viernes, 17 de julio de 2020

¿ACASO NO MATAN A LOS CABALLOS?. Horace McCoy


“Me puse de pie. Por un momento volví a ver a Gloria sentada en aquel banco del muelle. La bala acababa de darle en la sien; ni siquiera había empezado a manar la sangre. El fogonazo de la pistola aún le iluminaba la cara. Todo simple como el día. Ella estaba relajada, cómoda por completo. El impacto de la bala le había impulsado un poco la cabeza hacia el otro lado; yo no tenía una visión perfecta de su perfil, pero sí alcancé a ver la cara y los labios con la claridad suficiente para saber que estaba sonriendo.”

Novela negra, negrísima, y desgarradora; desde su extraordinario título, pasando por el brutal comienzo hasta el anunciado pero no por ello menos doloroso final, no hay respiro para el lector como no hay esperanza para los protagonistas.
Empezar un libro con una sentencia por asesinato, seguida de una tranquila confesión de culpabilidad por parte del protagonista masculino, deja al lector en un “shock” del que es difícil salir y podría desalentar a su lectura sino fuera por la naturalidad del planteamiento y la falta de artificio en la escritura que incitan a saber los porqués.

Robert, nuestro narrador, es acusado de matar a Gloria, su accidental compañera de maratón de baile. Durante su alegato en el juicio, reconstruye la historia de una relación envenenada que empezó como los sueños de muchos jóvenes norteamericanos durante la Gran Depresión: ser alguien en la industria del cine. La falta de recursos, el hambre y la soledad hostil hacen que estos desconocidos se apunten como dispar pareja en uno de esos aberrantes concursos de maratón de baile que proliferaron durante aquella época donde a cambio de comida, cama, un premio en metálico y la remota posibilidad de que un cazatalentos de Hollywood acudiera al espectáculo, la juventud de América en lugar de morir de inanición, lo hacía de extenuación mientras danzaba de la mañana a la noche con mínimos descansos de diez minutos ante un público ávido de carroña. La única regla era estar siempre en movimiento.

Horace McCoy, reportero de poca monta, escritor de “pulps”, guionista del Hollywood dorado de los años 30, conocía de primera mano la inhumanidad de estos concursos y aprovechó esta su primera novela para denunciar en toda su crudeza la realidad de la Depresión en el Eldorado del cine, cuyas películas obviaban deliberadamente para no hundir aún más a la población, siguiendo las directrices de Roosevelt.

Crítica nada velada al capitalismo feroz que provocó la crisis del 29, “¿Acaso no matan a los caballos?” está considerada también como una novela precursora del existencialismo al mostrar en sus desgarrados personajes y en la opresión del ambiente la angustia permanente y la incapacidad para cambiar el destino, algo muy alejado de la idea de los Estados Unidos como paraíso de las oportunidades.

McCoy presenta lo absurdo de la existencia a través del baile, una actividad asociada desde el principio de los tiempos a la alegría y a la liberación que por la iniquidad de un capitalismo báquico, es condenada al castigo de Sísifo, mientras el nihilismo de Gloria va calando en su compañero y en el lector hasta convertirse en su némesis. Pura tragedia griega.
De esta forma, lo que aparentaba la sencillez y humildad de novela negra primeriza se convierte en sus distintos niveles de lectura en un mundo complejo y destructivo que provoca mil preguntas en el lector. La prosa de McCoy, precisa, desnuda, empeñada en mostrar la belleza poética de lo desagradable, la elevan a la categoría de imprescindible del género.

Si después de leer esto aún tenéis dudas sobre su lectura porque os echa para atrás la dureza de la historia, insisto: absolutamente, casi necesariamente recomendable.

Solo me queda hacer referencia a la estupenda adaptación al cine que hizo Sydney Pollack en el año 1969 (la novela data de 1935) con el título en español «Danzad, danzad, malditos». Desde mi punto de vista aún más dura y triste que la novela, con una Jane Fonda como Gloria realmente insoportable, pero igual de buena. Recomiendo vivamente su visionado.

Sybilalibros

lunes, 6 de julio de 2020

A PROPÓSITO DE NADA. Woody Allen




Según Virgilio en La Eneida, la Fama tiene numerosos ojos y bocas y recorre el mundo veloz. Más de dos mil años después, el monstruo lenguaraz sigue volando; hace fulgurar  a unos, mancha con su sombra, goteando alquitrán y plumas a otros. A veces, hace ambas cosas con el mismo hombre.
 Woody Allen ha estado con su obra décadas en los altares del prestigio y la intelectualidad, más que de la comercialidad; respetado en su país, adorado en Europa. Admirado, envidiado, intocable. Divertido en El dormilón y Bananas, su evolución a la descripción seria, no exenta de humor, de las relaciones familiares y la convivencia en pareja, con sus complicaciones, le da el níhil obstat de los listos. Annie Hall, Manhattan, Hanna y sus hermanas, Maridos y mujeres. Hasta que Mia Farrow decide acabar con él.

Todo lo que siempre han querido saber sobre Woody y preguntaban en vano, aquí. Comienza diciendo que no se va a quejar a lo David Copperfield, pronto aclara que se ha hecho neurótico, temeroso e insatisfecho por sí mismo, sin culpar a nadie. Ese es el tono. Sin duda el libro es gracioso por momentos, pero no esperen una sucesión de gags como en sus primeras películas; esto es un libro sincero de memorias, no un artificio, dentro de lo posible.
 Se gana bien la vida desde adolescente, escribiendo chistes para otros primero, luego para sí mismo, como monologuista. Hasta la página 200 no entra a hablarnos a fondo de su carrera cinematográfica. Naturalmente, leemos anécdotas y opiniones sobre las personas que pueden venirnos a la mente, por haberlas visto en sus filmes, pero no sólo. Es generoso alabando, claro criticando negativamente, con fundamento.
 Aficionado a ver deporte, escuchar música, enamorado de su Nueva York, se considera un director de cine aceptable que ha hecho algunas buenas películas. Le gustaría el imposible de crear algo como Un tranvía llamado deseo. Niega ser un intelectual y tocar bien el clarinete. Al lector español le agradarán sus amables palabras sobre Oviedo y Barcelona; su agradecimiento a Javier Bardem por defenderle en los malos momentos.
 Éxito de Alianza Editorial, año 2020, 439 páginas.
Por supuesto, el libro está dedicado a la mujer que ama, Soon-Yi. 
 Luis Miguel Sotillo Castro.

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