viernes, 8 de octubre de 2021

EL SENTIDO DEL DOLOR. Invierno para el comisario Ricciardi. Maurizio de Giovanni

Sigo descubriendo noirs italianos. Parece que se les da bien. Como dice mi amiga Julia, el género policíaco es el nuevo costumbrismo, revestido de investigación policial para hacerlo atractivo. Y claro, de costumbrismo tenemos en el Mediterráneo para dar y tomar. 

Giovanni cumple con la norma: detective y ciudad donde trabaja son uno, pero difiere del resto de novelas actuales al alejarse del mundo contemporáneo y ambientarla en Nápoles durante los año 30, donde un Fascismo recién estrenado añade aún más contradicciones a la ya de por sí caótica esencia napolitana, pues en una ciudad fascista (al igual que en sus homólogas comunistas) no pueden existir crímenes, suicidios, violaciones o robos porque el infalible Estado es el garante de la seguridad. Por supuesto, la realidad y el comisario Ricciardi se encargan de contradecir la mentira totalitaria.


Una ambientación diferente merece un detective diferente y Giovanni dibuja un protagonista extraño: al contrario que sus colegas, sobre todo los norteamericanos, que son casi más “bajofonderos” que los criminales que investigan, Ricciardi es de origen noble. No necesita trabajar para vivir pero lo hace porque lo empuja “El Hecho”, una carga que no puede compartir con nadie, que determina su oscura personalidad y lo sume en un dolor abrumador constante. Es taciturno, esquivo y poco amigable para el lector que, sin embargo, queda atrapado por sus ojos verdes sin sombrero y no puede dejar de leerlo. 


En ese muro de soledad sólo les está permitida la entrada, y restringida al atrio de la “sfogliatella” en el Gambrinus, a su fiel segundo el brigadier Maione, al racional forense Modo y al informante travesti Nenita. Meras comparsas en esta primera novela. 

El único personaje que habla de tú a tú a Ricciardi es Nápoles, la ciudad del autor que mima en sus descripciones. Es la Nápoles de los burgueses del Vomero y de los pobres de los Quartieri Spagnoli, de los “scugnuzzi”, los niños de la calle, y de la suntuosidad del teatro San Carlo, donde se desarrolla la acción de esta primera entrega:

Arnaldo Vezzi, divo de la ópera de talento infinito, amado por mujeres y reverenciado por el mismísimo Duce, aparece muerto en extrañas circunstancias justo antes de “vestire la giubba” de Pagliacci. Su carácter caprichoso y tiránico lo hace acreedor de multitud de enemigos por lo que la investigación parece inabarcable. Pero la contumaz perseverancia de Ricciardi, impulsada por un profundo conocimiento de los sentimientos humanos (“el delito es el lado oscuro de los sentimientos” dice Giovanni) irá levantando los pesados telones, de amor unos, de hambre otros, que cubren el crimen.


También en la narración es diferente Giovanni. Su prosa es pausada, floreada en algunas ocasiones (no lo puede evitar siendo napolitano), más atenta a los sentimientos y a hurgar en los tortuosos pensamientos del comisario Ricciardi que a la acción, lo que a mi modo de ver hace que se resienta el desarrollo de la investigación. La ambientación es maravillosa, los personajes bien descritos y el planteamiento muy atractivo, pero de desinfla un poco a mitad del libro y al final comete uno de los peores delitos que puede perpetrar un escritor de novela policíaca según mi amigo y colega Luis: sacarse de la manga un personaje crucial para la resolución del caso, lo que hace menos creíbles los motivos del crimen. 

A pesar de esta pequeña decepción, continuaré leyendo la saga de Ricciardi, dividida en estaciones (como los primeros de Mario Conde), porque me ha gustado el personaje y mucho más Nápoles. Sí, lo recomiendo porque se sale de lo común, y en concreto para los amantes de la Ópera porque van a disfrutar como enanos.


Lo he leído en italiano donde he podido apreciar la riqueza del lenguaje de Giovanni, al que agradezco no atiborrar el discurso con el dialecto napolitano, sólo unas pinceladas.

En español lo edita Lumen y lleva como título El invierno del comisario Ricciardi.


Sybilalibros


miércoles, 6 de octubre de 2021

ASESINOS SIN ROSTRO. Henning Mankell

Tanto oír hablar de Wallander que tenía que probar para opinar.

Vaya por delante que no soy nada fan de la moda del policíaco nórdico, pero he dejado de lado las suspicacias para su lectura. 

Pues han vuelto ellas solitas por derecho propio. 

Leeeeeeeento, aburrrriiiido, trama regular llevada y el tan afamado carácter atormentado e introspectivo de Wallander me parece de lo más cargante. Nula conexión con el detective protagonista y para colmo de males, total ausencia de una mínima dotación de personalidad al resto del equipo investigador que te permita ir más allá de un nombre extraño que aparece de vez en cuando en escena.

No sé si es porque se trata del primer libro de la serie y no está cuajado, si luego mejora, si...Creo que no, que no voy a perder mi tiempo con este señor habiendo otros mucho más interesantes esperando a entrar en mi vida. No se ofendan sus seguidores, es cuestión de empatía con el protagonista y no ha asomado por ningún lado.


Sybilalibros


domingo, 3 de octubre de 2021

LAS INQUIETUDES DE SHANTI ANDÍA. Pío Baroja

Gratamente sorprendida con este amenísimo libro. No me lo esperaba de D. Pío. Una tenía aún el recuerdo agridulce del Baroja colegial, aquel de "El árbol de la ciencia", pesado y sombrío para una edad en la que todo era futuro. Pero Shanti Andía le ha dado la vuelta a la tortilla.


Excelente novela de aventuras marinas, al más puro estilo Verne y Salgari, pasado por tamiz vasco: piratas, negreros, tormentas, motines y tesoros. No le falta ni la enredada historia de amor para cumplir con los cánones del folletín decimonónico. Eso sí, este, con el pedigrí de Baroja: escritura rápida, personalidades  atractivas con las que te identificas desde la primera página, el habitual estilo desmañado y la marca de la casa: el amor por el mar y lo vasco como razón de ser y sentir, sin atisbos de nacionalismo talibán.


Lo recomiendo con verdadera alegría, para cualquier paladar. 

Yo me lo he bebido en 4 días, he disfrutado como los indios, me ha tocado el corazón con la parte ambientada en el Cádiz del XIX, me ha hecho soñar con las velas desplegadas al viento (eso sí que era navegar) y lo mejor, me ha reconciliado con D. Pío. Tiene varios dedicados al mar como maestro de iniciación a la vida adulta. Irán cayendo.


He leído una edición baratita de El mundo que andaba por casa, pero recomiendo la anotada por Caro Baroja de Cátedra. Otro nivel.


Sybilalibros


miércoles, 29 de septiembre de 2021

HAMNET. Maggie O'Farrell

La dependencia de la luz. Sitúense en los últimos años del siglo XVI. Una pequeña población rodeada de naturaleza, en parte domeñada, nuestra, en parte salvaje, ajena. De día tenemos recursos, nuestra mirada nos hace fuertes, atacamos y nos defendemos. Distinguimos el  trigo de la ortiga, la caza que llevamos al hogar  del lobo y el jabalí. La noche ciega nos mete en casa, fuera de ella, la negrura vence. El anochecer nos pone a la defensiva. Desconfiamos de las personas que osan moverse en la oscuridad del bosque. De él parece surgir Agnes, madre de Hamnet, mujer nervio, raíz de mandrágora, de este libro.

 Me encanta una canción en la que pensé leyendo esta historia, Scarborough  Fair, en la versión angelical de Simon & Garfunkel.  Melancolía. Recuerdo también a Robert  Plant tirado en la hierba con una joven y un bebé, mientras suena Stairway to heaven. Pero si las escucho diez veces seguidas me aburro. Con las descripciones de este libro, sus catálogos de hierbas y otras hierbas, me pasa lo mismo. Creo que la historia podría haberse contado con menos páginas. O’Farrell nos ofrece una ruta de la peste, su transmisión, que queremos que acabe pronto. Ya leímos en su día el Diario del año de la peste, de Daniel Defoe.

Dicho esto, agradezco la claridad valiente. Lo primero que se nos dice es que el personaje que da nombre al libro es un hijo de Shakespeare que morirá poco después de empezar sus andanzas en la novela, a los once años. La tristeza no nos pilla por sorpresa. En realidad, la protagonista es la madre de Hamnet, la mujer de Shakespeare, un tipo que, huyendo de su padre, de su pueblo, del trabajo artesano y su comercialización, marcha a Londres; tiene imaginación, cierto talento y afición por la escritura. Probará a trabajar en el teatro.

 Novela de mujeres y niños. Los varones adultos son temibles, simples  o están lejos. Agnes, la madre de los hijos de Shakespeare, es personaje muy atractivo, por su independencia y saberes, entre naturales y mágicos. ¿Es verosímil? Dudoso.

En fin, la novela es atractiva más por las correcciones mentales que le hacemos, por lo que imaginamos nosotros, que por lo que cuenta; es mérito de O’Farrell despabilarnos. No sé si recomendarla o no. Porque de William tengo los temores y las dudas, no el talento.

344 páginas. Edita Libros del Asteroide, leo la segunda reimpresión, 2021, el original es de 2020.

Luis Miguel Sotillo Castro.

 

 

miércoles, 15 de septiembre de 2021

GUÍA PARA VIAJEROS INOCENTES. Mark Twain

Twain es un señor mayor gracioso, las guías de su bigote imitan la trayectoria del cometa Halley. Por otra parte, ha hecho felices a millones de niños y adultos con sus libros. Minucias. Lo importante es quién pinta la valla, ¿verdad, Tom?

  Nació en Misuri en 1835, murió en Connecticut en 1910. Encarna lo mejor de los estadounidenses, por su irreverencia, libertad, energía. Es un homo novus en un país sin tradiciones. Twain es a la prosa lo que Walt Whitman a la poesía. Como escribió este “Dentro y fuera de mi casa me pongo el sombrero como me da la gana”. Recomiendo sus novelas Las aventuras de Tom Sawyer,  Las aventuras de Huckleberry y El Príncipe y el mendigo. Desaconsejo sus memorias, nada graciosas, llenas de sus avatares financieros.

 En 1867 Twain se apunta a un viaje organizado: “Excursión a Tierra Santa, Egipto, Crimea, Grecia y lugares de interés intermedios”, zarpando de Nueva York. ¿Normal? Les repito la fecha, 1867; hace dos años de la guerra de Secesión, el turismo prácticamente no existe, como lo conocemos hoy.

Las Azores, Gibraltar, España, Francia, Italia, Grecia, Constantinopla, el mar Negro, Crimea, Asia menor y Oriente Medio hasta Jerusalén; de regreso, Egipto, el Mediterráneo, Madeira, Bermudas.

El observador Twain nos hace un relato divertido de la travesía aburrida en el barco, hasta llegar a las Azores. Aquí, algunos lectores torcemos la sonrisa. El humor a costa de los portugueses isleños muestra, en algunos momentos, un complejo de superioridad y una falta de bonhomía muy anglosajones. Disculpamos al hombre del Mississsippi  (Lleva el nombre del río eses y pes dobles por las olas que llegan de dos en dos a sus orillas) porque es igual de inclemente con todo el mundo. Esta sensación se repetirá a lo largo del libro, en otros paisajes con otras gentes. No deja títere con cabeza. Extrañamente, nos parece buen tipo, al fin y al cabo. El humor es así; sobre todo, escribir muy bien produce ese efecto. Enhorabuena, Dos brazas de profundidad.

  Nos reímos con él de nuestra queridas  antigüedades europeas y de las peripecias en Tierra Santa, donde saca de su magín las reflexiones más interesantes del libro. Hay que saber que la mayoría del pasaje excursionista es devota, protestante; ve el Antiguo Testamento y la grandiosidad de sus lugares y hechos donde Twain ve polvo, miseria, fealdad y sudor.

 He de decir que el libro se hace largo, como tantos viajes que uno comienza con ilusión. Merece la pena leerlo, de todos modos. Edita bien Ediciones del viento. Leo la séptima edición, de junio de 2020, 622 páginas.

 

Luis Miguel Sotillo Castro.

 

 

 

 

 

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