Era el primer
libro que leía de Volpi, del cual tenía inmejorables referencias y no me ha
dejado buen gusto, no por su escritura, que se intuye rica, atrevida y llena de
matices, sino por la estructura elegida para contar tan apasionante historia.
Bajo un título
ensoñador y absolutamente idóneo para la protagonista (¡qué difícil es
intitular bien!) se despliega la convulsa y novelada biografía de Chistiana
Morgan, una mujer de mediados del S.XX que luchó toda su vida por escapar del
estereotipo asignado a las féminas usando sus mejores armas: la inteligencia y
el manejo de los sentimientos, dando un vuelco a las relaciones amorosas
establecidas.
Casada pero infeliz, sin que la llama de la
maternidad arda en su vientre, Christiana se enamora de su amigo Henry Murray,
psiquiatra, también casado. La fogosa y atormentada relación que se establece
entre ambos y que arrastra a sus consentidoras parejas, se complicará con la
irrupción de un tercero en discordia, nada menos que Carl Jung. A partir de ese
momento, será el psicoanálisis el que determine los derroteros de esta demente
y descoyuntada historia de amor, celos, búsqueda del ser, sueños, anhelos de
trascendencia, descenso a los infiernos del subconsciente y de sexo tan ritual
como brutal, bajo el espectro blanco de la ballena-Leviatán de Melville,
obsesión de Murray.
La novela, que
comienza con el suicidio de Christiana, se construye a base de continuos e
innecesarios saltos en el tiempo que
dificultan enormemente su lectura, convirtiendo la ya de por sí compleja trama
en un desafío para las mentes más aguzadas.
Creo que el autor
no acierta con esta composición para la reconstrucción biográfica de tan
potente personaje. Si ha tenido la intención de acomodar el estilo de la
narración al comportamiento errático y obsesivo de la protagonista, a las introspecciones
del psicoanálisis, como si cada capítulo
fuera una sesión de diván, pienso que ha fracasado en su objetivo,
porque la novela carece de cuerpo y sentido. Y es una pena, teniendo en cuenta
que el autor, como documenta al final del libro, tuvo acceso a los archivos
personales de Christiana Morgan en Harvard, donde trabajaba con Murray, así como
a su diario personal y a los dibujos de sus trances, producto de las sesiones con
Jung.
Sólo recomendaría
esta novela a los muy interesados en el
psicoanálisis, que también tengan nociones sobre antropología, pues si
no, se perderán en un remolino de alusiones vacías de contenido.
Creo que tendré
que optar por otra obra para apreciar el talento (que lo tiene) de este autor.
Sybilalibros@siyofueralibro
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