viernes, 28 de mayo de 2021

LA CENA. Herman Koch


¿Qué harías si descubrieras de forma accidental que tu hijo adolescente ha cometido un delito de graves consecuencias y nadie estuviera enterado? ¿Denunciarias? ¿Intentarías averiguar el por qué lo hizo? ¿Lo encubrirías?

De eso trata esta novela que se basa en un hecho real acontecido en Barcelona en 2012, aunque muy libremente y desde luego bajo un prisma  muy diferente al de la sociedad española ya que el autor traslada la acción a su país, Holanda.

El título hace referencia al pretexto que utilizan dos matrimonios para hablar de sus hijos, chavales que lo tienen todo, que crecen con una educación esmerada y progresista, pero que necesitan “emociones fuertes” y trasgredir los límites de la ley para divertirse. No desvelaré aquí la brutalidad cometida ya que el autor juega al escondite con ella hasta mitad de la novela.

La clave está en que se trata de parejas en las que ellos son hermanos que han tenido trayectorias muy diferentes en la vida: mientras que uno es político de gran éxito, atractivo, con una familia de ensueño, niño adoptado en África inclusive como muestra de su compromiso social, el otro es un deprimido profesor en retiro temporal, escarmentado de políticos y del sistema.

Lo que en principio parece una sátira sobre la pedantería y el esnobismo en restaurantes de platos mínimos con nombres kilométricos y facturas astronómicas, una crítica hacia el mediocre burgués que asciende vertiginosamente gracias a la política y un hábil manejo de la hipocresía, se convierte en el decorado de una tragedia siniestra en las antípodas sociales de los protagonistas.

Sorprende la actitud de los padres ante el criminal comportamiento de los hijos, la ausencia de arrepentimiento de éstos, la defensa acérrima de sus retoños por parte de las madres, la frivolidad con la que se trata el tema, la ligereza en el lenguaje ante semejante atrocidad y lo que es más, el desperdicio de la ocasión por parte del autor cuyo objetivo de denuncia queda empañado por la cobardía, sacándose de la manga un subterfugio en la trama que justifica el comportamiento aberrante.

Desconozco si se decide a ello por no escocer a la aburguesada y cómoda sociedad holandesa o porque realmente su objetivo era otro, el de hablar de la relación padre-hijo. 

El caso es que, lo que podría haber levantado ampollas, se queda en una novela pseudo psicológica. Una pena, porque se lee bien, el tema es muy interesante y da mucho juego para el debate.

A pesar del desacuerdo, la recomiendo.

Sybilalibros


miércoles, 26 de mayo de 2021

¿QUIÉN HA VISTO EL VIENTO?. Carson McCullers


Mi primer contacto con la escritora sureña Carson McCullers a través de la edición de Austral de sus cuentos completos fue un feliz encuentro porque, a diferencia de otras desiguales recopilaciones, en este caso hay bastante homogeneidad en la calidad de los relatos pero no en las poco afortunadas traducciones, que nos privan de la musicalidad del lenguaje de la autora.

Si alguien piensa que son páginas sumidas en el típico Profundo Sur de campos de algodón, sirvientes negros y tragedias familiares, se equivoca (salvo en el único “Sin título”, pero de manera sutil y elegante. Una de las historias más ricas y mejor construidas).

Leer a McCullers es transitar por el alma humana, con paradas recurrentes en la soledad, la pérdida de la inocencia (“Sucker”), el desarraigo (“Los Extranjeros”), el alcohol o la música (se me ha revelado como una exquisita melómana y varios de los relatos tienen como protagonistas a atormentados músicos).

De entre todos destaco tres por la conseguida profundidad de sus personajes en tan breve espacio y la maestría de la narración:

“El patio de la calle Ochenta, zona oeste” que muestra la terrible soledad e incomunicación de quien llega a Nueva York para intentar labrarse un futuro, a pesar de vivir ventana con ventana. Es el Village que Hichtcock retrató en La ventana indiscreta.

“El instante de la hora siguiente” impresionante título para contarnos la humanidad del alcohol frente a la inhumanidad de la gran ciudad. Me recordó a Días sin huella de B. Wilder.

“¿Quién ha visto el viento?” el último relato que da justo título a la recopilación, el mejor de todos, donde la autora radiografía la patética persistencia en el fracaso como la manera de vivir del artista.

Recomiendo vivamente estos relatos, cargados de gran sensibilidad y calidad literaria, que fueron la puerta de entrada a un universo emocional de tal calibre que me quedé a vivir en él. McCullers se ha convertido en una autora recurrente en mis lecturas, a pesar de su corta obra.

Sybilalibros

viernes, 21 de mayo de 2021

SIEMPRE HEMOS VIVIDO EN EL CASTILLO. SHIRLEY JACKSON

«Me llamo Mary Katherine Blackwood. Tengo dieciocho años y vivo con mi hermana Constance. A menudo pienso que con un poco de suerte podría haber sido una mujer lobo, porque mis dedos medio y anular son igual de largos, pero he tenido que contentarme con lo que soy. No me gusta lavarme, ni los perros, ni el ruido. Me gusta mi hermana Constance, y Ricardo Plantagenet, y la Amanita phalloides, la oronja mortal. El resto de mi familia ha muerto".


Con esta espeluznante presentación da comienzo una de las novelas más famosas de Shirley Jackson, autora que tenía pendiente hace tiempo y que me ha dejado con ganas de mucho más, aunque yo no sea adicta al género de terror.


Merricat habita en la solitaria mansión de los Blackwood, que en otro tiempo estuvo poblada por una extensa familia, ahora desaparecida. Sólo quedan su hermana mayor Constance, a la que adora, y su anciano tío Julian, que vive entregado a la redacción de unas memorias imposibles.

Es una vida idílica marcada por las ricas recetas de Constance, el trabajo en el jardín y los cuentos. Pero cuando Merricat baja al pueblo por provisiones, las miradas enconadas de los vecinos cuando no un hostigamiento descarado hablan de otra realidad más cruda. ¿Qué razón tienen para actuar así con una joven? Merricat nos va a contar el porqué, su porqué, lenta, maliciosamente, atrapando al lector en una astuta tela de araña que constituye una auténtica obra maestra de la insinuación.


El gran acierto de Jackson es demostrar que se puede escribir un relato terrorífico en apenas 200 páginas sin recurrir al morbo, “simplemente” creando una atmósfera estranguladora gracias a su talento para la ambientación, abandonando los manidos recursos del terror gótico de caserones inhóspitos y personajes aberrantes para situarse dentro de una familia norteamericana de alta posición venida a menos que insiste en marcar distancias con el resto del pueblo, y dejar la narración en manos de un personaje inolvidable, Merricat, esa chica que oscila entre la candidez y lo taimado, el amor sin fisuras y el recelo con una facilidad pasmosa. Creedme si os digo que no se irá de vuestra vida nunca.


Los otros grandes logros son un excelente manejo del tempo narrativo y unos personajes tan turbadores como sólo puede serlo la inocencia. 

Si bien el “casus libri” se descubre pronto para cualquier lector medianamente espabilado, la manera en la que lo va desvelando Merricat, permitiendo a veces que las deshilvanadas memorias de su tío Julian apunten pistas, revela una maestría poco común para el relato. 


Todos estos ingredientes componen un libro extraño, en apariencia trivial pero escalofriante, donde el miedo es algo sutil e invisible y donde la enfermiza relación entre ambas hermanas deja mil preguntas al lector una vez finalizada la novela, de forma que empuja a releerlo para descubrir sus múltiples capas. Nada se ha dejado al azar. 


Recomendación con signos de admiración.


P.D: Aún me sigo imaginando qué peliculón hubiera filmado Hitchcock con este material pata negra.


Sybilalibros


martes, 4 de mayo de 2021

EL SECRETO DE CHRISTINE. Benjamin Black

Mi primera toma de contacto con el "alter ego" policíaco de John Banville, Benjamin Black, ha sido bastante decepcionante.

Aunque ya me habían advertido de que su calidad literaria quedaba menoscabada al adentrarse en los terrenos de la novela negra, no me esperaba tal bajón, sobre todo después de haber disfrutado enormemente de sus novelas firmadas Banville.

La trama de “El secreto de Christine” está ya más que manoseada por películas irlandesas como “Lavandería de la Misericordia” et alii. Es previsible, carece de intriga salvo un par de golpes de efecto para sacudir al lector del aturdimiento anodino en el que está sumido. Desde el principio se saben los culpables, los personajes son tan arquetípicos que parece increíble que la haya escrito Banville, gran escrutador del alma humana.

Lo único que la salva es que, aun empeñándose en los patrones del género, la prosa de Banville aflora de vez en cuando con esas sus chocantes metáforas en las descripciones ambientales y anímicas.

 No la recomiendo ni para pasar el rato. Es un libro tan vacío como el corazón de su protagonista.

 Sinopsis (por si hay algún héroe que desafía mi opinión):

 La acción de esta novela se desarrolla en Dublín durante los años cincuenta. Quirke, un médico forense con problemas con el alcohol a raíz de perder a su mujer descubre cómo Malachy Griffin, reputado ginecólogo y casi un hermano para él, falsifica el informe de una tal Christine Falls, una de las recién llegadas al depósito de cadáveres. A partir de aquí, Quirke, sustituyendo al clásico papel del detective de otras novelas, no parará hasta descubrir la verdad sobre un formidable complot donde no falta de nada: complicadas relaciones familiares, identidades ocultas, organizaciones clandestinas, tráfico de niños, pactos entre poder e Iglesia, así como algún que otro asesinato.

 Sybilalibros

LA TEMPESTAD. William Shakespeare.

Reseñar a Shakespeare es una osadía y una temeridad, máxime cuando no se es especialista en el tema y se ha leído tan poco de él como yo (sólo El mercader de Venecia, también en edición bilingüe de Castalia, que por cierto recomiendo encarecidamente).

 Y aunque haya visto casi todas las películas basadas en sus obras (algunas estupendas, otras inefables) he llegado a una etapa en la que me apetece mucho más leerlas.

Así, con veneración pero también con curiosidad, me adentro en La Tempestad, catalogada como la más singular de sus piezas teatrales, para, una vez gozada, declararme de nuevo fan irredenta de los versos del bardo inglés.

La Tempestad se desarrolla en una isla desierta habitada por náufragos de personalidad singular, espíritus y monstruos enredadores, donde la magia, lo onírico y la belleza virginal son los ingredientes de una aterradora venganza.

Varias cosas me han llamado la atención: una, la crueldad inusitada del plan de Próspero; la segunda, el humor insolente e incluso procaz de los personajes cómicos que contrarrestan la tensión dramática. Son diálogos repletos de doble sentido difícil de pillar si no se lee una edición anotada. Sin duda permitían al autor conectar fácilmente con el público y deslizar también críticas que de otra manera no hubieran pasado la censura. Y, por último, la metáfora sobre la población del Nuevo Mundo que da sentido a la obra y le confiere un aspecto de absoluta Modernidad.

Me gustaría con esta reseña animaros a leer teatro. Sé que es infinitamente mejor verlo representado (ese es su objetivo), pero leerlo te permite saborear un texto que ofrece genialidades como ésta, que seguro que os suena:

“Estamos hechos de la misma materia de los sueños, y nuestra pequeña vida cierra su círculo con un sueño”

Otra curiosidad:

“¡Oh mundo nuevo y espléndido, qué bellas son tus gentes!” En inglés es “O brave new world…”  Quizás les suene a aquellos que han leído la archiconocida “Un mundo feliz” de Aldous Huxley, pues es su título original (reclamaciones, al traductor).

Y ahora permitidme una “frikada”. Trínculo halla a la criatura monstruosa de la isla, Calibán, y así dice:

“¿Es esto hombre o pescado?

¿Estará vivo o muerto? ¡Pescado es!

O por lo menos a pescado huele. Olor

Muy proverbial es éste del pescado,

Olor como el de un merluzo no muy fresco…”

Si esto no es Gollum, “é ben trovato”.

Pondría la mano en el fuego a que Tolkien se inspiró en la naturaleza servil y resbalosa de Calibán para dibujar a Gollum.

Piérdanle el miedo a leer teatro y déjense arrastrar por ese gran conocedor de la condición humana que es Shakespeare. No sólo deleitarán su oído, sino que se sorprenderán a sí mismos identificándose con personajes y pensamientos. ¡Es tan universal y a la vez tan contemporáneo!

NOTA BENE: Recomiendo leer a Shakespeare en ediciones bilingües, se disfruta mucho más. Yo he leído la edición de  Cátedra, con traducción del Instituto Shakesperiano. Casi tanto o más que la propia obra me han gustado la jugosa introducción y los interesantes apéndices.

 Sybilalibros

 

 

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