jueves, 20 de agosto de 2020

CARRETERAS SECUNDARIAS. Ignacio Martínez de Pisón

Con todo el dolor de mi corazón he tenido que abandonar esta prometedora lectura por culpa de uno de sus protagonistas, el adolescente tocanarices. Me resultó tan incómodo, tan desagradable, tan falto de gracia que ni el entrañable desastre que es su padre, el otro protagonista en esta novela de carretera, ni el buen hacer narrativo de su autor consiguieron que aguantara más allá de la mitad.

Creo que también ha influido el buen recuerdo de la película de Martínez Lázaro protagonizada por Resines y F. Ramallo, que compone un Felipe más dulce que el del libro, siendo el guionista del film el propio Martínez de Pisón, curiosamente.

A pesar de mi tropiezo os dejo sinopsis de la novela porque creo que merece mucho la pena y puede interesar a alguno de nuestros lectores.

Felipe, un adolescente quinceañero, y su padre viajan por la España de 1974 en un Tiburón que es su única posesión. Su vida es una continua mudanza por cutres apartamentos de la costa española en temporada baja. En cada estadía, algún acontecimiento o inesperado encuentro va desentrañando aspectos de la vida del padre de Felipe que él no comprendía y de alguna manera, los involucran en nuevos problemas que les empujan a una  huida hacia delante en la que se suceden los tropiezos con otros perdedores, los negocios más o menos clandestinos, mientras Felipe va descubriendo el mundo y el amor.

Sybilalibros

CRIATURAS DE LA NOCHE. Lázaro Covadlo

 Premio de novela café Gijón del año 2004, contiene un planteamiento ingenioso, divertido y mefistofélico que su irregular desarrollo no termina de cuajar por culpa de una trama débil que se deja arrastrar por lo que va pasando por la mente del escritor sin apenas filtro.

El argumento es muy curioso: Dionisio, un mindundi metepatas con ínfulas de rico empresario, vive en la pobreza y el desamor por su incapacidad para cerrar la boca a tiempo.

Una noche de pesadillas oye una voz que le llama. En su búsqueda es mordido por algo que lo deja sin sentido. Al despertar resulta que tiene instalada en el oído como inquilina una Pulga fastidiosa que, a cambio de un poquito de su sangre, promete hacerle rico y exitoso con las féminas si sigue los consejos que va dictándole en la trompa de Eustaquio.

Lo que ocurre es que la Pulga, que cuenta con un currículum de huéspedes eminentes a lo largo de la Historia, tiene unos caprichos y exigencias digamos un poco extravagantes que convertirán la existencia de Dionisio en una continua zozobra.

Mientras nos divertimos con las perversiones del parásito canalla, en el trasfondo hallamos una metáfora de nuestro mundo contemporáneo en el que el triunfo a toda costa (sexo, dinero y poder) nos empuja a vender nuestra alma al diablo.

No había leído nada de este autor, es mi primer acercamiento a él y a pesar de contar con un buen cartel entre los lectores, no me ha calado. Se me hace difícil de entender la concesión del premio más allá de su originalidad, aunque me comentan que no es su mejor escrito. Habrá que probar con sus cuentos para juzgar con más criterio.

Entretenida y procaz, con un estilo narrativo entre la sencillez casi infantil de la fábula y la reflexión adulta, sirve para pasar un buen rato.

Sybilalibros@YoLibro

 

viernes, 17 de julio de 2020

¿ACASO NO MATAN A LOS CABALLOS?. Horace McCoy


“Me puse de pie. Por un momento volví a ver a Gloria sentada en aquel banco del muelle. La bala acababa de darle en la sien; ni siquiera había empezado a manar la sangre. El fogonazo de la pistola aún le iluminaba la cara. Todo simple como el día. Ella estaba relajada, cómoda por completo. El impacto de la bala le había impulsado un poco la cabeza hacia el otro lado; yo no tenía una visión perfecta de su perfil, pero sí alcancé a ver la cara y los labios con la claridad suficiente para saber que estaba sonriendo.”

Novela negra, negrísima, y desgarradora; desde su extraordinario título, pasando por el brutal comienzo hasta el anunciado pero no por ello menos doloroso final, no hay respiro para el lector como no hay esperanza para los protagonistas.
Empezar un libro con una sentencia por asesinato, seguida de una tranquila confesión de culpabilidad por parte del protagonista masculino, deja al lector en un “shock” del que es difícil salir y podría desalentar a su lectura sino fuera por la naturalidad del planteamiento y la falta de artificio en la escritura que incitan a saber los porqués.

Robert, nuestro narrador, es acusado de matar a Gloria, su accidental compañera de maratón de baile. Durante su alegato en el juicio, reconstruye la historia de una relación envenenada que empezó como los sueños de muchos jóvenes norteamericanos durante la Gran Depresión: ser alguien en la industria del cine. La falta de recursos, el hambre y la soledad hostil hacen que estos desconocidos se apunten como dispar pareja en uno de esos aberrantes concursos de maratón de baile que proliferaron durante aquella época donde a cambio de comida, cama, un premio en metálico y la remota posibilidad de que un cazatalentos de Hollywood acudiera al espectáculo, la juventud de América en lugar de morir de inanición, lo hacía de extenuación mientras danzaba de la mañana a la noche con mínimos descansos de diez minutos ante un público ávido de carroña. La única regla era estar siempre en movimiento.

Horace McCoy, reportero de poca monta, escritor de “pulps”, guionista del Hollywood dorado de los años 30, conocía de primera mano la inhumanidad de estos concursos y aprovechó esta su primera novela para denunciar en toda su crudeza la realidad de la Depresión en el Eldorado del cine, cuyas películas obviaban deliberadamente para no hundir aún más a la población, siguiendo las directrices de Roosevelt.

Crítica nada velada al capitalismo feroz que provocó la crisis del 29, “¿Acaso no matan a los caballos?” está considerada también como una novela precursora del existencialismo al mostrar en sus desgarrados personajes y en la opresión del ambiente la angustia permanente y la incapacidad para cambiar el destino, algo muy alejado de la idea de los Estados Unidos como paraíso de las oportunidades.

McCoy presenta lo absurdo de la existencia a través del baile, una actividad asociada desde el principio de los tiempos a la alegría y a la liberación que por la iniquidad de un capitalismo báquico, es condenada al castigo de Sísifo, mientras el nihilismo de Gloria va calando en su compañero y en el lector hasta convertirse en su némesis. Pura tragedia griega.
De esta forma, lo que aparentaba la sencillez y humildad de novela negra primeriza se convierte en sus distintos niveles de lectura en un mundo complejo y destructivo que provoca mil preguntas en el lector. La prosa de McCoy, precisa, desnuda, empeñada en mostrar la belleza poética de lo desagradable, la elevan a la categoría de imprescindible del género.

Si después de leer esto aún tenéis dudas sobre su lectura porque os echa para atrás la dureza de la historia, insisto: absolutamente, casi necesariamente recomendable.

Solo me queda hacer referencia a la estupenda adaptación al cine que hizo Sydney Pollack en el año 1969 (la novela data de 1935) con el título en español «Danzad, danzad, malditos». Desde mi punto de vista aún más dura y triste que la novela, con una Jane Fonda como Gloria realmente insoportable, pero igual de buena. Recomiendo vivamente su visionado.

Sybilalibros

lunes, 6 de julio de 2020

A PROPÓSITO DE NADA. Woody Allen




Según Virgilio en La Eneida, la Fama tiene numerosos ojos y bocas y recorre el mundo veloz. Más de dos mil años después, el monstruo lenguaraz sigue volando; hace fulgurar  a unos, mancha con su sombra, goteando alquitrán y plumas a otros. A veces, hace ambas cosas con el mismo hombre.
 Woody Allen ha estado con su obra décadas en los altares del prestigio y la intelectualidad, más que de la comercialidad; respetado en su país, adorado en Europa. Admirado, envidiado, intocable. Divertido en El dormilón y Bananas, su evolución a la descripción seria, no exenta de humor, de las relaciones familiares y la convivencia en pareja, con sus complicaciones, le da el níhil obstat de los listos. Annie Hall, Manhattan, Hanna y sus hermanas, Maridos y mujeres. Hasta que Mia Farrow decide acabar con él.

Todo lo que siempre han querido saber sobre Woody y preguntaban en vano, aquí. Comienza diciendo que no se va a quejar a lo David Copperfield, pronto aclara que se ha hecho neurótico, temeroso e insatisfecho por sí mismo, sin culpar a nadie. Ese es el tono. Sin duda el libro es gracioso por momentos, pero no esperen una sucesión de gags como en sus primeras películas; esto es un libro sincero de memorias, no un artificio, dentro de lo posible.
 Se gana bien la vida desde adolescente, escribiendo chistes para otros primero, luego para sí mismo, como monologuista. Hasta la página 200 no entra a hablarnos a fondo de su carrera cinematográfica. Naturalmente, leemos anécdotas y opiniones sobre las personas que pueden venirnos a la mente, por haberlas visto en sus filmes, pero no sólo. Es generoso alabando, claro criticando negativamente, con fundamento.
 Aficionado a ver deporte, escuchar música, enamorado de su Nueva York, se considera un director de cine aceptable que ha hecho algunas buenas películas. Le gustaría el imposible de crear algo como Un tranvía llamado deseo. Niega ser un intelectual y tocar bien el clarinete. Al lector español le agradarán sus amables palabras sobre Oviedo y Barcelona; su agradecimiento a Javier Bardem por defenderle en los malos momentos.
 Éxito de Alianza Editorial, año 2020, 439 páginas.
Por supuesto, el libro está dedicado a la mujer que ama, Soon-Yi. 
 Luis Miguel Sotillo Castro.

jueves, 25 de junio de 2020

EL CUADERNO DE LA AUSENCIA. Pío Caro-Baroja




Siempre andamos a vueltas con la memoria. De niños, recordamos nuestras fantasías sobre el futuro, para seguir con ellas tras las interrupciones de los adultos adustos. Mayores, miramos hacia atrás, a ese pasado lleno de alegrías terminadas, tristezas perennes. Según corre la vida, se nos llena de muertos la memoria. Por ello, a menudo renegamos de ella ¡Ojalá no recordase nada!  Toda esa tontería quejica se nos pasa cuando vemos a alguien que, verdaderamente, por una enfermedad degenerativa  por ejemplo, no recuerda nada. Nos enternece y asusta, desde el respeto; ya no es un hombre completo. Le faltan los recuerdos, nuestra esencia.
Pío Caro-Baroja Jaureguialzo es hijo de Pío Caro Baroja, sobrino de Julio Caro Baroja, sobrino nieto de Pío y Ricardo Baroja. Cito sólo a sus mayores cuyos libros he leído, van estos de lo interesante a lo extraordinario.

En este cuaderno (calificado como tal modestamente, nunca una familia ha presumido tan poco generando tanto) nos habla de sus vivencias, sentimientos y pensamientos en torno a la muerte de su padre, en 2015. Son experiencias íntimas que no voy a comentar; enfréntese cada lector, reconózcase o no en ellas, yo sí lo hago a menudo como hombre con duelos. ¿Quién no ha debido teñirse de negro alguna vez las mangas, el cuello de la camisa antes blanca y sonriente? Sí puedo resaltar otras cosas de las que trata el escrito.
 Lugares. Pío nos habla de su viajar y vivir, el campo argentino, Málaga, San Sebastián, Madrid; principalmente, la casa familiar, Itzea, en Vera de Bidasoa, pueblo navarro próximo a Guipúzcoa y Francia.

 Personas. Los vecinos de Vera, libreros de la Cuesta Moyano en Madrid, gente del mundo editorial y de la prensa, escritores; por supuesto, hechos, dichos y anécdotas de los Barojas y Caros.
 Aunque Pío no politiquea, atisbamos el difícil engarce de los Baroja en esta España complicada, de banderías; no digamos en El País Vasco y Navarra. Como gente independiente, la familia sufre desconfianza de unos y otros.
 Hermoso y dolorido homenaje al padre, en suma. Muy recomendable por el relato de la vida interior, sensible y sincero, más el de las relaciones familiares y sociales. Me encanta la foto de la contraportada, los hermanos Julio y Pío Caro Baroja, ya mayores, mirándose de frente con un afecto evidente y directo que se sale del
libro. Edita Cátedra, 2020, 196 páginas, firmado el 5 de enero de 2017 por el autor; cómo no, en Itzea.
 Luis Miguel Sotillo Castro.








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