martes, 21 de enero de 2020

UN ESPÍRITU REBELDE. Herbjorg Wassmo


Wassmo es una novelista noruega nacida en 1942. “La casa del mirador ciego”, “La habitación muda” y “El cielo desnudo” forman la trilogía sobre la muchacha Tora, editada en español por Nórdica. Me encantó, desde entonces busco algo más suyo. Encontré esta novela en el Rastro madrileño, inopinadamente; momento mágico de lector compulsivo.

“Dinas bok” es el título original. Lo de “un espíritu rebelde” es tan apropiado como vestir a un potro con smoking, que además le quede corto y estrecho. Cosas de Círculo de Lectores, editorial cuya lápida debería rezar: Con mis libros llené de maravillas vuestros hogares grises.
 Ante Dina, la protagonista,  Lucrecia  Borgia  es una simple, Escarlata O’Hara una muchacha discreta y sensata. A Robert Graves, masoquista de género, en cuyas obras los varones son peleles a merced de las mujeres, le habría encantado esta novela.
Dina es el Norte, duro y ártico. Monta a pelo un caballo negro, tan poderosa como infeliz. Pasa resuelta del aislamiento temeroso al dominio misántropo sobre los otros. Si se relaciona, manda. Mandar es destruir la libertad ajena, siempre.
 La muerte terrible de la madre durante su niñez marca a Dina. El Destino, frío como la Biblia luterana cuyas citas encabezan los capítulos, graba su marca al rojo vivo, entre nieves, sobre la piel infantil; quiebra su alma con el peso gélido del sentimiento de culpa. Huye del remordimiento hacia delante, tocando quieta el violonchelo entre sus piernas  o galopando temerariamente por caminos invernales imposibles; acumulando culpas nuevas, como nieves recientes sobre el paisaje helado.

 ¿Por qué leer novela tan tremenda? Por lo bien que nos hace vivir el norte de Noruega en el siglo XIX, mucho antes de la prosperidad petrolífera. Por unos quince personajes perfectamente creados, con verosimilitud y claridad. Porque a menudo he leído el mismo párrafo varias veces, por puro placer lector.

 Leo la edición de Círculo de lectores de 1994, la original es de 1989.

Luis Miguel Sotillo Castro

ASTRONAUTAS. Stanislaw Lem


Stanislaw Lem es fenómeno curioso, como un planeta errante; una estrella mundial de la ciencia ficción sin ser anglosajón. Lean su obra más significativa: “Diarios de las estrellas”, con el viajero estelar Ijon Tichy  a los mandos de la nave.

Uno mira con simpatía los teléfonos fijos con cordón, las grandes radios pegadas a la pared sobre una repisa de madera. Sin ellos, hoy no pasearíamos con toda la información inútil del mundo dentro de un gusano en la oreja.
 Uno mira con simpatía a los pioneros de la ciencia ficción, pasados de moda, ingenuos, pero cimientos del fantástico edificio que vino después. Lem tiene la peculiaridad de ser polaco, algo casi exótico en un género de triunfadores mayoritariamente estadounidenses. En una Polonia bajo la bota soviética, las aventuras en Marte y el humor podían eludir la censura y sus arenas movedizas.

Lem intentaba publicar una novela contemporánea, pero las autoridades le ponían reparos, como que no resaltaba suficientemente el papel positivo del Partido Comunista en la Historia. Harto, necesitado, se pasó a la ciencia ficción, género en el que ya tenía alguna experiencia. “Astronautas” resultó un éxito inesperado, también en el extranjero, hablamos de 1951. Su carrera se encaminaba hacia el futuro.

 Salvo la densa “Solaris”, sus novelas se caracterizan por el humor, a menudo sarcástico. El éxito de “Astronautas” en Polonia se debe al contraste con el realismo socialista en boga; en el extranjero, tal vez a su apariencia científica, pero no enrevesada. Lem imagina en “Astronautas” un origen marciano del famoso meteorito siberiano de 1908, sabios cercanos  y un Marte civilizado y agresivo.
 Debo decir que la novela queda hoy anticuada. La leerán con simpatía los aficionados al género.
 Leo la Edición de Impedimenta, marzo de 2016. 373 páginas.

 Luis Miguel Sotillo Castro

lunes, 16 de diciembre de 2019

EL CELOSO EXTREMEÑO. Miguel de Cervantes

Leo y releo mucho a Cervantes. No suelo contarlo porque la reacción de la gente suele ser extraña: te miran como si fueras una pedante amargada sin vida social dispuesta a soltarles un discurso. Creo que es por desconocimiento del autor, porque se asocia con la obligada lectura de El Quijote en el bachillerato y el rechazo que ello suponía, amén de la dificultad que conlleva nuestro castellano del siglo de oro para muchas personas.

Y es una pena, porque se pierden un autor amenísimo, divertido, ocurrente a más no poder, nada prolijo como los tostones del XIX, creador de unos personajes tan geniales como auténticos, con un dominio de la lengua... No sigo que me desparramo 😄

Llevo una temporada con poco tiempo para leer, así que echo mano de los audiolibros de la biblioteca pública para mi diaria dosis de "lectura" (el mono lo llevo fatal) mientras realizo otras tareas para las que los clásicos son el complemento ideal (voz humana. De sintetizador para clásicos, un horror).
Y claro, me estoy poniendo tibia con las Novelas Ejemplares, que aunque ya las he leído (algunas en varias ocasiones) me fascinan, sobre todo las que tienen por marco la ciudad de Sevilla como esta del Celoso Extremeño, que nada más por su comienzo, en el que describe al personaje y la Sevilla del XVI con la lengua coloquial de aquel entonces, vale más que cien sesudos ensayos de Historia. ¡Qué maravilla!

Os lo trascribo:
"NO HA MUCHOS años que de un lugar de Estremadura salió un hidalgo, nacido de padres nobles, el cual, como un otro Pródigo, por diversas partes de España, Italia y Flandes anduvo gastando así los años como la hacienda; y, al fin de muchas peregrinaciones, muertos ya sus padres y gastado su patrimonio, vino a parar a la gran ciudad de Sevilla, donde halló ocasión muy bastante para acabar de consumir lo poco que le quedaba. Viéndose, pues, tan falto de dineros, y aun no con muchos amigos, se acogió al remedio a que otros muchos perdidos en aquella ciudad se acogen, que es el pasarse a las Indias, refugio y amparo de los desesperados de España, iglesia de los alzados, salvoconduto de los homicidas, pala y cubierta de los jugadores (a quien llaman ciertos los peritos en el arte), añagaza general de mujeres libres, engaño común de muchos y remedio particular de pocos.
En fin, llegado el tiempo en que una flota se partía para Tierrafirme, acomodándose con el almirante della, aderezó su matalotaje y su mortaja de esparto; y, embarcándose en Cádiz, echando la bendición a España, zarpó la flota, y con general alegría dieron las velas al viento, que blando y próspero soplaba, el cual en pocas horas les encubrió la tierra y les descubrió las anchas y espaciosas llanuras del gran padre de las aguas, el mar Océano."
Y de aquí se sigue trama entre galante y engañosa, moral y costumbrista, para "exiemplo de doncellas virtuosas e maridos celosos".

Perdedle el miedo a Cervantes. Si os cuesta la lengua cervantina (que para mí es el mayor deleite de su lectura), hay ya en el mercado versiones adaptadas, aunque pierden el 80% del valor y el encanto en mi modesta opinión.
Sybilalibros@siyofueralibro

domingo, 15 de diciembre de 2019

GENTE DE LA GENERACIÓN DEL 98. Ricardo Baroja


Todos conocen, otra cosa es leerlo, a Pío Baroja; menos a Julio Caro Baroja, muy pocos a Ricardo Baroja.  Este fue hermano de Pío y tío de Julio. Pintor, grabador, actor, escritor, Ricardo Baroja vivió mucho, siempre curioso y sociable. Para el conocimiento de familia tan productiva, intelectualmente, recomiendo el libro de Julio Caro “Los Baroja”.

Este libro de Ricardo, aunque tiene algunos textos posteriores, se basa en publicaciones en la prensa de 1935. En ellas, Ricardo Baroja traza semblanzas de personajes de la cultura, desde fines del XIX hasta la República. Divertido y revelador anecdotario de aquel Madrid, bohemio, tabernario, teatral en varios sentidos. No deja de asombrarme que los cafés ganasen dinero con esa clientela a dos velas, tertulianos mucho más habladores que gastadores. Baroja habla de aquello que vivió, no cuenta chismes. Desfilan por aquí, más haciendo eses que en línea recta, más vistiendo como pueden que uniformados, muchos tipos. Los más famosos: Pío Baroja, Valle Inclán, Azorín, Unamuno, Picasso. También Zuloaga, Ramiro de Maeztu, Ciro Bayo. Silverio Lanza, el solitario de Getafe; Anita Delgado, de cómo casó con el maharajá de Kapurtala, teniendo mucho que ver Valle Inclán…

 Además habla el autor de otras personas para rescatarlas del olvido, pues a su juicio merecen fama. Las penurias no recompensadas. No nombra, compasiva y humorísticamente, a las lumbreras literarias consagradas que se avergüenzan de su pasado bohemio. Porque la bohemia solía ser necesidad  y hambre, más que esnobismo y moda. Las buhardillas tienen más moho que poesía; las escaleras de acceso a ellas, menos luz que crujidos fríos, olores pesados, claustrofóbicos  e indefinibles.

 Tomamos aire puro caminando y en caballerías, por las sierras del Guadarrama y Albarracín, lejos de cafés, licores, humos y verborreas. Todo el libro es refrescante, bien escrito, carcajeante por momentos.

 Editorial Juventud S.A. Copyright  de Julio Caro Baroja, 1952. Primera edición en Libros de Bolsillo Z, abril de 1969, 229 páginas.

jueves, 12 de diciembre de 2019

LAS SIETE COLUMNAS. Wenceslao Fernández Flórez


Fernández Flórez nació en La Coruña, en 1885, murió en Madrid en 1964. Un libro suyo le salvó la vida en 1937. En él elogiaba a Holanda, país cuya embajada,  que conocía el escrito,  presionó al gobierno del Frente Popular para que dejase salir de España al escritor, retenido en Valencia.

 A su vuelta a España, declaró a favor del ministro de Gobernación republicano socialista, Julián Zugazagoitia, sometido a un Consejo Sumarísimo. No sirvió su testimonio, fue fusilado el político en 1940.

 Fácil es comprender, con sus vivencias, que sea un pesimista, pero, sobre ello, es un gran humorista, compasivo. Principalmente, un gran escritor. Tiene menos fama de la merecida por su actitud política anti marxista, conforme con el franquismo. Gracias a algunas películas no está totalmente olvidado: “Volvoreta”, “El malvado Carabel” y “El bosque animado” han sido llevadas al cine. Recomiendo también “Las gafas del diablo”, “El hombre que compró un automóvil” y “El toro, el torero y el gato”. Humorismo fino, absurdo en el buen sentido, escritura para disfrutar.

Escribe “Las siete columnas” en 1926. Estas columnas son los siete pecados capitales. Mejor la primera parte que la segunda, donde razona en serio para que todo cuadre. Impagable la relación entre el Diablo y el anacoreta. Títulos de capítulos como “En el que, a pesar de ocurrir muchos graves sucesos, el personaje más interesante es un gusano”, o “De cómo Oliván rechazó un trono y se conformó con un empleo”, dan idea de lo que nos traemos entre manos.

 Es el libro más flojo del autor pero incluso así merece una lectura sonriente. Leo la quinta edición en Renacimiento. No trae fecha, pero el copyright es de 1928 y la editorial quebró en 1931.
 (No pongo la foto de la portada porque esta tiene colores similares a aquellos papeles pintados que se ponían en las paredes hogareñas, sin ninguna letra ni palabra en ella.)

 Luis Miguel Sotillo Castro

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