Un mosaico romano, celebrando tesela a tesela las estaciones coloridas del año; la alegría de la vida, su discurrir. Un cuadro sin luz de Brueghel el viejo, su multitud de personajes vivos y muertos. Mezcla estas dos visiones y te sale esta novela.
Comienza en la guerra del Pacífico, las batallas por las islas, camino de Japón. Recuerdo La delgada línea roja, esa película. La incertidumbre por la propia reacción ante el primer combate, el miedo a morir, comprobar que la muerte es cierta, tenemos veinte años.
Tras la guerra ganada, la vida corriente. Desde los años cuarenta hasta los ochenta. Las aspiraciones laborales, sociales, amorosas; incertidumbre y miedo ma non troppo. Ya no tenemos veinte años.
Muchos personajes, neoyorkinos y virginianos, principalmente. El contraste entre los modernos de Nueva York, del mundo de la edición de libros, principalmente, y los ricos de Virginia, esa nobleza un tanto hortera y tradicionalista. Algunas figuras tienen sólo unos párrafos, que bastan para retratar tipos creíbles y variados.
Hay escenas inglesas, francesas, italianas y españolas; Madrid, Toledo, Sevilla, Antonio Machado, Lorca.
Muy bien escrita. Ejemplo de ingenio imaginativo sin rebuscamientos: "El venía de ese mundo y lo había dejado atrás, pero continuaba existiendo como la marca que queda sobre el papel cuando se escribe en la hoja de encima." Como posibles pegas, allá cada lector, mucho sexo explícito; un final nada rotundo, que podría haberse producido cinuenta páginas antes o después. Muy muy recomendable, en todo caso. Es de 2013. La edición e book tiene 384 páginas.
Este comentario se debe a Luis Miguel Sotillo Castro, segundo de a bordo.
lunes, 16 de julio de 2018
miércoles, 27 de junio de 2018
MUJERES EXCELENTES. Barbara Pym
Hay países cuya
literatura tiene una seña de identidad tan marcada que deviene en género
propio. Así, si en Francia es la crítica a la familia burguesa, o en EEUU es la
búsqueda de la gran novela americana, en Gran Bretaña es el costumbrismo de
solteros, sea rural o urbano, elevado a la categoría de pregunta parlamentaria,
casi.
Género cultivado por
la mayoría de las autoras británicas, miss Pym no será la excepción que
reniegue de su deuda con Jane Austen, pues Mujeres excelentes es una vuelta de
tuerca a la Emma austeniana pero desde un enfoque devoto-feminista que puede
resultar cuando menos, desconcertante.
Mildred es una
treintañera soltera (que en los años 50 en los que se publica la novela es
decir solterona con mal pronóstico), hija de pastor anglicano, que lleva una
tranquila pero atareada vida vinculada a su vicaría en un mediocre barrio
londinense. Sus días pasan entre bazares benéficos, atención a señoras mayores
solitarias y animadas charlas con el pastor Malory y su entregada hermana hasta
que el dispar matrimonio Napier se instala en el piso de abajo. El hecho de
tener que compartir baño y de que Mildred es incapaz de negar una taza de té hacen
que se vea involucrada sin saber cómo en el complicado mundo de las relaciones
de pareja, algo hasta ahora desconocido para ella.
Estamos ante la
típica novela en la que los sucesos son tan acostumbrados que corremos el
peligro de no ver lo que hay detrás. De hecho, tarda tanto en arrancar la
acción que estuve a punto de abandonar. Hay que darle las 100 páginas de rigor
para que empiece a atraparte (al menos a mí), pero una vez pasado el Ecuador,
la lectura y los personajes fluyen y evolucionan para mostrarnos un relato que
critica el papel de la mujer únicamente como esposa o soporte de la carrera del
marido, que no se escandaliza ante las relaciones extramatrimoniales y que
muestra el peor lado anglicano y su perversa visión del católico.
Bien escrita y
elegante en sus personajes, he de decir que me esperaba más, habida cuenta del
tremendo ruido que había hecho en las redes sociales, algo así como el fenómeno
Flora Poste que tampoco era para tirar cohetes. Veo buen gusto e inteligencia
en la autora pero no me ha emocionado. Es tan irreal su protagonista, y no hay
ni una pizca de humor o drama en la narración. Quizás sea la novela en cuestión
y su manoseada trama. Aun así, puede que le de otra oportunidad a la autora en
un futuro lejano.
Pero la recomiendo
para los que gustan del costumbrismo british.
lunes, 5 de febrero de 2018
EL CLUB DE LOS OPTIMISTAS INCORREGIBLES. Jean-Michel Guenassia
De esos libros
que no quieres que se acabe.
Con estas
palabras sobraría el resto de la reseña. Pero la novela merece crítica laudable
y lectura apasionada sin temor a sus 656 páginas de las que, creo, sobran unas
cuantas.
El Club es novela
de iniciación, la del joven Michel Marini, lector voraz y caminante, cuyos
padres, demasiado preocupados por el éxito profesional y la educación
académica, carecen de tiempo y paciencia para escuchar la personalidad que va
aflorando, desorientada, en su hijo adolescente.
Es la crónica del
exilio que huyó del Telón de Acero para afincarse en un bistró de París donde
se brinda a la rusa con vino francés por la libertad y se exalta la Vida como
único bálsamo capaz de acallar el dolor de la existencia que quedó atrás.
Es el diario de
una adopción, la de estos huérfanos de patria hacia Michel, huérfano de hogar, mientras,
avanzando peón y defendiendo reina, se desvelan sus conmovedoras historias entre
el humo de un Gitanes.
Como telón de fondo, el anticolonialismo
surgente ante la guerra de Argelia, las huidas desesperadas por las purgas
stalinistas, el repudio de los comunistas occidentales a los fugados de los
paraísos obreros, el racismo hacia los “pied-noirs” argelinos que se refugian
en Francia; o las semillas del Mayo del 68 que plantan con tinta Sartre y
Joseph Kessel en el reservado del bistró.
Y París, siempre París. El París de barrio
burgués acogedor de inmigrantes donde todo el mundo se conoce; el de la
Sorbona, inquieto, descontento y contestatario; el de los cafés de St. Germain
donde se hablaba de cambiar el mundo…
He disfrutado
muchísimo con esta novela escrita con gran sensibilidad y empatizado con unos
personajes dibujados desde los sentimientos y las emociones, incluso con los
más incómodos. Mérito del autor, así como el nostálgico (y muy querido también
para mi) escenario del Montparnasse de principios de los 60 donde vivió
Guenassia.
De todo ese
volumen de páginas que no pesan destacaría los rápidos y elocuentes diálogos
que muestran el contraste entre la esencia francesa y el carácter eslavo. Y ese
“liceo” alternativo del bistró Balto donde Michel aprende la vida de manos de
“maestros” expertos en golpes, supervivencia y perdón.
La recomiendo
vivamente para los amantes de París,
para los curiosos de la historia reciente francesa, para los que han
sentido alguna vez el exilio aunque fuera en su propia casa, para los que aún
recuerdan lo que suponía tener 12 años y que la vida te diera todos los días un
vuelco.
domingo, 3 de diciembre de 2017
ÁNGULO DE REPOSO. Wallace Stegner.
Cerrando el libro y aún sacudiéndome el polvo del
desierto de Idaho, me lanzo en tren transcontinental a comentar esta titánica
epopeya (como no podía ser de otro modo tratándose de un premio Pulitzer)
basada en la vida de la escritora e ilustradora Mary Hallock Foote, cuyos relatos
y dibujos constituyen el rico diario de aquellos aguerridos pioneros que se
lanzaron a la conquista del Oeste en pos de un Eldorado minero a finales del s.
XIX.
Stegner se encarna en la figura de Lyman Ward, un
profesor de Historia inválido y solitario, que intenta volver a dar sentido a
su dolorosa y limitada existencia reconstruyendo la azarosa vida de sus
antepasados a través de la extensa correspondencia que mantuvo su abuela Susan
(Mary Hallock) con sus amigos del añorado Este, ese que abandonó para ser la
esposa de un constructor de minas que la hizo vagar por desiertos buscando la tierra y la veta
prometida.
Se articula así la novela sobre dos historias paralelas,
una remota y otra contemporánea al movimiento hippy californiano cuyo hilo conductor
comenzaría por los lazos de sangre pero conforme va avanzando la historia serán
la redención, los caracteres indómitos y el eterno amor por la tierra quienes
conecten ambas generaciones.
Desde el primer momento te quedas enganchado a los
avatares de la dispar pareja: ella, una damita cultivada y mundana, más
victoriana que el miriñaque de la propia reina Victoria, convencida de que
puede trasladar su refinado universo al salvaje Oeste, y tan tenaz como para
recrear un elegante salón neoyorkino poblado de poetas y políticos en un mísero
cuartucho de un astroso poblado minero.
Él, de carácter noble y taciturno, necesitado de espacios
abiertos donde demostrar una valía constantemente puesta en entredicho por el
talento de su esposa.
Cómo el autor consigue en su minuciosa narración
describir la aventura del matrimonio en paralelo a la de un paisaje
ingobernable, deidad omnipotente que esculpe caracteres, levanta hogares al
borde de precipicios existenciales, anega de fracasos los campos de sueños y se
erige por derecho propio en personaje decisivo, es digno de ser leído.
Sobrecogen la riqueza de las descripciones y las pasiones,
tanto en la aridez de Arizona como en la mansión de Lyman, de estos seres
sobrepasados por las circunstancias pero que no se dejan someter por ellas.
Hay momentos en los que el libro se vuelve árido, pesado
como el entorno, pero la habilidad de Stegner para retratar la psicología de
cada uno de sus personajes a partir de las planchas que dejó la ilustradora, consigue,
sin que te des cuenta, que te hayan traspasado y que no puedas abandonarlos a
su suerte cerrando el libro.
Como curiosidad comentar que los herederos de Mary
Hallock se querellaron contra Stegner por haberse tomado demasiadas libertades
a la hora de interpretar sus cartas en sentido amoroso (es que hay que novelar,
se defendió) así como la grandeza de la metáfora física del título, pues un
ángulo de reposo hace referencia a la pendiente máxima de un terreno sin que se
produzca un deslizamiento.
Dramón épico (700 paginitas de nada), con aliento de
héroes homéricos luchando contra dioses caprichosos, cumple con los requisitos
para constituir eso que todo norteamericano que coge la pluma desea escribir,
“la gran novela americana”.
La recomiendo para amantes de las epopeyas del XIX pero
con escritura del XX, para corazones aventureros, para los curiosos del estilo
de vida pionero y de esas increíbles mujeres victorianas que construyeron los
Estados Unidos, para los fascinados con paisajes agrestes dentro y fuera de
casa.
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