Angel Wagenstein ha llevado una de tantas vidas nómadas inherentes a su condición judía. Búlgaro sefardí, vivió su infancia exiliado en Francia por la militancia comunista de su familia. Amnistiados tras la IGM, regresó a su país donde formó parte de una organización clandestina antifascista. Durante la IIGM fue internado en un campo de trabajo del que se evadió para engrosar las filas partisanas. Capturado y condenado a muerte en 1944, logró eludir la sentencia gracias a la entrada de los soviéticos en Bulgaria.
Si traigo aquí parte de su interesante biografía es para resaltar que todo lo que cuenta y anima su trilogía de los judíos en el s.XX que abre esta novela se ha vivido en primera persona. Como muestra, un botón genial:
“-¡Así es, he conocido distintos países! exclama Isaac Blumenfeld, Austria-Hungría, Polonia, la URSS, Alemania…
-¿Ah sí? ¿Has visitado todos esos rincones? Se sorprende Mendel.
-¡Qué va, yo no me he movido de mi pueblo!”
En tres líneas queda plasmada la historia del s. XX europeo.
Aunque el autor subtitula este libro “Sobre la vida de Isaac Jacob Blumenfel durante las dos guerras, en tres campos de concentración y en cinco patrias”, para mí sería “Del Holocausto al Gulag con una sonrisa”.
Creo que no hace falta añadir nada más como adelanto de sinopsis. Sólo resta hacerse una cafetera para doce, proveerse de una caja de galletas de dos pisos, abrir el libro y seguir las andanzas de Isaac como si de un libro de aventuras (macabras) se tratara.
Isaac es un sastre judío de Galitzia que nace súbdito del imperio austro-húngaro y por mor del baile de fronteras bélicas, pasa a ser polaco, alemán, soviético y finalmente austríaco. Junto a él sufrimos las dos grandes guerras con humor e ingenio, encontramos amigos para luego perderlos en las peores circunstancias, soportamos los más infames designios divinos con ironía y con la ayuda inestimable de la ancestral sabiduría del rabino y sobrevivimos a los campos de concentración con chistes que te retuercen de la risa.
Aunque a algunos lectores les pueda parecer inconcebible, el horror y el humor duermen en el mismo colchón, como han demostrando casi todos los autores judíos del siglo pasado. Es algo que forma parte de su idiosincrasia, un mecanismo de supervivencia para conjurar el terror que ha permitido a este pueblo llegar hasta aquí conservando su esencia.
Esta novela, aparte de una factura clásica, unos personajes entrañables y una escritura tan ágil como amena, es un prodigio de tolerancia y un canto a la vida. Rezuma humanidad en cada palabra y lo mejor, te hace reflexionar y aprender con una carcajada: una frase del Rabino vale por cien sesiones de psicoterapia.
Leedlo, que vais a haceros el mejor favor que habéis recibido en mucho tiempo.
ADENDA: Sólo he leído el primer libro de la trilogía. Me comentan fuentes cercanas y muy fiables que los siguientes no están a la altura del primero.
Sybilalibros