La abolición de las obligaciones. ¿Quién no ha soñado con ello? ¡Me gustaría ser monje en convento, fuera los problemas de la vida! Los solitarios se alegran de la pandemia en secreto, pues les permite vivir encerrados con un motivo noble, no matar contagiando. Pero si algo tiene la vida es humor negro. Resulta que los monjes sí tienen obligaciones y horarios estrictos, que los solitarios quieren dejar de serlo cuando menos pueden.
Un hombre es isla con un continente humano enfrente. Según la marea, los vientos, la Luna de fuerzas incomprensibles, puede comunicarse o no. El malvado Sartre, típico intelectual enemigo de la libertad en nombre de la libertad, tiene una frase apreciable: El infierno son los otros.
Vive
en una Granada clausurada por el virus
, como una alcoba pequeña con sábanas fantasmales
tapando los muebles añejos y bellos. La madre, las mujeres (que para los
varones nada tienen que ver), un amigo enloquecido, otro fiel, un psiquiatra
obcecado, símbolo de la corrección mental, policías como meros instrumentos de
los mandamases, un tipo angelical y otro luciferino, son los personajes
temidos, amados, inexcusables de este relato de un hombre que escribe un
diario.
Lean
este libro si creen que la bonhomía y la cultura son nuestra tabla de
salvación, con pandemia y sin ella.
Edita
Adarve, octubre de 2020, 307 páginas estupendas.
Comentario de Luis Miguel Sotillo Castro.