Extraordinario título para un libro extraordinario sobre un músico extraordinario en un momento histórico extraordinario por un autor extraordinario.
(Creo que queda constancia de que me ha impactado en gran manera esta lectura)
Hacía tiempo que quería leer a Barnes. Su nombre entre los lectores y la crítica es impecable pero no sabía por cuál de sus obras empezar, teniendo en cuenta que la primera impresión es decisiva para amar u odiar un autor. Un buen amigo y exquisito lector me recomendó comenzar por éste y ha dado en la diana de mi corazón para toda la vida, pues es un libro de los que te dejan marcada.
"El ruido del tiempo" es la reconstrucción novelada de la discordante y sin embargo fructífera biografía del músico formalista ruso Shostakovich, que pasó de ser el niño mimado en los inicios del régimen soviético a proscrito con el advenimiento de Stalin por su forma de entender el lenguaje musical, lejos de la tradición eslava y el "servicio al pueblo".
Perseguido y a la par requerido en múltiples ocasiones por las autoridades soviéticas, Shostakovich aparece en la Historia de la música como el compositor que no huyó del paraíso socialista siguiendo el ejemplo de otros compatriotas como Stravinsky, dando lugar a una imagen de colaboracionista que Barnes desmonta en este libro basándose en las memorias del propio músico así como en las entrevistas que mantuvo con sus hijos, tal y como nos cuenta en el epílogo.
El Shostakovich que nos muestra Barnes es el de una personalidad torturada por la obtusa censura a su incontenible genio creativo, que cree que la música es el único lenguaje universal capaz de llegar a todos los pueblos, sin importar el color político del auditorio.
Su biografía sirve para plasmar con exquisita habilidad el terrorífico paisaje del estalinismo: la vida pendiente del caprichoso hilo tejido por delatores y funcionarios ávidos de escalar en el politburó a base de capturar a enemigos del pueblo; los interrogatorios en sótanos sin causa justificada; la reeducación aniquiladora de personalidad, los premios y cargos públicos envenenados.
Con todo, en las fases más leves de su persecución, el músico disponía de más libertad y dinero que el resto de sus compatriotas, lo que alimentó su imagen de afecto al partido y privilegiado en el país de la supuesta igualdad. Esta indefinición hace que el lector sienta decepción y a la vez compasión por el personaje, como ocurre en la memorable narración de su viaje a los Estados Unidos como embajador de paz de la URSS y su desagradable encuentro allí con otro ruso disidente famoso, Nabokov.
Si bien es verdad que el material biográfico es jugoso, con la cuidada composición narrativa de Barnes, como si se tratara de los contrapuntos de la música de Shostakovich, el relato alcanza cotas de perfección estilística. Es un placer para el lector deslizarse por una prosa tan elocuente, tan bella, ni un desliz hacia la sensibilidad afectada o el rencor político fácil, para encontrarse con una inteligente reflexión sobre la condición humana, el genio creador, la libertad y el miedo.
A todas estas virtudes hay que añadirle la de extensión ideal: 200 páginas que encierran pensamientos que abren un abismo a tus pies, dejando un poso de reflexión difícil de olvidar.
Recomendación desde lo más profundo de mi corazón, no sólo por su calidad literaria sino por ser una historia necesaria.
Ni qué decir tiene que para los amantes de la música, lectura obligada.
Sybila @YoLibro
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