los que el Mar de los Sargazos es parte esencial.

Hay ediciones de esta joya en Anagrama, Cátedra o Debolsillo. Yo he leído la edición de Lumen, con una traducción correcta.

Sybilalibros@siyofueralibro





lunes, 21 de octubre de 2019

CUENTOS INÉDITOS. MANUEL MUJICA LAINEZ


Quince relatos breves, unos apuntes de un viaje en tren y algunos aforismos. Mujica se divierte. Hace alarde de su vasta cultura; aprovecha ejemplarmente su condición de argentino, es decir, de hombre de dos mundos. Es como el Inca Garcilaso, de quien trata uno de los cuentos: europeo y americano a la vez, ancestral y moderno, honra a su padre y a su madre, no presume ni reniega de nada. Leemos sobre los dioses andinos y el niño Jesús en el pesebre. Inti, el Dios Sol inca, ilumina a la Sagrada familia en el amanecer de Belén; el dudoso Sol parisino dora los viejos postes del telégrafo bonaerense.

 En esta colección de relatos, algunos poco más que anécdotas, ensayos para obras mayores, se diría, Mujica hace gimnasia mental,  desplegando gran riqueza de vocabulario. Disfrutamos su admiración y conocimiento sobre la Edad media y el Renacimiento.

 Además de este libro, recomiendo de este bonaerense, vivió entre 1910 y 1984, sus novelas “Los ídolos”, “Bomarzo”, “El gran teatro” y sus dos libros felizmente inclasificables: “Misteriosa Buenos Aires” y “Un novelista en el museo del Prado”.
 Leo la edición de Ollero & Ramos, distribuida por Plaza & Janés, de 1994, 157 páginas.

Luis Miguel Sotillo Castro

martes, 15 de octubre de 2019

EMMA . Jane Austen


Siempre me ha parecido Inglaterra muy pequeña para tanta finca con mansión. También me asombra la devoción de innumerables  lectores por una sociedad clasista, prejuiciosa, milimétrica en sus costumbres invariables, más tiesa que las estatuas de sus jardines, como es la inglesa del siglo XIX.
Una cosa es la literatura y otra la vida, se me objetará; se pueden disfrutar las andanzas de terratenientes ociosos con servidumbre devota al tiempo que se es “avanzado”. Cierto, a medias. Cuando Austen, las Brontë, Collins, etc, me convencen de que sus personajes viven y no sólo aparentan, me gustan. Si se rompe el espejo en que se contemplan continuamente y siguen ahí después, sobre los pedazos, agradezco la lectura. No es el caso de Emma.

 Conozco de memoria los paisajes de esta novela, sus tipos humanos, con sus inquietudes repetidas, aspiraciones circulares y leves como sus paseos campestres. Lo mejor, la ironía que envuelve la listeza de Emma, equivocándose siempre; algún personaje simpático por simple y tozudo, como su padre. Lo peor, paso páginas y pienso: esto lo he leído veinte veces, Jane.
De Austen, inglesa que vivió entre 1775 y 1817, me gustaron más, ocurrían cosas, “Mansfield  Park” y “la abadía de Northanger”.

Luis Miguel Sotillo Castro

EL CORAZÓN ES UN CAZADOR SOLITARIO. Carson McCullers


Estados Unidos, 1938 y 39, una pequeña ciudad del sur; es posible recorrerla caminando, de la calle principal con sus comercios a los arrabales con sus fábricas. Ser pobre parece tan inevitable como ser negro, así de triste y difícil es esta sociedad. La segregación cierta y la amenaza permanente de la miseria. Sin embargo, entre sudores y lágrimas, hay personas con ilusiones. McCullers nos habla, con comprensión honda y sin paños calientes, de esta gente; corriente, extravagante, blanca, negra, niña, adulta, religiosa, descreída, rendida, idealista, muda, charlatana impenitente, familiar, solitaria.

 Antonopulos y Singer abren la novela. Mudos e inseparables, son como el Gordo y el Flaco. Stan y Oli si sus guiones los hubiese escrito Samuel Beckett. Biff Branon tiene un restaurante; es un observador benevolente tras su caja registradora, sentado como en observatorio astronómico, cada cliente es un planeta errante. Mick ronda los trece años, muchacha tensa entre su colorida vida interior y la vida exterior de plomo. Jack Blount es alcohólico, charlatán y revolucionario. Portia y su padre, el doctor Copeland, son negros que afrontan el problema de serlo distintamente...

Tenemos no menos de siete personajes tratados con profundidad, realismo, veracidad; los que rodean a estos son imprescindibles en el relato también. Novela sin comparsas, sin rellenos. Libro en el que todo es real, carece de atrezo, todo late, está vivo.
 Que un mudo tenga fama de sabio y omnicomprensivo por el hecho de que no habla, da un tono de humor irónico a la novela. Que los niños sean tozudos como la ley de la gravedad, en su busca de la felicidad, da esperanza. Que los adultos vivan apretando los dientes, contra la injusticia pertinaz, conmueve.

Novela escrita en1940. Pese a la cantidad de personajes relevantes, no nos confundimos ni nos desinteresamos nunca durante la lectura. La autora sabe llevarnos de las peripecias de unos a las de otros, relacionándolas con maestría. Leo una edición de Planeta de 1998; siete euros en librería de viejo, 353 páginas.También recomiendo de la autora estadounidense, vivió entre 1917 y 1967, La balada del café triste, admirable colección de relatos.

Luis Miguel Sotillo Castro

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